Reseña de: El mundo donde vivo (1908) de Helen Keller
27 de Junio: Día Internacional de las Personas Sordociegas
Cuando tenía 19 meses de vida la pequeña Helen Keller (1880-1968) sufrió una grave encefalopatía –posiblemente meningitis o escarlatina- que la dejó con pérdida total de la visión y la audición. Tras unos años en los que su familia -granjeros de Alabama- no supieron cómo acompañarla, a los 7 comenzó a trabajar con ella la educadora Ann Sullivan. Con su acompañamiento, Helen pudo aprender a comunicarse con lenguaje táctil y luego a escribir (primero a mano y más tarde con una máquina en braille). Graduada de la Cambridge High School y del Radcliffe College de la Harvard University, se convirtió en la primera persona sordociega en obtener un título universitario. El acompañamiento de Sullivan y los ajustes razonables que realizó (traducción de los libros a braille, seguimiento de sus clases) ayudaron a la concreción de este logro académico.
Desde su etapa de estudiante universitaria,
Helen Keller había comenzado a escribir y publicar, siendo su autobiografía Story
of my life de 1903 su primer libro. Aunque su bibliografía es muy numerosa
e incluye obras sobre educación y cuestiones sociales, en este artículo vamos a
reseñar su libro de 1908: The world I live in.
La obra comienza con un Prefacio en donde
Keller cuestiona a sus editores: “lo que yo pueda opinar de los impuestos,
de la conservación de nuestros recursos naturales o de los conflictos
suscitados por la cuestión Dreyfus, me parece que no les importa a nadie”.
Esta visión limitada sostiene que las Personas con Discapacidad (PCD) solo
pueden dar testimonio de su condición, y no de otras cuestiones sociales o
académicas. La misma autora señala más adelante que su opinión sobre la reforma
educativa –tema que trabajó toda su vida-
importa menos a quienes le propusieron la redacción de los artículos que
forman este libro que su vida como persona sordociega.
Desde el Modelo Social de la Discapacidad y
el Enfoque de Capacidades, podemos denunciar que esto no solo excluye a las PCD
sino que perjudica a toda la sociedad que se ve privada de acceder a sus
aportes. Keller fue una docente, escritora y activista en organizaciones de
personas con discapacidad, socialistas y de derechos humanos. Sus aportes no se
agotan en su experiencia personal sino que también en su producción académica y
participación social.
Dado que el tacto fue el medio por el que
accedió al conocimiento del mundo, la apreciación que realiza de las manos y su
función sensitiva ocupa un lugar central en la obra: “Mi mano es para mí lo
que el oído y la vista son para ustedes. ¡Cuántas veces viajamos por las mismas
carreteras, leemos los mismos libros, hablamos el mismo idioma y no obstante
nuestras experiencias son distintas! Todos los actos de mi vida dependen de mi
mano como de un eje central”.
Quienes trabajamos en educación inclusiva
sabemos que el viejo paradigma de que “todos aprenden lo mismo de la misma
manera” ya no puede sostenerse. Keller accedió a la alfabetización por vía de
lo táctil en un sistema que privilegia lo visual-auditivo, demostrando la
diversidad de formas de aprendizaje. Una sociedad y un sistema educativo
inclusivo deben tener en cuenta los ajustes razonables y las obras de
accesibilidad necesarias para cada caso a fin de que no se prive a ninguna
persona del acceso a sus derechos.
También realiza apreciaciones de la
sensación que le provoca el tocar otras manos. Las manos transmiten para ella
estados de ánimo y emociones, tal como para una persona vidente sería el
lenguaje corporal. Incluso hace gala de perspectiva de clase –era militante del
Partido Socialista desde 1905- al describir las manos de una persona adinerada:
“He tenido entre las mías, manos de gente acaudalada que nunca han
trabajado; no obstante, no son tan hermosas como podría suponerse. Todo el caos
de un carácter sin desarrollar se adivina bajo su redondez delicada y su piel
tersa”.
Destaca que las personas sin discapacidad
visual también reconocen la importancia del tacto en sus relaciones, por lo que
usan expresiones metafóricas tales como “conocimiento de primera mano”,
“producto de segunda mano”, “con las manos arriba” o “con el corazón en la
mano”.
El olfato “se convierte casi en una
cualidad nueva” para describir el mundo junto con el tacto. Los sentidos “se
asisten unos a otros y se refuerzan entre sí” escribe la autora. “El
sentido del olfato me predice con varias horas de anticipación una próxima
tormenta antes de que haya alguna señal de ella”. Más adelante también
escribe que pudo saber que habían talado unos árboles por los cambios de olores
en el ambiente.
Puede parecer curioso que se refiera también
a la música, dado su discapacidad auditiva. Pero lo hace desde la sensación que
le provocan las vibraciones de las ondas que se propagan por el aire.
El gusto completa los sentidos que describe
como su puerta de acceso al mundo en donde vive, posicionándolo en un ranking:
“el gusto es inferior al oído, como el tacto es inferior a la vista”.
La integración de los sentidos queda
expresado en una frase: “tengo entendido que nosotros los ciegos oímos
paisajes, vemos tonos y gustamos de la música”.
Describe la sensación que le genera el no
poder describir un paisaje o un castillo desde la vista, pero señalando que
cuando falta un sentido, estos “pasan a otro cuerpo”, haciendo
referencia a los Acompañantes o Personal de Apoyo, como la misma Sullivan que
trabajó con ella hasta su muerte. Estas “ayudas necesarias” deben
realizarse sin suprimir la autonomía e independencia de la PCD, a la manera del
astrónomo que usa el telescopio para poder ver aquellos objetos lejanos que sus
sentidos no alcanzan a percibir.
Es interesante la descripción que realiza de
los métodos cognitivos que utiliza para calcular distancias o pensar las
diferencias de colores ante la ausencia de la vista. Destaca el papel que tiene
el pensamiento racional para integrar las percepciones que llegan de los
sentidos: “yo no obtuve mi raciocinio a través del tacto” escribe, si no
a través de la toma de consciencia para integrar toda la información.
En los capítulos que destina a los sueños se
refiere a ellos como “consuelo de los ciegos” al permitirles superar la
limitación de los sentidos, describiendo escenarios e historias que no puede
percibir en la vigilia.
Con los poemas “La Montaña al Pino” y “Canto
a la Oscuridad” se completa la obra.
El mundo en donde vivo es un
interesante relato sobre la construcción de la percepción de la realidad por
parte de una persona sordociega. Pero -siguiendo lo que plantea la autora en el
Prefacio- excede esa cuestión al dar cuenta de la diversidad de formas de
acceso al conocimiento del mundo. Esto debe ser considerado si queremos
construir una sociedad igualitaria, democrática, inclusiva, diversa y basada en
la convivencia.
Helen Keller lo expresa en su libro con
una hermosa sentencia: “el mundo entero necesita que los colores continúen
existiendo, tenga o no tenga yo conocimiento de ellos”.
Artículo
de mi autoría sobre sordoceguera:
https://elrefugiadodelaspalabras.blogspot.com/2023/04/sordoceguera-cuando-la-mano-es-el.html
Sobre
Accesibilidad y Ajustes Razonables:
https://elrefugiadodelaspalabras.blogspot.com/2023/12/que-son-la-accesibilidad-el-diseno.html
Este artículo fue publicado en forma de post para el Mental Brain Power, de Barcelona. También en mi Instragram.
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