Umm Hani, la nueva Hipatia (artículo)
Al momento de la
muerte de Hipatia, Egipto formaba parte del Imperio Romano de Oriente, más tarde
conocido como Imperio Bizantino. En el siglo VII cayó bajo dominio árabe e
inició un proceso acelerado de islamización. En los siglos posteriores se
sucedieron diversas dinastías: Omeya (663-750), Abasi (750-945), Tuluníes
(868-905), Famitíes (969-1171) y Ayyûbi (1771-1250), antes de caer bajo el
poder de los Mamelucos en 1250, que convirtieron a Egipto en un poderoso
Sultanato que permaneció independiente hasta la conquista otomana de 1517.
A diferencia de lo que
sucedía en la Europa cristiana, en el Mundo Islámico florecieron las ciencias y
las artes. “Buscar el conocimiento incluso tan lejos como en China”,
dice una de las tantas frases que se le atribuye al profeta Mohammad o Mahoma.
En los siglos posteriores astrónomos, matemáticos, cartógrafos, ingenieros,
médicos, químicos, filósofos y abogados árabes siguieron este consejo,
convirtiendo a su lengua en el idioma de la ciencia, como antes lo había sido
el griego. Los eruditos musulmanes supieron nutrirse de los conocimientos de
otras culturas como Persia, India y Grecia, además de traducir al árabe la
literatura filosófica y científica de la Antigüedad[1].
En el Egipto del siglo
XIV se vivía una gran prosperidad económica, lo que favoreció el florecimiento
de la creatividad y el conocimiento científico. El epicentro de esta revolución
cultural estaba en las ciudades gemelas de El Fustát (capital del Sultanato
Mameluco) y El Cairo. En esta última funcionaban más de 75 Madrazas, especie de
escuela en donde se impartían conocimientos de forma oral y escrita en torno al
patio. El modelo era similar a la Academia de Platón o el Liceo de Aristóteles.
Las más famosas fueron las de Al-Azhar (fundada en el siglo X y actualmente
convertida en Universidad) y la de Nizamiyya. Dado el espíritu de la época,
miles de hombres y mujeres de El Cairo y localidades vecinas se acercaron a las
Madrazas con intención de estudiar el Hadith o tradición islámica,
además de adquirir conocimientos generales.
De acuerdo a la
tradición, nadie se le debía impedir el
acceso a la enseñanza. Un erudito de la época había escrito: “cerrar la
puerta de la Madraza es dejar fuera a las masas. Dejad las puertas abiertas y
no prohibáis la entrada a ninguna criatura de Dios, al igual que hacéis con las
mezquitas”[2].
Al igual que Hipatia
en Alejandría, en las Madrazas de El Cairo también se destacaría una
extraordinaria mujer erudita: Umm Hani, conocida como Maryam. Nació en el 1376
DC o 777/778 del calendario islámico. Era hija de Nur al-Din al Hassan Alí,
hijo del juez Abú al-Rahman ibn Abad al-Malik. Por parte de madre era nieta de
otro juez destacado: Muhammad ibn Mahamad al Qayati. Este último se hizo cargo
de su educación y a los 7 años la llevó directamente a La Meca para que
estudiara con cuatro maestros. De regreso a El Cairo estudió con su abuelo y
otros seis maestros. Finalmente obtuvo un certificado por sus estudios firmado
por, al menos, trece maestros.
Contrajo matrimonio
con Muhammad ibn Umar ibn Qutlubugha al-Baktamuri, con el que tuvo cinco hijos:
Shuja al Din Mahammad al Shaffi, Sayf al Din Muhmad al Hanafi, Fátima, Yunis
al-Maliki y Mansur al-Hanbali. Todos estudiaron en la Escuela de Leyes, y se
sabe que Hanafi llegó a ser un profesional de excelencia. Hanbali también fue
un estudiante exitoso, pero murió muy joven. Tras la muerte de su esposo se
casó con Hasan ibn Suward al-Maliki, con el que tuvo 2 hijas: Ahmad y Azizi. A
la muerte de su abuelo y mentor, su esposo pretendió usar libremente las
tierras y herencia que ella había recibido. Pero pronto su segundo esposo
también falleció, por lo que se vio libre para administrar sus bienes[3].
Con el dinero de la
herencia compró un taller de hilado que se hizo famoso por el tamaño y gran
número de sus ruedas giratorias. Uno de los descendientes del dueño original le
entabló un juicio arguyendo que la compra había sido ilegal, pero el juez le dio
la razón a Umm Hani.
Las mujeres musulmanas
de la época tenían más opciones profesionales que sus congéneres en la Europa
cristiana. Podían desempeñar la docencia, la filantropía, los trabajos
domésticos, el comercio o la medicina. Sin embargo se esperaba de la mayoría de
ellas que trabajaran en su propia casa o en compañía de otras mujeres. Al igual
que en otras sociedades, sus posibilidades estaban determinadas en gran medida
por la clase social. Así la mujer que heredaba tierras o negocios de su padre,
podía dedicarse a la actividad comercial, y las mujeres de las clases
adineradas podían dedicarse al comercio o la industria[4].
Este fue el caso de
Umm Hani Maryan que, por provenir de una familia dedicada al derecho, tuvo
acceso al conocimiento y a la posibilidad de estudiar. Durante años enseñó la Hadith
en la Madraza, teniendo como discípulos a eruditos eminentes y personalidades
de El Cairo. Se cuenta que ya desde niña era capaz de recitar el Corán
de memoria, y que enseñaba sobre teología, derecho, historia y
gramática. También fue celebrada por su dominio de la caligrafía y del
idioma árabe, su aptitud natural para la poesía, y su estricta observancia de
los deberes de la religión. Realizó al menos trece peregrinaciones a La Meca y
Medina, y en más de una oportunidad permaneció hasta un mes en el lugar
dictando clases. Su programa de trabajo era estricto, algo que también fue reconocido
por sus estudiantes[5].
A medida que envejecía
fue perdiendo la vista y la movilidad de las piernas, por lo que terminó
recluida en una habitación atendida por su hijo Hanafi. Este último permaneció
a su lado sus últimos años y siempre reconoció la importancia de sus
enseñanzas. Esta nueva Hipatia murió en el 1466 DC o 871 del calendario
islámico mientras realizaba otra peregrinación a La Meca. Fue enterrada junto a
su abuelo y mentor en el Cementerio cercano al Mausoleo del imán Shaffi en
Qarrafa.
A diferencia de su
antecesora alejandrina, la figura de Umm Hani es menos conocida en el mundo
occidental y es muy poco lo que se puede encontrar sobre su vida publicado en
español, inglés o francés. A la hora de buscar información para realizar este
intento de biografía me enfrenté a la carencia de fuentes que casi me llevan a
abandonar el proyecto. De todas formas decidí seguir adelante convencido de
que, aunque sea poco lo que hoy sepamos de ella en esta parte del mundo, su
vida y legado merecen ser conocidos y valorados.
[1]AA.VV.; Vivir la Historia en las Tierras del Islam (Mundo Islámico, 570-1405), Madrid, Folio, 2008, pp. 62-63.
[2]AA.VV.; Vivir la Historia en las Tierras del Islam…, p. 115.
[3]Robinson, Francis (ed.); The Cambridge Illustrated History of the Islamic World, Cambridge-London, Cambridge University Press, 1996, p. 190.
[4]AA.VV.; Vivir la Historia en las Tierras del Islam…, p. 106.
[5]Zubayr Siddiqi, Muhammad; “Woman Scholars of Hadith”, https://www.ilmgate.org/women-scholars-of-hadith/.
Una versión resumida de este artículo fue publicado en Boletín de la Revista de Historia, www.revistadehistoria.es, del 5 de diciembre de 2019. Una versión completa se publicó posteriormente en el periódico La Quinta Pata, www.la5pata.net, del 12 de abril de 2020.
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