La Arquitectura Hostil: el diseño urbano que excluye y margina
En un artículo anterior me referí a la Accesibilidad, los Ajustes Razonables y el Diseño Universal. Ahora vamos a ver una de sus contracaras: la Arquitectura Hostil.
También llamada Diseño
Desagradable o Anti-confort, se refiere a aquella planificación o
alteración del espacio urbano destinada a desalentar el uso de actividades
consideradas indebidas o poco cívicas. En la práctica, opera perjudicando a
numerosos colectivos ciudadanos a los que se les impide sentirse cómodos o
convivir en el espacio público bajo la excusa de mejorar la circulación urbana.
Los principales perjudicados por la Arquitectura Hostil son:
- Las
personas en situación de calle o sin hogar que no encuentran un lugar en donde
instalarse o guarecerse.
- Las
Personas con Discapacidad y las Personas Mayores, ya que no cuentan con
obras de accesibilidad, ajustes razonables o adecuaciones necesarias.
- Los niños
o las niñas pequeñas que pueden lesionarse por el diseño hostil y
peligroso de algunas obras.
- Las
familias que no pueden disfrutar con la presencia de todos sus miembros en
el espacio público.
- Estudiantes,
activistas, grupos artísticos o personas que realizan actividades
deportivas que no pueden reunirse en plazas o lugares públicos que presentan
este diseño.
- Alfeizares
inclinados para evitar que las personas se sienten.
- Bancos con
apoyabrazos colocados de una forma que produzca incomodidad por lo que el
usuario no podrá permanecer mucho tiempo.
- Bancos sin
apoyabrazos en asientos en donde es fácil caerse.
- Aspersores
de agua que se encienden de manera intermitente sin intenciones de riego,
solo de expulsar a quienes quieran quedarse en el lugar.
- Luces
incandescentes que causan molestia en la vista o lugares pésimamente
iluminados.
- Aceras,
bancos, mesas, pasamanos o molinetes con pinches o tornillos saliendo que
pueden provocar lesiones.
- Topes
colocados en varios puntos del lugar.
- Rejas en
las plazas.
- Brazos
metálicos o cadenas que cruzan bajo los puentes.
Este diseño suele ubicarse en plazas,
veredas o accesos cercanos a grandes centros comerciales, complejos de
viviendas de personas adineradas o instituciones de elite (como universidades
privadas). Ciudades como Madrid (un ejemplo es el Viaducto de la Calle Bailén),
Londres y –sobre todo- New York llevan la delantera en este sentido.
Quienes la defienden dicen que es una “Arquitectura defensiva”, lo que es un
eufemismo para una práctica discriminatoria y abiertamente hostil.
Entre las críticas que podemos realizarse a la Arquitectura Hostil y al Diseño Desagradable encontramos las siguientes:
- Es
elitista porque fomenta la apropiación de una parte del espacio público
por los grupos económicos y políticos dominantes, excluyendo al resto de
la población.
- Convierte
esa parte del espacio público en “semi-público” al excluir a amplios
sectores de la población.
- Es
aporofóbica, porque discrimina a los sectores sociales más pobres, sobre
todo a las personas en situación de calle. Por ello en Londres existe el
movimiento “Home, no Spikes”
(Hogar, no Pinches) para denunciar este diseño urbano.
- Es
capacitista, porque discrimina a las personas con discapacidad que no
pueden acceder a esa parte del espacio público.
- Es
adultocéntrica porque excluye a las infancias y las pone en peligro.
- Discrimina
a las personas mayores con o sin discapacidades, que no se encuentran
cómodas en ese espacio, por lo que deciden no asistir.
- No fomenta
lazos sociales o vínculos comunitarios haciendo imposible la reunión o las
actividades sociales.
- Insume fondos
que se podrían destinar a obras de accesibilidad o ajustes razonables, actividades
de contenido comunitario, o políticas sociales para las personas sin
hogar.
- Es hostil
con el ambiente, ya que supone daños al arbolado urbano, expulsa a los animales
que circulan o anidan en plazas o parques, consume grandes cantidades de
agua y fomenta la contaminación lumínica.
Sin posibilidad de circular por el espacio
público y de reunirse con otros, el sujeto queda entrampado en lo que Jacques
Lacán llamó el (Falso) Discurso
Capitalista, que fomenta la ilusión de que se puede taponar la falta con el
consumo. No es casualidad que la Arquitectura Hostil se ubique cerca de centros
comerciales, hoteles o restaurantes: la pérdida del lazo con el otro se asocia
al aumento de patologías ligadas a los consumos (de alimentos, de sustancias
psicoactivas, de bienes poco durables, de estímulos).
Por ello, denunciar la arquitectura hostil,
luchar por la recuperación del espacio público, y reclamar políticas sociales y
obras de accesibilidad para las personas afectadas es parte de la construcción
de la salud mental y colectiva.
Este artículo fue publicado en forma de post para el Mental Brain Power, de Barcelona. También en mi Instragram.
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