Serie Mitológicas (1): El Origen de la Muerte

 

   La búsqueda de una explicación a la muerte es un tema recurrente en la mitología de los pueblos africanos. La envidia, la pereza, la desobediencia o la ira de los dioses es la causa más común de la irrupción de la muerte en el mundo.

   Entre los pueblos khoi y san de África del Sur la vida y la muerte son procesos cíclicos, como las fases de la Luna. Nuestro satélite natural era visto como una entidad protectora en muchas culturas antiguas. Según una leyenda, ésta quería enviar un mensaje a la humanidad y la liebre se ofreció para la tarea. “Corre ahora mismo- dijo la Luna- y dile a los hombres que al igual que yo muero y resucito, ellos también lo harán”. Pero la liebre cambió el mensaje y dijo: “Como yo muero y desaparezco, ustedes también lo harán”. Desde entonces los seres humanos son mortales.

   Otra versión de este mito lo encontramos en el pueblo nandi de Uganda. Aquí el perro es enviado a dar el mensaje. Cuando llega le pide a los hombres que le den de comer y beber, o de lo contrario morirán. Como estos se burlaron de él, el perro exclamó: “¡Pues entonces morirán, y solo la Luna resucitará!”. En Togo se cuenta que el perro fue enviado a pedir a los dioses por la inmortalidad de los seres humanos, pero en el camino se distrajo pidiendo comida en una casa. Mientras tanto, la malvada rana se adelantó y pidió que los humanos muriesen. Cuando el perro llegó ante los dioses, el deseo de la rana ya había sido concedido. Los ngoni o zulúes cuentan una historia similar con un camaleón y un lagarto.

   Para el pueblo galla de Etiopía, un pájaro es enviado a anunciar a la humanidad: “Serán inmortales, y cuando se sientan viejos y enfermos deberán quitarse la piel para recuperar su juventud”. De camino, el pájaro vio a una serpiente devorando a una presa y le ofreció contarle el mensaje de los dioses a cambio de una porción. El trato se concretó y, desde entonces, las serpientes cambian de piel y los humanos mueren al llegar a la vejez. Pero los dioses castigaron a los pájaros por esto con terribles dolores, de los que se lamentan desde las ramas de los árboles.

   Todos estos mitos tienen en común que es la envidia, la pereza o la traición de un animal lo que trajo la muerte al mundo.

   En el lago Kivu, del Congo, se cuenta una leyenda que dice que en un principio los humanos eran inmortales y un dios los protegía. Pero un día, aprovechando que se hallaba descuidado, la Muerte asesinó a una anciana y la enterró. Un tiempo después el dios llamó a todo su pueblo y notó que faltaba la anciana. Entonces le dijeron que había muerto. Inmediatamente ordenó que todos se encerraran en sus casas hasta que la Muerte fuera capturada. Así lo hicieron, excepto una anciana que huyó a las Tierras Altas para sentirse más segura. Allí la encontró la Muerte y le dijo “ocúltame y te pagaré”. La anciana aceptó y la Muerte poseyó su cuerpo. Cuando llegó el dios y comprendió lo sucedido, mató a la anciana para dejar salir a la Muerte, que huyó hacia la aldea. En ese entonces una joven había salido de su cabaña y fue poseída por la entidad. Viendo esto, el dios exclamó: “puesto que los humanos no me obedecen, entonces que sufran las consecuencias”. Desde ese día el dios abandonó la Tierra y la Muerte se pasea libremente.

   El pueblo masai de África Oriental relata que, al principio de los tiempos, en la Tierra solo habitaba un hombre llamado Kintu, que era inmortal. La hija de Nge, el Creador del Universo, se enamoró de él y pidió a su padre que le permitiera convertirse en su esposa. Nge llevó a Kintu al cielo para que realizara una serie de pruebas de las que salió victorioso. Ante esto, el dios bendijo su unión, y les regaló animales de granja y semillas para que trabajaran la tierra. Pero al despedirse, les pidió que, cuando se hubieran marchado, no volvieran sobre sus pasos porque su otro hijo –la Muerte- no estaba conforme con el matrimonio. Una vez en marcha, Kintu recordó que había olvidado la comida de las aves y –sin escuchar los ruegos de su esposa- regresó a buscarla. De nuevo en el cielo, se topó con la Muerte que lo siguió hasta la Tierra. Desde entonces, existe la muerte en el mundo.

   Este mito me parece el más interesante de la serie. En parte se asemeja al mito hebreo de Adán y Eva, ya que la muerte irrumpe cuando la pareja primordial abandona el paraíso. Pero lo que lo vuelve valioso es el hecho de que la muerte, la sexualidad y el trabajo tienen un origen común. Kintu y su esposa son los progenitores de toda la humanidad (la familia real ugandesa solía considerarse su heredera directa) y al mismo tiempo, son quienes traen la muerte y las tareas agrícolas.

La biología evolucionista ha descubierto que la muerte y la sexualidad tuvieron un origen común: los organismos unicelulares que se reproducen por replicación no mueren por causas naturales; solo cuando evolucionaron los seres pluricelulares de reproducción sexual es cuando la muerte comenzó a existir. Freud se refiere a dos impulsos que mueven a los seres vivos: la Libido y la Pulsión de Muerte, Eros y Tánatos. Así la muerte -que da sentido a la vida volviéndonos conscientes de su finitud- y la sexualidad y el trabajo -que aseguran su continuidad- se vuelven las dos caras de un mismo ciclo cósmico.


Cipolletti, marzo de 2019.


Publicado en Cocoliche, Santa Rosa, Nº 105, abril de 2019.

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