El Complejo del Prójimo: un antídoto contra el desvalimiento

 

   En 1895 Sigmund Freud escribió un manuscrito que fue enviado por cartas a su amigo Wilhelm Fliess de Berlín. En estas páginas esbozaba un intento de encontrar una base neurológica a los procesos psíquicos. Aunque el padre del psicoanálisis falleció en 1939 sin haber publicado este escrito, muchas de sus ideas aparecieron en textos posteriores, tal es el caso de la represión, las barreras de contacto, Inconciente/Conciente, Proceso Primario y Secundario, la interpretación de los sueños y la etiología sexual de la neurosis.

   En 1950 su hija Anna Freud publicó finalmente el manuscrito con el título Entwurf einer Psychologie, que en español aparece traducido como Proyecto de Psicología para Neurólogos o Proyecto de Psicología Científica. Tras su publicación, nuevas ideas que no habían sido debatidas por la comunidad psicoanalítica, dado el carácter inédito del texto, entraron al marco teórico de la disciplina. Incluso las neurociencias consideran a este escrito como un antecedente de teorías investigadas posteriormente.

   Sin embargo, en este artículo nos vamos a centrar en un concepto freudiano poco conocido que aparece en el capítulo 17 (“Memoria y Juicio”) del Proyecto. Se trata del Nebenmensch, que puede ser traducido del alemán como “el Hombre de al lado”, pero se ha popularizado en español como el “Complejo del Prójimo o del Semejante”.

   A lo largo de todo el escrito, Freud sostiene que el Aparato Psíquico –a partir de su base neuronal- tiende a mantener constantes los niveles de energía descargando los estímulos exteriores mediante la acción motriz. Pero con los estímulos interiores (como el hambre) no sucede lo mismo, y el infante requiere de otro que cancele por un tiempo esa tensión/displacer. Pero el efecto siempre es momentáneo y no hay satisfacción plena. A este ciclo lo llama Vivencia de Dolor –aumento de los estímulos que son sentidos como displacer- y Vivencia de Satisfacción –una descarga que produce aligeramiento de la tensión.

   La tensión ingresa al aparato por vía de la percepción dejando en el psiquismo una huella o marca del objeto que la produce. Esta es la base del deseo: deseamos lo que nos produjo satisfacción. Cuando vuelve a aparecer la tensión ya se cuenta con marcas anteriores para conducirse por vías neuronales hacia aquel objeto de satisfacción. Pero el deseo tiene una contracara que es la frustración, ya que nunca se llega de manera idéntica a la que se percibió.

   En base a esto, Freud sostiene que el ser humano, por su prematurez y desvalimiento originario, es incapaz de realizar acciones por cuenta propia por lo que necesita de otro (un prójimo, un semejante) que por su propia experiencia puede entender lo que siente.

   En palabras del autor: “de ahí que sea en su semejante donde el ser humano aprende por primera vez a (re)conocer. Los complejos perceptivos emanados de estos semejantes serán en parte nuevos e incomparables, como por ejemplo sus rasgos en la esfera visual; pero otras percepciones visuales (los movimientos de sus manos, por ejemplo) coincidirían en el sujeto con su propio recuerdo de impresiones visuales muy similares emanadas del propio cuerpo, recuerdos de los cuáles se hallaran asociados otros recuerdos de movimientos experimentados por el mismo”. De ahí que se concluya que “el Complejo del Prójimo se divide en dos porciones, una de las cuáles da la impresión de ser una estructura constante que persiste coherente como una cosa, mientras que otra puede ser comprendida por la actividad”. Es decir: “juicio” para discernir lo que siente el otro, y “memoria” para encontrar equivalente en nuestras propias experiencias.

   Dado que el Proyecto se publicó tardíamente, el concepto de nebenmensch no fue trabajado en vida de Freud, pero su esencia inunda la práctica psicoanalítica. Hoy podemos considerarlo como la base del Lazo Social y de la Empatía.

   El desvalimiento es originario en el ser humano dado la indefensión y prematurez con que nacemos, pero no se sufre –esta idea fue trabajada posteriormente por el pediatra y psicoanalista Donald Winnicott- sino estamos obligados a experimentarlo. Si el niño es cuidado y alimentado con afecto, no experimentará el desvalimiento. Hoy nos enfrentamos a un “desvalimiento colectivo” en donde las lógicas de mercado quieren arrasar con el acceso universal a la salud, la educación o la protección social, mostrando la cara más cruda del capitalismo que idolatra el egoísmo y el lucro individual.

   En este contexto el Complejo del Prójimo nos puede ayudar a comprender que “nadie se salva solo”. A través de los lazos sociales de cooperación y ayuda mutua, y la empatía para reconocer el sufrimiento de los otros –que muchas veces es el propio- es que podremos resistir esta embestida para buscar formas de vida social basadas en la solidaridad, la igualdad de oportunidades y el acceso a los derechos humanos fundamentales.


Publicado en revista cultural Cocoliche, Santa Rosa, Nº 176, marzo de 2025.

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