Pigmalión: del Mito a la Psicología

 

   Las disciplinas que se ocupan de la salud mental han utilizado mitos de la Antigüedad para nominar condiciones o ejemplificar síntomas. Hoy nos referiremos al Mito de Pigmalión.

   En Las Metamorfosis del poeta romano Ovidio (43-17 AC) encontramos la historia de Pigmalión, un rey de Chipre –Creta o Lidia en otras versiones- que se encontraba obsesionado por hallar a la mujer perfecta para contraer matrimonio. Por muchos años la buscó por los reinos conocidos, pero solo encontró frustración al ver que ninguna cumplía con sus expectativas. Dolido, se refugió en el arte de la escultura, construyendo mujeres cada vez más hermosas a medida que su técnica iba mejorando. El pináculo de su arte fue Galatea, una figura en la que plasmó la perfección que deseaba encontrar en su futura esposa.

   Pigmalión se enamoró perdidamente de ella hasta el punto de la locura. Este acto de amor y devoción –patológico, vale decir- llegó a impresionar a Afrodita, diosa del amor y el erotismo, quién decidió cumplirle su deseo. Una mañana, el monarca notó que las mejillas de marfil de Galatea estaban sonrojadas, su cuerpo caliente al contacto y sus miembros se balanceaban como si fueran de cera en la búsqueda del abrazo. Con la ayuda de la diosa, los deseos de Pigmalión habían convertido a la estatua en una mujer real.

   En Psicología Clínica, Psicopatología, Psiquiatría y Sexología se utiliza el mito de Pigmalión para hacer referencia a una parafilia –comportamiento sexual inusual o inadecuado- conocida como Pigmalionismo o Agalmatofilía (del griego agalma: estatua y filos: amor). Quienes presentan esta condición suelen sentir atracción sexual por estatuas, pinturas o monumentos, que se expresa mediante la contemplación o a través del contacto físico con la pieza.

   Aunque el concepto es del siglo XX, desde la Antigüedad tenemos testimonios de casos de pigmalionismo o agalmatofilia. Devotos con esta condición se han sentido atraídos por las formas contorneadas y los bustos prominentes de algunas estatuas de las Vírgenes realizadas durante el Renacimiento, al punto de intentar profanarlas. La Beata Ludovico Albertoni de Giovanni Lorenzo Bernini (1598-1680), ubicada en una capilla romana, en donde la santa aparece en posición de éxtasis con las manos en los pechos y la boca abierta mientras hecha su cabeza hacia atrás, es una de las estatuas que han producido estos efectos.


   Por otro lado, en las ramas de la Psicología Educacional, Social o Laboral, así como en Psicopedagogía, se utiliza el concepto de Efecto Pigmalión o Efecto Rosenthal para referirse a la “profecía autocumplida” en donde la opinión de una persona influye en el rendimiento de otra.

   A fines de la década de 1960 los investigadores Rosenthal y Jacobson realizaron un controvertido experimento. En una escuela primaria realizaron Test de Inteligencia a un grupo de estudiantes y se comunicó a los docentes los nombres de quienes habían obtenido las puntuaciones más altas. A finales del año esos estudiantes tuvieron mejores calificaciones que sus compañeros. Lo que no sabían los docentes era que los test nunca se tuvieron en cuenta y los de “alto rendimiento” fueron elegidos al azar. Pero el trato que les dispensaron por creerlos más inteligentes operó favorablemente en su rendimiento académico.

   Este experimento se parece más a obra de teatro Pigmalión (1912) del Premio Nobel George Bernard Shaw, en donde Galatea es una florista con poco educación que consigue pasar por una duquesa debido al trato y la confianza que le dispensa un catedrático que hace las veces de Pigmalión.

   Para Rosenthal y Jacobson existen dos tipos de Efecto Pigmalión: 1) Positivo: en donde una expectativa saludable fortalece la autoestima y permite explotar las habilidades; y 2) Negativo o Efecto Golem: en donde el trato severo y poco cálido lleva a la baja autoestima y al rendimiento deficiente.

   El Efecto Pigmalión –que también se utiliza en contextos no educativos como las relaciones familiares, la motivación laboral o el rendimiento deportivo- ha sido cuestionado en las últimas décadas dado que sus resultados no han podido ser reproducidos en otros experimentos. También porque deja afuera otros factores como los socio-económicos, culturales, políticos o si el estudiante presenta una condición de salud o discapacidad.

   Sin embargo, no se puede negar los efectos que tienen la mirada y la palabra del otro en la construcción de la subjetividad y en el desarrollo de la autoestima. En este sentido el Mito de Pigmalión nos conmueve actuar con responsabilidad y empatía, sabiendo que nuestro deseo y forma de tratar operan positiva o negativamente en otras personas.



Publicado en revista cultural Cocoliche, N° 164, marzo de 2024. 

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