La caída de la esperanza de vida en los Estados Unidos: un problema de varias décadas
Un informe
publicado en 2022 reveló que la esperanza de vida en los Estados Unidos
pasó de 79 a 76,1 años en el periodo 2019-2022, cayendo a su nivel más bajo
desde 1996 según el Centro
de Control de Enfermedades (Center for Disease Control, CDC).
Otro estudio
publicado este año en la American Journal of Public Health, reveló
que desde la década de 1950 los Estados Unidos están teniendo una caída en
comparación con otros países de más de 500 mil habitantes con los que se lo
compara. Para 1950 ocupaba el puesto 12, con una diferencia de 3,5 años
respecto a Noruega, que tenía la mayor esperanza de vida para entonces. La tasa
comenzó a descender hacia 1955 y para 1968 se ubicaba en el puesto 29. Para
2019 se encontraba en el puesto 40, muy por debajo de Hong Kong (entidad
autónoma perteneciente formalmente a la Republica Popular China), que había
aumentado en más de 6 años.
Los
informes aseguran que desde 1950 más de 56 países han superado a los Estados
Unidos en esperanza de vida, incluso más pequeños y con economías menos
desarrolladas (Infobae,
4 de junio de 2023). El país norteamericano está también por debajo de otros
países con alto nivel de desarrollo económico como Gran Bretaña, Japón y
Canadá.
Año |
Esperanza de Vida Mujeres |
Esperanza de Vida Hombres |
Esperanza de vida total |
1960 |
73,10 |
66,60 |
69,77 |
1965 |
73,80 |
66,80 |
70,21 |
1970 |
74,70 |
67,10 |
70,81 |
1975 |
76,60 |
68,80 |
72,60 |
1980 |
77,40 |
70 |
73,61 |
1985 |
78,20 |
71,10 |
74,56 |
1990 |
78,80 |
71,80 |
75,21 |
1995 |
78,90 |
72,50 |
75,62 |
2000 |
79,30 |
74,10 |
76,64 |
2005 |
80,10 |
75 |
77,49 |
2010 |
81 |
76,20 |
78,54 |
2015 |
81,20 |
76,30 |
78,69 |
2020 |
79,90 |
74,20 |
76,98 |
Evolución de la esperanza de vida en los Estados
Unidos entre 1960-2020, elaborado a partir de datos extraídos de Datosmacro.
La CDC
atribuye a la pandemia por COVID desatada a fines de 2019 la caída de la
esperanza de vida debido a los fallecimientos por patologías respiratorias,
cardíacas, hepáticas o suicidios. Sin embargo, como hemos visto, esto es un
proceso que lleva más de 70 años, por lo que culpar solo a la pandemia –que, no
obstante, puede haber sido un catalizador de la caída- no explica la totalidad
del problema.
También hay que ver las diferencias entre los distintos sectores
sociales y étnico-raciales. Los pueblos originarios fueron los que
experimentaron la mayor disminución, cayendo de 77,44 a 74,4 años la esperanza
de vida al nacer entre 2019-2022. La población negra o afroamericana, que ya
tenía una esperanza de vida más baja siendo de 71,5, paso a 70,8 años. La
población latina –que en el pasado fue una de las más afectadas- solo vio
disminuida su esperanza de vida en un 0,2%, ubicándose en 77,6 años (The
San Diego Union Tribune, 24 de diciembre de 2022). Esto no es causal en un
país con un racismo histórico y estructural, que ha llevado a que las
poblaciones no blancas o no eurodescendientes tengan menor nivel de vida y de
acceso a servicios fundamentales, lo que se va expresar en una menor esperanza
de vida al nacer.
En cuanto al género, las mujeres tienen mayor esperanza de vida que los
hombres. Para el sexo masculino, ese indicador se redujo de 74 a 73 años, en
tanto que para las mujeres disminuyó en 10 meses, pasando a tener un promedio
de vida de 79 años (Expansión,
2 de septiembre de 2022)
Las causas de esta caída en uno de los países más desarrollados del
mundo todavía están por investigarse y no hay una sola variable que pueda
explicarla. Posiblemente influyan factores como las cuestiones de salud, la
mala alimentación, la falta de control en la posesión y uso de armas de fuego
(que incrementa los homicidios), el aumento del número de suicidios (sobre todo
en la población más joven) y el consumo de sustancias que generan adicciones.
No es el objetivo de este artículo arribar a una explicación sino
presentar los datos con los que se cuentan en la actualidad. No obstante, voy a
mencionar algo referido al sistema de salud estadounidense que podría tener
relación con esta problemática.
En un artículo publicado en 2018 (“Un
País sin Cobertura. Una introducción al sistema de salud de los Estados Unidos”)
refería que el sistema de salud
estadounidense es uno de los más avanzados del mundo en lo que respecta a
dispersión (llega incluso a las zonas rurales más remotas), tecnología (cuenta
con equipos de alta precisión y eficiencia) y formación profesional (en sus
universidades que puntúan más alto en el ranking mundial). En 2000 la
Organización Mundial de la Salud (OMS) colocó al sistema estadounidense como el
1º en capacidad de respuesta, pero 37º en respuesta global. En 2004 se invirtió
en investigación biomédica tres veces más dinero que cualquier país de Europa.
El Instituto Nacional de Salud (National Health Institute, NHI) también ofrece
subsidios para la investigación en el área (datos consultados en Wikipedia).
Sin embargo este sistema es uno de los más
caros del mundo debido a la preeminencia del sector privado sobre el público y
la inexistencia de una cobertura universal de salud.
Hay dos formas de obtener un seguro médico
privado: por medio del empleador o contratarlo de manera individual. La primera
es la más común. La segunda presenta grandes dificultades ya que las empresas
pueden negar la cobertura basándose en el estado de salud de la persona o en
condiciones preexistentes. En la película Sicko
(2007) de Michael Moore, un ex empleado de una empresa de seguro de salud
le cuenta al director que podría empapelar completamente una oficina con la
cantidad de hojas necesarias para enumerar el listado de enfermedades
preexistentes que la empresa no cubría. En esa misma película se relata el caso
de un joven padre que necesitaba una operación de páncreas para salvar su vida
y la aseguradora Humana se negaba a
costearla por estar en el listado de los servicios que no estaban incluidos.
Solo tras una acción de protesta televisada en la puerta de una de sus filiales
lograron que pagara los costos de la intervención y que se salvara la vida de
este hombre.
Quienes no cuentan con seguro privado,
tienen la opción de acceder a seguros públicos como el Medicare o el Medicaid,
que dependen del Departamento de Salud y Servicios Humanos (Health and
Human Services, HHS). Estos fueron creados durante la presidencia del demócrata
Lyndon Jhonson a partir de la Ley de Seguridad Social de 1965, y se financia
mediante impuestos establecidos por la Ley de Contribuciones de Seguro y la Ley
de Contribuciones de Empleo por Cuenta Propia de 1954. Medicare cubre a las personas mayores de 65 años y a personas jóvenes con discapacidades que
necesiten tratamiento debido a patologías graves como el cáncer o la
insuficiencia renal. Medicaid cubre a las familias de bajos recursos económicos. Están protegidos bajo ley
federal las mujeres embarazadas, niños/as, personas mayores, personas con
discapacidad y padres/madres de familia que califican bajo los estándares de
pobreza del país. Las condiciones impuestas para poder presentar este
“certificado de pobreza” son tales que miles de personas con necesidades
básicas insatisfechas no clasifican para este seguro. Existen otros programas
federales para niñez y adolescencia, y para veteranos de guerra, así como los planes
implementados por los gobiernos estatales y municipales (más datos en el sitio
web de la Social Security de
los Estados Unidos).
Sin embargo, estos programas no son
suficientes para asegurar el acceso universal a la salud, ya sea porque no
cubren todos los servicios o porque son constantemente rechazados por los
prestadores de salud debido a que su tasa de retorno es muy baja. Al mismo
tiempo, millones quedan sin poder acceder a ninguno de ellos, debiendo costear
con sus ingresos los abusivos costos de las clínicas y hospitales privados o,
al no poder hacerlo, tener que recurrir a la auto-atención, a organizaciones
benéficas que no cuentan con todos los recursos y especialistas necesarios, a
personas sin título profesional, profesionales que ya no tienen licencia para
ejercer, clínicas clandestinas o a prácticas que no están avaladas por los
organismos de salud (curanderismo, “sanadores milagrosos”, terapias
alternativas).
Estas situaciones que acabamos de describir
parecen más propias de un país pobre o en vías de desarrollo y no de una
superpotencia que tiene uno de los mayores ingresos por habitante del mundo.
Aunque no puede reducirse esta caída de la
esperanza de vida a un único factor, debemos prestar atención a la falta de
cobertura universal de salud que afecta a millones de personas en el país,
sobre todo pertenecientes a los sectores cuyos derechos han sido negados
históricamente.
Se dice que la reciente pandemia ha dejado
en la sociedad mayor preocupación por los temas de salud. Sin embargo, esto
debe exceder las formas de cuidado individuales que se limitan al lavado de
manos y a cumplir con el calendario de vacunación para plantear el tema de la
reforma y mejoramiento de nuestros sistemas sanitarios.
La
caída de la esperanza de vida en una potencia mundial, y en un contexto global
de reducción de la natalidad y el envejecimiento progresivo de la población, es
un llamado de atención al mismo tiempo que una oportunidad para reclamar a los
Estados y gobiernos de nuestros respectivos países que cumplan con el derecho a
la salud, el bienestar y la seguridad social de todos los habitantes, sobre
todo de quienes más lo necesitan.
Artículo publicado en: El Despertador, Lavalle, 6 de agosto de 2023 (edición papel). La edición virtual se publicó unos días después en: https://despertadorlavalle.com.ar/2023/08/12/la-caida-de-la-esperanza-de-vida-en-los-estados-unidos-por-que-teniendo-la-mejor-tecnologia-la-gente-muere-mas-joven/
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Un país sin cobertura: Una introducción al sistema de salud de los Estados Unidos
Por Luciano Andrés Valencia
El
sistema de salud estadounidense es uno de los más avanzados del mundo en lo que
respecta a dispersión, tecnología y formación profesional. Podemos encontrar
clínicas y hospitales en todas partes, incluso en las zonas rurales y áreas más
remotas del país. La mayoría de estos hospitales son privados, aunque cuentan
con subsidios de los gobiernos locales y estatales. En otros casos figuran como
“asociaciones sin fines de lucro”, a pesar de estar afiliadas a grandes
corporaciones médicas. Los centros de salud disponen de equipos de alta
tecnología, medicamentos y personal profesional con altos niveles de formación.
En 2000 la Organización Mundial de la Salud (OMS) colocó al sistema
estadounidense como el 1º en capacidad de respuesta, pero 37º en respuesta
global. En 2004 se invirtió en investigación biomédica tres veces más dinero
que cualquier país de Europa[1].
El Instituto Nacional de Salud (National Health Institute, NHI) también ofrece
subsidios para la investigación en el área.
Pero al mismo tiempo es uno de los sistemas más caros del mundo. Se
calcula que en el 2013 se gastó un promedio de 8000 dólares anuales por
habitante en atención de la salud. Por entonces Luxemburgo gastaba 4000 dólares
anuales por habitantes y Gran Bretaña -que la OMS considera el mejor sistema
del mundo- solo destinaba 3600 por habitante[2].
Además es casi el doble de lo que se gastaba en 1998, que estaba calculado en
4178 dólares por habitante, cuando el promedio de los países miembros de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) era de 1783
dólares[3].
Es decir que los costos de la salud en los Estados Unidos no solo superan a los
de otros países, sino que se van incrementando.
Al igual que la mayoría de los países, el sistema de salud de los
Estados Unidos es mixto, existiendo seguros de salud públicos y privados. Lo
que lo diferencia es el predominio del sector privado sobre el público y la
inexistencia de una cobertura universal de salud. En 2011 el 49% de la
población estadounidense recibía un seguro médico privado por medio de su
empleador, el 5% tenía un seguro médico contratado de manera independiente, el
13% estaba cubierto bajo el programa Medicare, el 18% bajo Medicaid, y 16% no
gozaba de ningún seguro de salud, dejando a 50 millones de personas sin
cobertura. Dado los altos costos de la salud en Estados Unidos, la mayoría de
las personas sin cobertura no pueden pagar los tratamientos más costosos, por
lo que deben prescindir de ellos poniendo en riesgo su vida y su bienestar, o
debiendo acceder a otras formas de atención (automedicación, curanderismo,
profesionales sin licencia).
En marzo de 2010 se aprobó la Ley de Protección del Paciente y Cuidado
Asequible de la Salud, popularmente conocida como Obamacare. Duramente
resistida en el Congreso por legisladores del Partido Republicano que la
acusaban de ser una “medida socialista”, esta ley no afecta la estructura del
sistema de salud estadounidense. La ley obliga a la inmensa mayoría de los
ciudadanos estadounidenses a contratar un seguro médico bajo pena de multa
fiscal, aporta subsidios a quienes lo necesiten para pagarlo, prohíbe negar la
cobertura a personas con una “condición médica preexistente”, amplia los
mínimos que debe cubrir el seguro médico ofrecido por las empresas y limita el
encarecimiento exigiendo a las aseguradoras que justifiquen públicamente el
aumento de precios[4].En
2012 la Corte Suprema de Justicia ratificó la constitucionalidad de la ley y
comenzó a ser aplicada en la mayoría de los Estados. Esto permitió reducir a 27
millones el número de personas sin cobertura, lo que representa un avance pero
aún es insuficiente. Actualmente el gobierno de Donald Trump propone una
contrareforma que podría volver a elevar a 50 millones el número de personas
sin cobertura para el año 2026[5].
Dentro de los segurospúblicos tenemos el
Medicare, el Medicaid y otros programas patrocinados por el Estado Federal.
Estos fueron creados durante la presidencia del demócrata LyndonJhonson a partir
de la Ley de Seguridad Social de 1965, y se financia mediante impuestos
establecidos por la Ley de Contribuciones de Seguro y la Ley de Contribuciones
de Empleo por Cuenta Propia de 1954. Los Centros para Servicios de Medicare y
Medicaid (Centers for Medicare and MedicaidServices, CMS) dependen
del Departamento de Salud y Servicios Humanos (Health and Human Services,
HHS), y su función es administrar los programas Medicare, Medicaid, el
Programa de Seguro de Salud Estatal para Niños, y los Mandatos para el
Mejoramiento de Laboratorios Clínicos. Junto con los Departamentos de Trabajo y
Hacienda, el CMS también aplica las disposiciones de la reforma del seguro de
acuerdo a la Ley de Portabilidad y Responsabilidad del Seguro de Salud de 1996.
La Administración del Seguro Social es responsable de determinar la
elegibilidad de Medicare y el procesamiento de pagos de primas para el programa
Medicare[6].
Medicare cubre a personas
mayores de 65 años y a personas jóvenes con discapacidades que necesiten
tratamiento debido a patologías graves como el cáncer o la insuficiencia renal.
La mayoría de la población adulta mayor de los Estados Unidos goza de este
servicio. Medicare cuenta con cuatro partes: A) Seguro hospitalario: que cubre
la internación por una noche con servicio de habitación semi-privada, comida,
pruebas y honorarios médicas, y ocasionalmente puede cubrir estancias breves
por convalecencia; B) Seguro Médico: que cubre los servicios ambulatorios no
incluidos en la parte A; C) Medicare Advange: que permite recibir los servicios
de Medicare mediante aseguradoras privadas; y D) Planes de Medicamentos
recetados: incluido en 2006 que permite el acceso de medicamentos a las
personas cubiertas por las partes A y B.
Medicaid cubre a las familias de
bajos recursos económicos. Están protegidos bajo ley federal las mujeres
embarazadas, niños/as, adultos/as mayores, personas con discapacidad y padres/madres
de familia que califican bajo los estándares de pobreza del país. Las
condiciones impuestas para para poder presentar este “certificado de pobreza”
son tales que miles de personas que cuentan con sus necesidades básicas
insatisfechas no clasifican para este seguro.
Existe también el programa S-CHIP que ofrece ayuda financiera para
aquellas familias que ganan más del límite para calificar a la ayuda de Medicaid
pero no lo suficiente para obtener un seguro médico privado. La Veteran´sAdministration(VA)
también cuenta con un plan de salud para veteranos de guerra[7].
Sin embargo, estos programas no son
suficientes para asegurar el acceso universal a la salud y la cobertura de
todos los servicios. Medicare no cubre medicina preventiva, odontología y
oftalmología. Medicaidy S-CHIP son constantemente rechazados por los
proveedores privados de salud porque su tasa de reembolso o recupero financiero
es muy baja.
El sector privado tampoco está exento de inconvenientes. Hay dos formas
de obtener un seguro médico privado: por medio del empleador o contratarlo de
manera individual. La primera es la más común. La segunda presenta grandes
dificultades ya que las empresas pueden negar la cobertura basándose en el
estado de salud de la persona o en condiciones preexistentes. En la película Sicko(2007)
de Michael Moore, un ex empleado de una empresa de seguro de salud le cuenta al
director que podría empapelar completamente una oficina con la cantidad de
hojas necesarias para enumerar el listado de enfermedades preexistentes que esa
empresa no cubría. En esa misma película se relata el caso de un joven padre
que necesitaba una operación de páncreas para salvar su vida y la aseguradora Humana
se negaba a costearla por estar en el listado de los servicios que no estaban
incluidos. Solo tras una acción de protesta televisada en la puerta de una de
sus filiales lograron que pagara los costos de la intervención y que se salvara
la vida de este hombre. La reforma de Obama puso algunos límites a esta
situación, pero no ha desaparecido completamente.
Como podemos ver, tener un servicio de salud
privado no te asegura el acceso total a la salud, además de los peligros que
supone dejar un derecho humano como es la salud en manos de un sector que no
busca el bienestar general sino la ganancia económica, aun a costa de la vida y
bienestar de sus afiliados. Si a esto sumamos los requisitos impuestos para
clasificar a un plan estatal, explica por qué existen millones de personas sin
cobertura de salud en la principal potencia mundial.
Otra cuestión preocupante es la gran cantidad de personas que quedan en
bancarrota luego de sufrir un accidente o de necesitar un tratamiento médico
prolongado, debido a los costos de salud. En el 2012 el 46% de las personas que
quedaron en situación de pobreza se habían endeudado para pagar gastos médicos[8].
Los hospitales y clínicas médicas suelen quedarse con las viviendas, vehículos
o negocios de las personas que no pueden pagar los tratamientos.
Además es el único de los países desarrollados en los que el sector
privado supera al público en la atención de la salud, y que no cuenta con
atención gratuita ni siquiera en los hospitales públicos o de gestión gubernamental.
Estas situaciones que acabamos de describir parecen más propias de un
país pobre o en vías de desarrollo y no de una superpotencia que tiene uno de
los mayores ingresos por habitante del mundo. De los países de la OCDE, Estados
Unidos es el mayor porcentaje de su PBI destina a salud (16% en 2017), pero al
mismo tiempo ocupa el puesto número 30 en mortalidad materna, solo superado por
México. Entre 1999 y 2015 se produjo un incremento de la tasa en un 56% pasando
de 16,9 a 24,7 muertes cada 100 mil embarazadas[9].
También son preocupantes los aumentos en las altas tasas de mortalidad y de
mortalidad infantil en los últimos años.
Actualmente algunos gobiernos
latinoamericanos han propuesto reformas a los sistemas de salud que suponen la
pérdida de derechos que el pueblo ha conquistado con sus luchas. El proyecto
(mal llamado) de Cobertura Universal de Salud (CUS) y la degradación del
Ministerio de Salud a la condición de Subsecretaría por parte del gobierno de
Mauricio Macri en Argentina es un ejemplo en este sentido. De triunfar estas
medidas nuestros sistemas de salud se parecerían cada vez al de los Estados
Unidos, con las terribles consecuencias que ello traería. Por ello es que
debemos estar alertas para defender la salud pública como un derecho humano
fundamental.
Referencias:
[1] Datos extraídos de Wikipedia, https://es.wikipedia.org/wiki/Estados_Unidos#Salud.
[2]Del Salto Calderón, Katherine; “Cómo funciona el sistema de salud de los Estados Unidos”, La Voz, http://lavoz.bard.edu/archivo/article.php?id=11328&pid=, marzo de 2013; y González Rodríguez, Tomás; “Gastos en el sector de salud”, El Espectador, https://www.elespectador.com/opinion/opinion/gastos-en-el-sector-de-la-salud-columna-627149, 14 de abril de 2016.
[3]University of Maine;The U.S. HealthcareSystem: TheBest in theWorldorJusttheMostExpensive?,Orono, Bureau of LabourEducations, University of Maine, 2001.
[4] “Salud en Estados Unidos”, Telesur, https://www.telesurtv.net/telesuragenda/Salud-en-Estados-Unidos-20170328-0036.html.
[5]https://cnnespanol.cnn.com/2017/03/13/informe-24-millones-de-estadounidenses-quedarian-sin-cobertura-medica-para-2026-con-el-plan-republicano/
[7] Más información sobre estos programas se puede encontrar en el sitio web de la Administración de la Seguridad Social de los Estados Unidos: https://www.ssa.gov/history/lbjsm.html.
[8]Del Salto Calderón, Katherine; “Cómo funciona el sistema de salud de los Estados Unidos”…
[9]Mateus,
Benjamin; “La verdadera tasa de mortalidad materna en Estados Unidos”, Resumen
Latinoamericano, 27 de noviembre de 2017.
Artículo publicado en: https://cronicon.net/wp/pais-sin-cobertura-una-introduccion-al-sistema-de-salud-de-los-estados-unidos/
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