Serie Mitológicas (5): El "Familiar"

    En el norte argentino existe la leyenda del “lobizón”, adaptación americana de mitos europeos acerca de hombres lobos o licántropos. Se dice que el séptimo hijo varón de un matrimonio nace con una maldición y, en las noches de Luna Llena, está condenado a convertirse en un lobo, un perro negro o un zorro gigante que se alimenta de carne humana. Tan aceptada era esta creencia, que muchas familias abandonaban o mataban al séptimo varón. En 1907 una pareja de inmigrantes rusos pidió al presidente José Figueroa Alcorta que apadrinara a su séptimo vástago para evitar la maldición, tal como venía sucediendo en el Imperio Zarista desde la época de Catalina la Grande. Esta práctica se volvió tradición y más tarde quedó plasmada en la Ley Nº 20843 de Padrinazgo Presidencial de 1974 que, con modificaciones, se mantienen hasta la actualidad.

   En los ingenios tucumanos, el “lobizón” es conocido como “el Familiar”, y descrito como un perro negro de ojos de fuego, perteneciente al Diablo o acaso el Diablo mismo. Se decía que los capataces y empresarios azucareros tenían el poder de convocarlo para castigar a los obreros que protestaban contra la explotación patronal o que militaban en agrupaciones sindicales y partidos revolucionarios. Durante la Dictadura Cívico-Militar de 1976-1983 la desaparición de obreros azucareros se atribuía a “el Familiar”. Como todo mito o leyenda, tiene su parte de verdad. El régimen autoritario que regía el país y su aparato represor, cual “lobizón” o “Familiar”, cuidaban los intereses de las grandes empresas nacionales e internacionales que devoraban –y continúan devorando- carne obrera en los ingenios, los obrajes, la minería y las fábricas.


Santa Rosa, 07 de julio de 2020.


Publicado en revista Cocoliche, Nº 129, abril de 2021.


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