Del Unheimlich al Valle Inquietante (reflexión)

    En 1919 Sigmund Freud publicó un texto titulado Das Unheimliche, que en las ediciones españolas de su obra aparece traducido como "Lo ominoso" (Etcheverry) y "Lo siniestro" (López Ballesteros). La palabra alemana Unheimlich se compone de: heimlich (familiar, hogareño) y la partícula negativa un. Se refiere a la sensación perturbadora de algo que al mismo tiempo es y no es familiar, o lo cotidiano que de repente se vuelve siniestro. A modo de ejemplo menciona un cuento de E.T.A. Hoffman ("El hombre de arena") en donde el protagonista se enamora de la hija de su maestro para luego descubrir que se trata de una muñeca mecánica, lo que lo lleva a un ataque de ira. Otros ejemplos de lo unheimlich son: el complejo de castración, los dobles (doppelganger), los miembros cercenados, el temor a ser enterrado vivo, el regreso de los muertos o los muñecos que cobran vida.

   En Argentina se suele usar el Complejo de lo Siniestro para referirse a los hijos/as de desaparecidos de las dictaduras que descubren que quienes creían que eran sus padres son en realidad sus apropiadores y que están vinculados al secuestro y desaparición de su familia biológica. Lo que se creía familiar, se vuelve siniestro.

   En el último tiempo se ha popularizado la Teoría del Valle Inquietante (bukimi na tomi), postulada originalmente en la década de 1970 por el catedrático en robótica del Instituto Tecnológico de Tokyo (TKD) Masahiro Mori. Plantea que, a medida que la apariencia de una máquina tiende a hacerse más humana la respuesta emocional de las personas se vuelve cada vez más positiva y empática hasta que  se llega a un punto en donde la apariencia y el comportamiento es "tan humano" que la curva de empatía entra en una caída o valle que hace que se vuelva inquietante y tenebroso.  

   Aunque no fue la propuesta original, hay quienes usan el Valle Inquietante para referirse al temor que producen otros animales cuando sus conductas parecen las de un ser humano. Quién tiene perros sabe que a veces pueden ser manipuladores para obtener algo que quieren (como llorar mientras miran comida o la puerta para salir). El video viral del perro comiendo cereal con cuchara -basado en un creepypasta- genera inquietud en algunas personas que lo ven, aunque es evidente que se trata de un montaje. Los mecanismos defensivos primarios en el cerebro se activan para decirnos que algo no está bien en esa escena. 

   Las posibles explicaciones a este fenómeno van desde el miedo que nos produce saber que un ser que creíamos biológico es en realidad una máquina (porque nosotros también podemos serlo sin saberlo)  hasta el temor a la propia muerte o el rechazo a que exista un ser parecido a nosotros pero sin nuestros defectos. Los creyentes de lo paranormal y las teorías de la conspiración atribuyen este miedo a la presencia de seres extraterrestres, demonios o fantasmas capaces de simular a un ser humano. Una explicación inspirada en la biología evolutiva refiere que se trata de un temor heredado genéticamente de una época en que nuestra especie habitaba con otras formas humanoides. El astrónomo Carl Sagan, en su obra premiada con el Premio Pulitzer (Los Dragones del Edén, 1977) señala que acaso los mitos de duendes, trolls o elfos provienen de los australopithecus, género de homínidos de baja estatura que se extinguió hace 1 millón de años y que convivió con los primeros representantes del género Homo. ¿Son estos seres capaces de confundir a nuestros ancestros con uno de los suyos lo que nos heredó este temor?

   Podemos pensar al Valle Inquietante como una actualización del unheimlich freudiano adaptado a las nuevas formas de lo siniestro: las inteligencias artificiales, los androides realistas, la búsqueda de vida extraterrestre, los experimentos de ingeniería genética, las prótesis electrónicas capaces de borrar la línea entre lo biológico y lo artificial, los avances en la cirugía estética capaces de cambiar completamente la apariencia de una persona, la clonación y la creación de vida sintética. Lacan decía que el Discurso Capitalista, en complicidad con el Discurso de la Ciencia, crea monstruos.

   Existe una forma de paranoia denominada Síndrome de Capgras, en donde el afectado cree que sus conocidos han sido reemplazados por dobles impostores o sufre de incapacidad para reconocer a personas familiares. El neurólogo y escritor Oliver Sacks, en su famoso libro El Hombre que confundió a su mujer con un sombrero (1985), cuenta historias de pacientes que, tras una lesión o enfermedad cerebral, perdieron la capacidad de reconocer rostros o ven a otras personas como figuras geométricas. ¿Se relacionan estas condiciones con el unheimlich y el Valle Inquietante?

   Los avances científicos y tecnológicos de los próximos años, así como las nuevas investigaciones sobre el cerebro y la mente humana, traerán más luz sobre estos temas. ¿O acaso nos traerán más oscuridad? De todas formas nos darán ideas para reflexionar.

   Mientras tanto, lo siniestro seguirá recorriendo este Valle Inquietante que habitamos cada día.  

 

Publicado en revista cultural Cocoliche, N° 143, junio de 2022.

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