La Esquina (cuento)
Muchas veces
Gustavo se ha despertado con la terrible sensación de que algo siniestro se
ocultaba en esa esquina que no podía visualizar. Con el paso del tiempo esa
sensación se fue incrementando hasta impedirle levantarse durante la noche. En
innumerables oportunidades sintió ganas de orinar en horas de la madrugada y el
temor le impidió ir al baño. Permaneció asustado bajo las sábanas hasta que el
sol hizo su aparición y recién en ese momento fue capaz de levantarse, con la
vejiga hinchada y los riñones doloridos. Otras veces se levantó rápidamente y
corrió hacia el baño, permaneciendo encerrado en el mismo por un largo tiempo
hasta que la sensación desaparecía. Inclusive de día comenzó a sentir temor cuando
debía ir en busca de una escoba.
Consciente de
que no podía seguir con esa situación, decidió buscar ayuda profesional. El
doctor Lombardo, psiquiatra de orientación conductual, diagnosticó que su temor
se debía a un condicionamiento aprendido, y planificó un tratamiento basado en
técnicas de exposición, desensibilización sistemática y control de la ansiedad.
Todas las noches Gustavo debía levantarse en horas de la madrugada (las 3:00 AM
resultaba ideal por su carácter simbólico) y aproximarse a la temida esquina
mientras ensayaba controlar su ansiedad. Los éxitos parciales actuarían como
reforzadores de la nueva conducta.
Las primeras noches no consiguió salir de la cama. Se limitó a tratar de alumbrar con la linterna del celular el espacio temido.
Unas noches después, juntó valor levantarse y caminar unos metros hacia allí, pero rápidamente volvió a esconderse bajo las sábanas, como cuando era un niño pequeño que le temía a la oscuridad. Solo que ahora no estaban ni su padre ni su madre para venir a socorrerlo.
En una oportunidad, caminó con los ojos cerrados hasta la esquina, permaneció unos segundos en el lugar y regresó rápidamente, no sin antes llevarse por delante una silla y golpearse un pie con el borde de la cama.
Luego de varios
intentos consiguió acercarse con los ojos abiertos mientras hacía ejercicios
respiratorios para controlar su ansiedad, y mirar durante unos segundos. No vio
nada perturbador, pero igualmente abandonó pronto el lugar y regresó a la
seguridad de su lecho. Pero esa noche se durmió tranquilo. Sentía que sus
miedos estaban llegando a su fin.
Progresivamente fue aumentando el tiempo de exposición, mientras la ansiedad
disminuía. Esto reforzaba su seguridad. Ya era capaz de ir al baño en medio de
la noche o de levantarse a tomar un vaso de agua o cerrar una ventana.
La última
noche permaneció cerca de cinco minutos, mientras bebía lentamente una taza de
té. Yo lo observaba sin que sospechara de mi existencia.
Ahora que se
siente seguro es el momento de salir de mi escondite. Esta noche me presentaré
ante él.
Hoy lo tomaré
por sorpresa.
Cipolletti, 22
de mayo de 2019.
Publicado en El Narratorio Digital, N° 40, junio de 2019. Reproducido posteriormente en Caldenia, Cocoliche y páginas de internet.
Gracias por pasar Anastasia y leer mi cuento. Te invito a pasar por mi Instagram.
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