La Unidad en las calles: obreros y estudiantes en la Argentina de 1960-1970
El presente artículo es un fragmento de un trabajo realizado para la cátedra de Historia Argentina III en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa, cuando estudiaba la carrera de Licenciatura en Historia.
El
contexto internacional: movimientos sociales, guerra y revolución
En la segunda mitad de la década de 1960, el
orden internacional de posguerra y las instituciones del Estado de Bienestar transitaron
un periodo de crecientes cuestionamientos ante el fuerte descenso de las tasas
de crecimiento del Producto Bruto nacional y la rentabilidad de las empresas
que afectaban también las condiciones de vida de la población. No obstante “la Edad
de Oro del Capitalismo” trajo consigo una serie de transformaciones sociales de
tales dimensiones que afectaron a la gran mayoría de la humanidad, periodo
comprendido entre la finalización de la Segunda Guerra Mundial (finalizada en
1945) y la Crisis del Petróleo (1973), marcando una división entre la sociedad
tradicional y la sociedad contemporánea.
El más importante de estos cambios fue la
desaparición relativa del campesinado, impulsado por la incorporación de
tecnología, la cría selectiva de ganado y la biotecnología. La contrapartida
del despoblamiento fue una acelerada urbanización.
El proceso que desde fines del siglo XIX
había convertido a los partidos y organizaciones obreras en fuerzas políticas
de significación entró en crisis en los países desarrollados debido a que el
éxito del Estado de Bienestar, con políticas de pleno empleo e incorporación de
los sectores popular al consumo masivo, le aseguraron a la clase trabajadora un
nivel de vida impensado para las generaciones anteriores. Esta situación tuvo
sus consecuencias porque agudizó las diferencias entre los que realizaban
actividades de mayor significación, mejor remunerados y más permeables a los
discursos del centro y la derecha (los 2/3 de la población), y la minoría que
quedaba sumergida en la pobreza y la marginalidad.
Las mujeres pasaron a ocupar un lugar cada
vez más importante en la sociedad, a favor de su incorporación masiva en el
mercado laboral. Su incorporación masiva a los estudios universitarios y la
popularización de la píldora anticonceptiva en la década de 1960 que liberaba
de la “maternidad obligatoria”, permitieron una mayor presencia de las mujeres
en los lugares de trabajo, las academias y la política.
Las políticas keynesianas basadas en el
crecimiento del mercado interno, habían configurado un nuevo actor social: el “Obrero
fordista”, al mismo tiempo productor y consumidor de lo que producía. Este
obrero va a ser compañero de otro actor social importante de esta década: el
estudiante universitario, que había dejado de pertenecer a la elite y cuyo
número había crecido enormemente debido al proceso de innovación tecnológica
que impulsó la expansión de las profesiones para las cuales eran
imprescindibles los estudios universitarios. El obrero fordista y el estudiante
serán actores principales de las movilizaciones populares de finales de la
década.
A ellos se agregaba otro actor social: el de
los intelectuales críticos, constructores de un discurso contestatario al de
las clases dominantes. En una época en que los gestos tenían una enorme fuerza
moral, Jean Paúl Sartre había rechazado el Premio Nobel de Literatura en 1964.
Otro francés, Michael Foucault denunciaba la presencia de los mecanismos de
poder en el interior de las instituciones. En
La amenaza de una guerra nuclear entre los
Estados Unidos y
Esta situación de
descontento social y político no fue patrimonio únicamente de los países
capitalistas.
En Francia, en mayo de 1968, desde los
Centros Universitarios de Paris y Nanterre se impulsó una rebelión estudiantil
que cuestionaba no solo el sistema educativo de ese país, sino también a la
“sociedad de consumo”, especialmente al encuadramiento de los jóvenes en un
sistema capitalista que consideraban injusto. Los estudiantes franceses se
manifestaron con huelgas y marcados rechazos a la autoridad, siendo acompañados
por los obreros. Los ideales del “Mayo Francés” se difundieron rápidamente
dando lugar a protestar estudiantiles en todo el mundo. En México los
estudiantes se manifestaron en contra del autoritarismo del Partido
Revolucionario Institucional (PRI) en
Pero de todos los movimientos
revolucionarios y de liberación nacional que estallaron en esta época, el que
mayor adhesión suscitó fue
Cuando en 1965, 15 mil marines
norteamericanos desembarcaron en Santo Domingo para imponer un régimen títeres
de Washington, la indignación recorrió el mundo. Pero fue la intervención en
Vietnam lo que desató un vasto movimiento político y social dentro y fuera de
los Estados Unidos. El NAPALM, los bombardeos masivos, torturas y asesinatos,
se volvían contra los ejecutores. En la conciencia de los “pueblos civilizados”
se tornaba insoportable el horror de Argelia, Vietnam y el Congo.
En el marco de
Los
ejércitos latinoamericanos habían sido reestructurados a partir de
De Illía a la “Revolución Argentina”
Las elecciones nacionales de 1963
consagraron al radical Arturo Illia como Presidente de la República Argentina
con solo el 25% de los votos. Esto dejaba al gobierno en una crisis de
legitimidad, ya que los votos en blanco –que correspondían al Partido peronista
que había sido proscripto en 1955- superaban a los obtenidos por el partido que
ahora asumía el gobierno. Esto llevó al presidente Illia a implementar una
serie de medidas para atraer a la clase obrera: suba de salarios, leyes de
salarios mínimos y precios máximos, controles al capital extranjero que
incluían el rechazo a muchos de los contratos petroleros de los gobiernos
anteriores, y oposición a la instalación de las multinacionales farmacéuticas
en el país (Illia era médico) para defender la producción nacional de
medicamentos. También fue el único gobierno en donde el presupuesto educativo
superaba al militar.
Al mismo tiempo la apertura de los canales
de participación permitió el resurgimiento de dos actores sociales. El primero
fue el sindicalismo peronista, con una organización fuertemente disciplinada y
verticalista que llevó adelante una serie de luchas contra el gobierno que
incluía las marchas al Congreso, las movilizaciones en caravanas, tomas de
fábricas, cabildos abiertos, ridiculización de opositores y celebración de
fechas que habían sido proscriptas en 1955 como el 17 de Octubre –Día de la
Lealtad- o el 26 de julio - aniversario del fallecimiento de Eva Duarte de
Perón-. El otro actor fue movimiento estudiantil universitario, que se
manifestó a través de la toma de facultades para reclamar por el aumento del
presupuesto universitario y en solidaridad con las movilizaciones obreras.
El 28 de junio de 1966 un golpe de estado
autodefinido como “Revolución Argentina” derrocó al gobierno de Arturo Illía e
instaló un “Estado Burocrático
Autoritario” bajo la dirección del general Juan Carlos Onganía, que tenía
como objetivo aplicar medidas de estabilización y racionalización que
beneficiaran a las industrias trasnacionales. Las primeras medidas tomadas por
el Ministro de Hacienda Adalbert Krieger Vasena impusieron una devaluación de
la moneda del 40% y de las retenciones agropecuarias, lo que redujo el déficit
fiscal y la inflación, y permitió sanear las cuentas del Estado. La
desocupación bajó, pero se mantuvieron bolsones de pobreza en todo el país. Los
sectores perjudicados por estas medidas fueron los pequeños empresarios
nucleados en
El primer sector en levantarse contra la
dictadura fueron los estudiantes de la Ciudad de Córdoba como reacción a las
medidas del gobierno que trataban de limitar la autonomía universitaria. Las
principales agrupaciones estudiantiles llamaron a un paro para el 22 de agosto
y estudiantes de
En 1968 se consolidó
Desde comienzos de 1969 se hizo sentir el
descontento del sector obrero con el que comenzaría la descomposición del
régimen dictatorial. La falta de cumplimiento respecto del restablecimiento del
mecanismo de las convenciones colectivas, prometido para diciembre de 1968,
estalló en una serie de manifestaciones de protesta. El 13 de mayo los
trabajadores despedidos del Ingenio Amalia en la provincia de Tucumán, ocuparon
el establecimiento y tomaron como rehén al director-gerente José Gabarain,
exigiendo el pago de haberes atrasados. Al día siguiente, en Córdoba, 3500
obreros de la industria automotriz abandonaron las fábricas para reunirse en el
Córdoba Sport Club para organizar la lucha en contra de la abolición del “sábado ingles” o día de descanso los
fines de semana. Duros enfrentamientos callejeros entre los sectores
movilizados y las fuerzas represivas del régimen que arrojaron un saldo de 11
heridos, 26 detenidos y rotura de comercios.
Entre mayo y septiembre de 1969 Rosario
protagonizó uno de los procesos más ricos e intensos de la lucha
antidictatorial que se estaba librando en todo el país, como resultado de la
unidad en la calle de los obreros y los estudiantes. A principios de ese año 27
sindicatos santafesinos habían conformado
El 15 de mayo de 1969, tras el anunció del
aumento del 500% del vale del Comedor Universitario, los estudiantes de
La noticia corrió rápidamente y al día
siguiente se produjo una reacción de repudio en
A partir de aquí los hechos se precipitaron
uno tras otro. El 21 de mayo el Comité de Lucha Estudiantil de Rosario y
En horas previas a la marcha toda la zona
céntrica de Córdoba fue cercada por patrulleros, carros de asalto, autobombas,
carros hidrantes, y guardias de infantería y caballos. Pese a todo los
estudiantes se congregaron portando carteles y se sentaron en silencio. Pocos
minutos después la policía lanzó gases lacrimógenos para desconcentrar a los
estudiantes. Estos respondieron con piedras, se dispersaron y volvieron a
agruparse en improvisadas columnas que intentaban llegar al centro. Durante
varias horas alrededor de 4 mil estudiantes se enfrentan con la policía y, con
ayuda que le prestan los vecinos, lograron ocupar varias edificios de la
ciudad, entre ellos el Rectorado.
La ciudad fue ocupada por fuerzas militares
que retomaron el control de los edificios ocupados. Durante uno de los
operativos el estudiante y obrero metalúrgico Luis Norberto Blanco, de 15 años,
murió de un tiró en la espalda. Al día siguiente, desde la madrugada, Rosario
fue declarada zona de emergencia, bajo jurisdicción militar.
La protesta continuó con un paro general,
que provocó un elevado ausentismo en Rosario y la zona de San Lorenzo. Pero lo
que más impactó fue la marcha de 7000 personas que acompañó los restos de
Blanco. Durante cuatro horas, la columna recorrió las 87 cuadras que separaban
la vivienda de Blanco del cementerio. Frente al féretro, el párroco Federico
Parenti expresó: “... que esta sangre vertida, que esta sangre que llega al
cielo, no sea en vano... que ella lleve la liberación que ansiamos, el instante
de justicia que esta reclamando el mundo. Dio su sangre por la liberación del
hombre, para que el hombre se despoje de su esclavitud”.
Mientras en Rosario parecía normalizarse la
situación para el régimen militar, en Córdoba comenzaba a gestarse una nueva
revuelta popular.
El corazón de la rebeldía: el Cordobaza
“La
rebeldía estalla en Córdoba y es violenta, porque aquí los tiranos se habían
ensoberbecido y era necesario borrar de una vez, y para siempre el recuerdo de
los contrarrevolucionarios de Mayo” Manifiesto Liminar de
Al igual que en la Reforma
Universitaria de 1918, Córdoba iba a ser nuevamente el centro de la
rebeldía.
La instalación de las plantas fabriles
IKA–Renault en Santa Isabel y FIAT en Ferreyra aumentó el número de obreros en
la ciudad y la ampliación de la capacidad de consumo llevó al florecimiento de
despensas, almacenes, ferreterías y tiendas[5]. Estos pulcros obreros de salarios
relativamente altos serían los ejecutores del Cordobazo. “A este paro me lo
hicieron los obreros mejores pagos del país” se lamentaba el ministro
Krieger Vasena. Junto con los obreros, la población universitaria había crecido
por la llegada de estudiantes de otras provincias que residían en los barrios
Clínicas –centro de la reforma de 1918 y las protestas de 1966-, Alberdi,
Observatorio y Nueva Córdoba.
El 26 de mayo, mientras se calmaba la
situación en Rosario, el barrio universitario de Clínicas fue ocupado y al día
siguiente, el sindicalista Ongaro fue detenido cuando llegaba en tren a la
localidad para solidarizarse con la lucha. Mientras tanto las delegaciones del
interior empezaron a presionar para que se declarara un Paro Nacional ante la
grave situación que se estaba viviendo. Con tal motivo,
A las diez de la mañana del 29 de mayo
comenzó un masivo abandono de plantas industriales. Inmediatamente los obreros
de IKA- Renault, Transax, Thompson Ramco, ILASA, FIAT y las numerosas
industrias instaladas en la zona comenzaron a marchar hacia el centro de la
ciudad. Lo mismo ocurrió con los empleados públicos de
A poco de llegar al centro la policía hizo
fuego contra una de las columnas, matando al obrero de IKA- Renault Máximo
Mena. Inmediatamente los trabajadores se lanzaron contra el cordón policial
desbandándolo.
Se sumaron a las manifestaciones sectores de
la clase media profesional o de pequeños comerciantes que protestaban contra el
autoritarismo del gobierno. Para las dos de la tarde la policía estaba
completamente desbandada.
En la madrugada del 30 de mayo, el día del
paro nacional llamado por
La protesta continuó durante varios días,
dejando un saldo de 12 muertos y 93 heridos. El acontecimiento conmovió a la
opinión pública y el impopular gobernador de Córdoba, Caballero, debió
renunciar. El 20 de junio el dictador Onganía asistió al acto por el día de
Después de intervenir
El 8 de septiembre el Cuerpo de Delegados
Ferroviarios de la seccional Rosario del Ferrocarril Mitre y
El 12 de septiembre los delegados
ferroviarios declararon un paro por tiempo indeterminado que se extiende por
todo el país. En Córdoba se ocupan fábricas y en Cipolletti (Río Negro) se dio
un levantamiento masivo conocido como “el
Cipolletazo”, al que sumó incluso la policía, debiendo llevar oficiales de
otras lugares para reprimir. El gobierno decretó la movilización de
contingentes militares. El día 15
A partir de las diez de la mañana del 16 de
septiembre, masivas columnas de trabajadores comenzaron a marchar desde sus
sedes sindicales o de los lugares de trabajo. A los 7000 ferroviarios se
sumaron los empleados del molino harinero Minetti, los obreros textiles de
Extesa, los trabajadores del vidrio, los de la construcción y otros. Todos
intentaban converger en el local de
Los primeros ataques de las fuerzas
represivas lograron dispersar parcialmente a los manifestantes. Sin embargo, la
organización previa de autodefensa comenzó a dar resultados: estos resistían y levantaban
barricadas, reagrupándose una y otra vez. En las barricadas ubicadas en
distintos puntos de la ciudad convergían distintas ideologías políticas. Los
puntos de concentración aumentaron, se incendiaron vehículos y la policía tuvo
que replegarse manteniendo el control solo en la sede el Comando del II Cuerpo
del Ejército,
A media tarde el centro fue desalojado y la
lucha se desplazó hacia los barrios, sobre todo el norte y el sur de la ciudad,
principalmente las zonas fabriles. Se ocuparon estaciones de trenes y se
intentaron quemar camiones cargados de mercadería. Al día siguiente continuó la
lucha, pese a que se había levantado el paro. El entonces coronel Leopoldo Galtieri
–futuro dictador- participó en la represión. Se pusieron en funcionamiento
Tribunales Militares para condenar a políticos y sindicalistas.
La rebelión de Rosario fue controlada, pero
entre los días 17 y 20 de septiembre estallaron otras en Santa Fé, Córdoba,
Bahía Blanca y Tucumán, que provocarían la renuncia de Onganía pero no la caída
de la dictadura.
El Viborazo y la retirada militar
El año 1969 marcó el inicio de la
descomposición del régimen que se traduciría en un cuestionamiento generalizado
por parte de diversos sectores de la sociedad, principalmente obreros y
estudiantes. En estos últimos principalmente, se consolidó como un actor social
dispuesto a romper con el pasado y llevar a cabo una reparación moral, lo que
Juan Carlos Torres llamó “parricidio
político”[7].
Durante estas movilizaciones también se
fueron modificando los contenidos de las reivindicaciones y las protestas hasta
convertirse en un cuestionamiento a la burocracia sindical, comenzando lo ha
llegado a denominarse “un proceso de
irrupción de las bases sobre la dirigencia”[8]. Tanto en el Sindicato de
Trabajadores de Fiat Concord (SITRAC) y Sindicatos de Trabajadores de Fiat
Materferd (SITRAM) de Córdoba renunció la vieja dirigencia, dejando lugar a una
conducción denominada “clasista” y de izquierda que se manifestó en contra de
la “burocratización” negándose a formar parte de
Entre enero y marzo de 1971 se dieron en
Córdoba movilizaciones estudiantiles en reclamo de libertad a los presos
políticos, en repudio a la violación de los derechos humanos y las políticas
universitarias de la dictadura, y en solidaridad con los reclamos del personal
universitario. Al mismo tiempo se dieron tomas de fábricas con rehenes en
repudio a los despidos.
El 1º de marzo el general Roberto Marcelo
Levingston –sucesor de Onganía- designó a José Camilo Uriburu, de familia
aristocrática y representante de la derecha católica, como interventor de la
provincia de Córdoba, desplazando al gobernador Bas que se había opuesto a la
intervención militar. Diferentes sindicatos se movilizan en repudio de la
medida y
El día 12 hay un paro general de
Entre el 15 y el 18 se registran nuevos
enfrentamientos, ocupaciones de edificios y tomas de barrios. El fracaso de los
Sindicatos para coordinar la protesta aseguró una veloz represión, dejando la
jornada un saldo mucho mayor que el Cordobazo en perdida de vidas y daños
materiales. El 18 de marzo la ciudad fue ocupada por las fuerzas militares, pero
el gobierno estaba muerto. En esta protesta, además de los sectores obreros y
estudiantiles, también contó con la presencia de las organizaciones armadas que
habían surgido en los últimos años de la dictadura de Onganía.
Durante la manifestación pudo verse
estudiantes portando una bandera con una serpiente y la leyenda “No podrán cortarla” o “Esta es la lucha de la serpiente versus el
desgobierno”. Esto quedó demostrado al ver como la fuerza del movimiento
obrero y estudiantil pudo derrocar al gobierno autoritario.
El 23 de marzo, el general Alejandro “Cano”
Lanusse, que había asumido como presidente de la Junta Militar los primeros
días de mes, tomó a su cargo las responsabilidades del poder ejecutivo, además
de sus funciones[9].
Levingston había sufrido el mismo destino que Onganía por no poder cumplir con
la función del mantenimiento del orden burgués frente a las movilizaciones
populares.
Lanusse asumió con el objetivo de asegurar
una transición a un gobierno surgido de elecciones que fuera aceptado por las
Fuerzas Armadas y en el que participara el peronismo, pero en el cual Perón no
cooptara todo el gobierno. Con la colaboración del radical Arturo Mor Roig
gestó el Gran Acuerdo Nacional (GAN) que apuntaba a lograr un entendimiento con
los partidos políticos, burocracia sindical, empresarios y la dictadura militar.
Pero este acuerdo, difundido gráficamente con la imagen de un equipo de fútbol,
no fue aceptado por la sociedad porque implicaba reconocer que las Fuerzas
Armadas habían cumplido con una “función patriótica” y porque se podía advertir
que el acuerdo apuntaba a llamar a elecciones para todos los cargos pero en el
que habría un solo candidato para la presidencia, que acaso sería el mismo
Lanusse[10]9.
Ante la posibilidad de que el descontento
estallara en un nuevo “17 de Octubre”
–haciendo alusión a la movilización de 1945 por la liberación del general
Perón- el gobierno decidió dar un paso atrás. En la cena de Camaradería de
julio de 1972 Lanusse declinó su candidatura y retó a Juan Domingo Perón a
volver diciendo que “no le daba el cuero”.
La dictadura había caído y las elecciones de 1973 verían el regreso del
peronismo al poder.
Pero más allá de esta deriva, las
movilizaciones de 1960-1970 verían una impresionante unidad obrero-estudiantil
que mostró tener el poder para imponer sus demandas pese a la represión y la
falta de libertades políticas. Un ejemplo de que la unidad de los sectores
populares es el camino para defender nuestros derechos y libertades
fundamentales.
Bibliografía:
[1] Hobsbawn, Eric J.; Historia
del siglo XX (1914- 1991), Barcelona, Crítica, 1997, p. 439.
[2] Para ampliar este ver Romero,
Luis Alberto; (2001) Breve Historia Contemporánea de
[3] “CGT con la patria y el pueblo
Argentino”, informe de 1968, citado por Gordillo, Mónica; “Protesta,
rebelión y movilización: de la resistencia a la lucha armada”, en: James,
Daniel (ed.); Violencia, proscripción y autoritarismo (1955- 1976),
Buenos Aires, Sudamericana, p. 345.
[4] Gordillo, Mónica; “Protesta,
rebelión y movilización…”, p. 346.
[5] Stibal, Ángel y Iturburu,
Juan; “Córdoba: el vientre de la rebeldía”, en: Revista Los ´70,
Buenos Aires, Nº 1, 1997, pp. 3- 4.
[6] Ceruti,
Leonidas y Seliares, Mirta; “
[7] Gordillo, Mónica;
“Movimientos sociales e identidades colectivas:…”, p. 385.
[8] Gordillo, Mónica; “Protesta,
rebelión y movilización…”, p. 361.
[9] Potash, Robert; “Las Fuerzas
Armadas (1943- 1973)”, en: Academia Nacional de
[10] Potash, Robert; “Las Fuerzas Armadas
(1943- 1973)”…, p. 241.
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