La Misión Iwakura y la modernización del Japón (artículo histórico)


 

   Desde los primeros años del siglo XVII Japón estaba bajo el dominio del shogunato Tokugawa, régimen hereditario burocrático-militar de origen feudal que mantenía al emperador solo como figura nominal (el monarca y su familia permanecían recluidos en Kyoto bajo supervisión de un gobernador militar que era intermediario del shogun) y que había impuesto el aislacionismo del Imperio del Sol Naciente. El contacto con extranjeros se penaba con la muerte, con excepción de comerciantes neerlandeses y emisarios chinos en zonas muy limitadas del país.

   En la segunda mitad del siglo XIX los barcos cañoneros estadounidenses al mando del comodoro Matthew C. Perry forzaron al shogún a abrirse al mundo e impusieron tratados comerciales con las potencias occidentales. A esto se suma una crisis económica desatada por la mala administración de los Tokugawa.

   La influencia occidental generó dos procesos: la apertura del Imperio al comercio internacional y el fin del shogunato. Hacia 1868 comenzó un periodo conocido como “la Restauración Meiji”, que se caracterizó por un interés en la unificación nacional para defenderse de la amenaza que suponía la cada vez mayor penetración extranjera, la abolición de los poderes feudales (daimyos, samuráis), la defensa de las tradiciones nacionales y el retorno de la figura del emperador –bajo el liderazgo del recién asumido Mutsuhito- como poder trascendental. Tras una breve guerra civil, para 1871 el “doble poder” que había existido en los siglos anteriores desapareció. El shogunato había sido derrotado, la casta samurai abolida y el Emperador pasaba a ser la figura unificadora del país.


Mapa del Japón Feudal 


   Los debates en torno a mantener el aislacionismo de los Tokugawa o abrirse a las relaciones internacionales se dieron al interior del gobierno. En 1860 ya se había enviado una misión compuesta por 80 samuráis a Estados Unidos para ratificar los acuerdos comerciales. En la década siguiente se darían otras misiones a países europeos. Pero acaso la más importante emprendida durante la Restauración Meiji fue la Misión Iwakura (1871-1873).

   La Misión estaba liderada por Iwakura Tomomi, Okudo Toshimichi, Kido Takayoshi e Ito Hirobumi, y formada por alrededor de 50 funcionarios de la administración Meiji, estudiantes y traductores. Su objetivo era revisar los “injustos tratados” firmados por el shogunato y conocer a los países occidentales con los que se estaba negociando.

   El largo informe previamente preparado señalaba el retraso del Japón y la necesidad de aprender de Occidente, al mismo tiempo que destacaba los aspectos positivos del Imperio asiático como la liberación del fanatismo religioso, la velocidad con que se estaban llevando adelante las reformas y la convicción que guiaba sus objetivos.

   En diciembre de 1871 partieron del Puerto de Yokohama rumbo a los Estados Unidos. Fueron recibidos con grandes ceremonias en San Francisco y en Washington, pero les informaron que era prematuro hablar de los “injustos tratados”. Con la misma actitud fueron recibidos en Londres en 1872 y por parte del canciller alemán Otto von Bismarck en Berlín en marzo de 1873.

   Tanto en los Estados Unidos como en Europa escucharon el argumento de que Japón carecía de una legislación e instituciones de justicia similares a las occidentales como para llevar adelante la negociación de los tratados.

   Excepto Okudo -que había realizado un intercambio como estudiante antes de la Restauración Meiji-, para los demás miembros de la Misión era la primera vez que salían del país. Aunque no obtuvieron las negociaciones que querían, las observaciones que realizaron en los países visitados les llevaron a concluir que Japón debía realizar reformas radicales de sus sistemas legales y económicos a fin de estar en condiciones de negociar en plano de igualdad con Occidente.

   Tras la Misión, la modernización del país se aceleró. Se creó un Ministerio del Interior que tendría bajo su control las Prefecturas (provincias) y las ciudades. El rechazo del proyecto de la oposición de crear una Legislatura de elección popular provocó la Rebelión de Satsuma, liderada por antiguos samuráis que no querían perder sus privilegios y que fue duramente reprimida por las nuevas Fuerzas Armadas imperiales. Otras rebeliones corrieron la misma suerte.

   Para 1881 surgieron dos partidos políticos que presentaron proyectos de reforma política: el Liberal (Jiyuto), que proponía una democracia popular basada en las ideas Jean-Jacques Rousseau, y el Progresista (Kaishinto) que proponía un sistema constitucional restringido al estilo británico. En 1882 surgió el Partido Imperial (Rikken Teiseito), que proponía un régimen al estilo prusiano con el emperador como líder absoluto.

   Por otro lado, el gobierno imperial comenzó a procurarse la presencia de consejeros extranjeros para que participaran de las reformas. En 1875 había unos 500 o 600, y ese número se elevó a 3000 para 1890. Los consejeros alemanes se emplearon especialmente para la organización de las Universidades y las carreras de Medicina. Hermann Roesler y Albert Mose participaron en la redacción de la Constitución, y Ludwig Reiss creó la Escuela de Estudios Históricos en la Universidad de Tokyo. Los expertos estadounidenses organizaron las colonias agrícolas y el Servicio Postal. Los británicos se ocuparon de los ferrocarriles, la Marina, las relaciones internacionales y las obras públicas. Los franceses sirvieron como instructores militares y en la redacción de los códigos legales. También hubo numerosos maestros de arte italianos.

   Gracias a la Misión Iwakura, Japón comprendió que si querían abolir la extraterritorialidad que reclamaban los extranjeros (no ser juzgados por las leyes japonesas sino por las de su propio país) tenían que reemplazar el sistema legal de inspiración china y confuciana por uno al estilo occidental. Así compilaron un Código Penal y de Procedimiento Criminal de inspiración francesa, y un Código Civil con contribuciones francesas y prusianas.

   El sistema legal japonés ya estaba encaminado antes de la sanción de una Constitución. Los proyectos más liberales presentados por la oposición fueron desestimados, y funcionarios como Iwakura e Ito crearon una oficina dependiente de la Casa Imperial –para dejar fuera a la oposición- dedicada a la redacción de una nueva Constitución. Aunque ésta tuvo un carácter más aristocrático ya que centralizaba el poder en la familia imperial y en los funcionarios del régimen, también instauraba una Cámara Baja en la Dieta o Parlamento de elección democrática.

   El 11 de febrero de 1889, fecha tradicional en que se conmemora la asunción de  la dinastía Yamato, el emperador Mutsuhito aprobó la nueva Carta Magna para el pueblo japonés.


Bibliografía:

· Artehistoria: https://www.artehistoria.com/es/contexto/shogunato-tokugawa.

· Borga, Juan y Sawada, Emilio; (1992) Japón: ¿porqué es cómo es?, Santiago, Ediciones Lord Cochrane (Colección Muy Interesante).

· Enciclopaedia Britannica, www.britannica.com, artículos: “Empire of Japan” y “Shogunate”.

· Enciclopedia de Historia del Mundo: https://www.worldhistory.org/trans/es/1-16129/shogun/.

· Enciclopedia Hispánica (1992), artículo: “Japón”, Encyclopedia Britannica Publisher.

· Hall, John Whitney; (1973) El Imperio Japonés, Barcelona, Siglo XXI Editores (Historia Universal, volumen 20).

· G.M., Abel; (2020) “La restauración del poder imperial. La era Meiji, el nacimiento del Japón moderno”, National Geographic, 23 de octubre.

· Martínez Legorreta, Omar; (2011) “De la modernización a la guerra”, en: Tanaka, Michiko (coord.); Historia Mínima de Japón, México, El Colegio de México.


Este artículo fue publicado en Boletín de la Revista de Historia, www.revistadehistoria.es, 9 de mayo de 2023.

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