Psicoanálisis y virtualidad: cuando el paciente nos “deja en visto”
Pero así como otras disciplinas de la salud
la incorporaron más rápidamente, en el psicoanálisis –paradójicamente ya que
Freud fue pionero- la atención remota se popularizó recién durante la pandemia
desatada en 2020. Comenzaron a aparecer entonces experiencias de pacientes que
dejaban de asistir a las sesiones y, cuando se les preguntaba por mensaje si se
les continuaba guardando el horario, dejaban “en visto” sin volver a responder.
En otros casos, tras algunos mensajes acordando el horario de una sesión, el
paciente no se presentaba y bloqueaba al analista sin darle explicaciones.
En un artículo anterior (“Ghosting:
el fantasma de nuestros tiempos”), me refería al Ghosting, la
práctica de desaparecer o “hacerse el fantasma” con personas con las que se
tiene un vínculo virtual sin dar explicaciones ni volver a comunicarse. Esto
genera ansiedad en el contacto porque se ignora que pasó con la otra persona
(incluso si está viva) e imposibilidad de dar un cierre a la relación.
Para Freud (“Dinámica de la Transferencia”,
1912), la Transferencia es la
actualización de vínculos con personas significativas en la figura del
profesional. Si el paciente fue rebelde con los padres, ahora lo será con el
analista. Los investigadores contemporáneos Wang Yi Ran y Santiago Thompson (“Los
WhatsApp del analista”) utilizan el concepto de Transferencia Online,
en donde el paciente repite con el
psicoanalista los mismos juegos que practica con otras personas en las redes
sociales. Si está acostumbrado a ignorar cuando no le interesa un contacto o
“dejar en visto” a alguien con quién quiere terminar la relación, hará lo mismo
cuando ya no desee comenzar o continuar en análisis. Como dice Diana Sahovaler
(El sujeto escondido en la realidad
virtual, 2016), conexión no es sinónimo de comunicación, a veces es otra
forma de ocultamiento.
Al igual que lo sucedido en el ghosting,
esto no se da sin angustia para el psicoanalista. Es imposible no preguntarnos
si el paciente se encuentra bien o ha sufrido algún problema, si nuestra
intervención fue la correcta o si esto nos traerá algún inconveniente a futuro.
Si el paciente paga con su dinero pero también con su angustia (Jacques Lacán, La dirección de la cura y los principios de
su poder, 1958), en este caso nos ha dejado con una deuda doble: por no
abonar las sesiones y por dejar la angustia del lado del psicoanalista.
La atención a distancia por medio de las
tecnologías de la información y el uso de redes sociales para la comunicación
con los pacientes es parte de la adaptación y actualización del dispositivo
psicoanalítico a los contextos de la época. También da cuenta de los cambios en
las subjetividades y la transición de una Sociedad Industrial a una Sociedad de
la Electrónica y las Comunicaciones.
Sin embargo, las Leyes y los Códigos de
Ética Profesionales no cambian tan rápido como las tecnologías, y este desfase
deja zonas grises que debemos estudiar y debatir. ¿Qué pasa si un paciente se
lesiona voluntariamente o sufre un accidente un tiempo después de dejarnos en
“Visto”? Si el paciente abandona “de facto” el análisis pero nunca informa de
ello, ¿puede luego realizarnos un reclamo de abandono de su persona si no
insistimos en comunicarnos? O al revés: ¿puede reclamarnos si le seguimos
escribiendo cuando nos ha respondido con su silencio? ¿Tras cuantos “Vistos”
cesa nuestra responsabilidad profesional?
En el artículo antes citado, refería que el
alivio a la ansiedad provocada por el ghosting se produce cuando
reconocemos que no fuimos responsables de la forma de responder de la otra
persona y que no toda relación tendrá el final esperado. Esto –no obstante- no
es tan fácil cuando se trata de una relación terapéutica en donde tenemos una
responsabilidad ética y legal como profesionales de la salud.
Estoy convencido que en los próximos años se
modificarán las legislaciones y los Códigos de Ética Profesional para adaptarse
a esta nueva realidad. Y seguramente cuando esto pase, la virtualidad también
comenzará a ceder ante una nueva tecnología que hoy ni siquiera podemos
imaginar. Le tocará al Psicoanálisis actualizarse como ahora lo está haciendo
con la virtualidad.
Esto pondrá a prueba una vez más su
capacidad de adaptarse a los tiempos para seguir llevando ese alivio que genera
el pasar del “sufrimiento patógeno” a un “conflicto normal”, como ya nos dijo
hace cien años el maestro Sigmund Freud (27° Conferencia de Introducción al
Psicoanálisis: “La Transferencia”, 1917). Alivio que puede llegar en múltiples
plataformas o dispositivos siempre que permitan la circulación de la palabra y
de la escucha que aloja.
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