Psicoanálisis y virtualidad: cuando el paciente nos “deja en visto”

    La atención de pacientes a distancia no es algo nuevo. Ya Sigmund Freud a comienzos del siglo XX utilizaba cartas para comunicarse con pacientes que se encontraban en lugares lejanos. En 1959 el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos implementó un sistema de atención remota mediante circuito cerrado de televisión. En 1966 se lanzó el Satélite ATS para proporcionar servicios sanitarios a distancia a habitantes de las islas del Pacífico sin acceso a profesionales de la salud. En 1986 la Universidad de Cornell (New York) implementó un Servicio de Atención Gratuita por teléfono, algo que luego se incluiría en los Nomencladores del Departamento de Salud y de la Administración de Veteranos de ese país. La terapia online empezó a crecer lentamente a nivel mundial a fines del siglo XX.

   Pero así como otras disciplinas de la salud la incorporaron más rápidamente, en el psicoanálisis –paradójicamente ya que Freud fue pionero- la atención remota se popularizó recién durante la pandemia desatada en 2020. Comenzaron a aparecer entonces experiencias de pacientes que dejaban de asistir a las sesiones y, cuando se les preguntaba por mensaje si se les continuaba guardando el horario, dejaban “en visto” sin volver a responder. En otros casos, tras algunos mensajes acordando el horario de una sesión, el paciente no se presentaba y bloqueaba al analista sin darle explicaciones.

   En un artículo anterior (Ghosting: el fantasma de nuestros tiempos”), me refería al Ghosting, la práctica de desaparecer o “hacerse el fantasma” con personas con las que se tiene un vínculo virtual sin dar explicaciones ni volver a comunicarse. Esto genera ansiedad en el contacto porque se ignora que pasó con la otra persona (incluso si está viva) e imposibilidad de dar un cierre a la relación.

   Para Freud (“Dinámica de la Transferencia”, 1912), la Transferencia  es la actualización de vínculos con personas significativas en la figura del profesional. Si el paciente fue rebelde con los padres, ahora lo será con el analista. Los investigadores contemporáneos Wang Yi Ran y Santiago Thompson (“Los WhatsApp del analista”) utilizan el concepto de Transferencia Online, en donde el paciente repite  con el psicoanalista los mismos juegos que practica con otras personas en las redes sociales. Si está acostumbrado a ignorar cuando no le interesa un contacto o “dejar en visto” a alguien con quién quiere terminar la relación, hará lo mismo cuando ya no desee comenzar o continuar en análisis. Como dice Diana Sahovaler (El sujeto escondido en la realidad virtual, 2016), conexión no es sinónimo de comunicación, a veces es otra forma de ocultamiento.

   Al igual que lo sucedido en el ghosting, esto no se da sin angustia para el psicoanalista. Es imposible no preguntarnos si el paciente se encuentra bien o ha sufrido algún problema, si nuestra intervención fue la correcta o si esto nos traerá algún inconveniente a futuro. Si el paciente paga con su dinero pero también con su angustia (Jacques Lacán, La dirección de la cura y los principios de su poder, 1958), en este caso nos ha dejado con una deuda doble: por no abonar las sesiones y por dejar la angustia del lado del psicoanalista.

   La atención a distancia por medio de las tecnologías de la información y el uso de redes sociales para la comunicación con los pacientes es parte de la adaptación y actualización del dispositivo psicoanalítico a los contextos de la época. También da cuenta de los cambios en las subjetividades y la transición de una Sociedad Industrial a una Sociedad de la Electrónica y las Comunicaciones.  

   Sin embargo, las Leyes y los Códigos de Ética Profesionales no cambian tan rápido como las tecnologías, y este desfase deja zonas grises que debemos estudiar y debatir. ¿Qué pasa si un paciente se lesiona voluntariamente o sufre un accidente un tiempo después de dejarnos en “Visto”? Si el paciente abandona “de facto” el análisis pero nunca informa de ello, ¿puede luego realizarnos un reclamo de abandono de su persona si no insistimos en comunicarnos? O al revés: ¿puede reclamarnos si le seguimos escribiendo cuando nos ha respondido con su silencio? ¿Tras cuantos “Vistos” cesa nuestra responsabilidad profesional?

   En el artículo antes citado, refería que el alivio a la ansiedad provocada por el ghosting se produce cuando reconocemos que no fuimos responsables de la forma de responder de la otra persona y que no toda relación tendrá el final esperado. Esto –no obstante- no es tan fácil cuando se trata de una relación terapéutica en donde tenemos una responsabilidad ética y legal como profesionales de la salud.

   Estoy convencido que en los próximos años se modificarán las legislaciones y los Códigos de Ética Profesional para adaptarse a esta nueva realidad. Y seguramente cuando esto pase, la virtualidad también comenzará a ceder ante una nueva tecnología que hoy ni siquiera podemos imaginar. Le tocará al Psicoanálisis actualizarse como ahora lo está haciendo con la virtualidad.

   Esto pondrá a prueba una vez más su capacidad de adaptarse a los tiempos para seguir llevando ese alivio que genera el pasar del “sufrimiento patógeno” a un “conflicto normal”, como ya nos dijo hace cien años el maestro Sigmund Freud (27° Conferencia de Introducción al Psicoanálisis: “La Transferencia”, 1917). Alivio que puede llegar en múltiples plataformas o dispositivos siempre que permitan la circulación de la palabra y de la escucha que aloja.



Publicado en: https://www.psicoactiva.com/blog/psicoanalisis-y-virtualidad-cuando-el-paciente-nos-deja-en-visto/  

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