Actividad física y neuroplasticidad


   Galileo Galilei citaba un viejo principio de la filosofía natural: “Ignorata motu, ignoratur natura” (quién ignora el movimiento ignora la naturaleza). Previamente Aristóteles (Física) había definido al movimiento como la puesta en acto de lo que está en potencia: es surgimiento, despliegue, crecimiento, alteración y traslación.

   Las investigaciones actuales parecen darle la razón a Aristóteles y a Galileo. El movimiento es una puesta en acto de la naturaleza, pero también es salud. La actividad física no solo ayuda a prevenir y mejorar condiciones como la diabetes, obesidad, enfermedades cardio-respiratorias, auto-inmunes o músculo-esqueléticas, sino que también es fundamental para nuestra salud cerebral y mental.

   El concepto de plasticidad neuronal no es fácil de definir. Originalmente se usaba para referirse a la compensación de funciones que llevaba adelante un área del cerebro cuando otra resultaba dañada. Hoy tenemos un concepto más amplio que se refiere a los cambios en la arquitectura y funcionalidad del sistema nervioso (a nivel molecular, celular, de tejidos y comportamentales) para adaptarse al entorno y facilitar el aprendizaje.

   ¿En dónde entran aquí la actividad y la movilidad física? Hacer ejercicios regularmente, salir a caminar o bailar aumentan el flujo de sangre, oxígeno y nutrientes hacia el cerebro, favoreciendo la neurogénesis (reproducción neuronal) en el hipocampo (asociado a la memoria), la creación de nuevas sinapsis (conexiones neuronales), y la producción de neurotransmisores y hormonas (para la comunicación entre neuronas).

   La actividad física también ayuda a la salud mental reduciendo el estrés, la depresión y la ansiedad, y mejorando Funciones Ejecutivas Superiores como la memoria, la concentración y la toma de decisiones. Esto favorece el aprendizaje y la creatividad, al mismo tiempo que reduce el riesgo de demencias como el Alzheimer o el Parkinson.

   En las Personas Adultas y Mayores la actividad física ayuda a compensar las pérdidas neuronales que se dan como consecuencia de los procesos de envejecimiento y favorece la creación de nuevas conexiones. Las personas mayores que realizan actividad física tienen menos posibilidades de padecer demencias, esclerosis u otras enfermedades neurodegenerativas.

   A esto se suman otros beneficios. La mejora del estado y la apariencia física redunda en mayor autoestima y sensación de bienestar general. La realización de actividades físicas con otras personas permite crear nuevos vínculos sociales a edades avanzadas en donde los familiares y las amistades de la misma generación comienzan a fallecer. La vida social contribuye a la neuroplasticidad, el aumento de las Reservas Cognitiva y Vincular, y al envejecimiento activo y saludable.

   Un reciente estudio publicado en The Journal of Physiology (enero 2023) y realizado a 12 voluntarios de entre 18 y 56 años muestra que solo 6 minutos de actividad física al día ayudan a la producción de la proteína BDNF (Factor Neurotrófico derivado del cerebro), que favorece el crecimiento y supervivencia de nuevas neuronas, así como de sinapsis y vías de señalización. Los voluntarios fueron sometidos a 20 horas de ayuno, 90 minutos de ciclismo y 6 minutos de ciclismo vigoroso: la última actividad incrementó hasta cuatro o cinco veces la producción de BDNF. En la segunda los niveles fueron menores y el ayuno no mostró cambio favorable alguno.

   Por ende, no es necesario ser un atleta de alto rendimiento para tener una vida saludable. Con pocos minutos al día de ejercicio intenso o actividades físicas diarias podemos mejorar considerablemente nuestra salud física y mental, prevenir enfermedades, convertirnos en ciudadanos más activos en la comunidad y disfrutar de un envejecimiento saludable.

   Siempre es conveniente consultar a profesionales especializados (kinesiología, terapia ocupacional, fisioterapia, fisiatría) acerca de cuál es la actividad más adecuada y la forma correcta de realizarla a fin de evitar daños, lesiones o agotamiento innecesario.

   Si el sedentarismo en un factor de riesgo, el movimiento es un factor de surgimiento, crecimiento y despliegue -como sostenía Aristóteles- de nuestras capacidades y potencialidades cerebrales, físicas, psíquicas y sociales.


Agradecimiento: a la doctora Alejandra Ferreira por leer el texto y realizar comentarios.


Publicado en revista cultural Cocoliche, N° 152, marzo de 2023.

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