El Infame Proceso de Bragado (artículo histórico)
“En la historia antigua de nuestro pueblo leemos de castigos terribles. Con lo que no pretendemos, para nada, defender el sistema penal actual”. Franz Kafka; Fragmentos de cuadernos y hojas sueltas.
Casi un año antes de
estos hechos, el 6 de septiembre de 1930, se había producido un golpe de estado
encabezado por el general José Félix Uriburu (alias “von Pepe” por su adhesión
al nazifascismo) contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen, de la Unión Cívica
Radical (UCR), primer presidente elegido por el voto “universal” masculino.
Esta interrupción al orden constitucional contó con el apoyo del sector
anti-yrigoyenista de la UCR, el conservador Partido Demócrata Nacional (PDN),
el Partido Socialista Independiente (PSI), la Sociedad Rural Argentina,
sectores empresariales, y la Corte Suprema de Justicia que, de manera infame,
ratificó el golpe mediante una Acordada. En la oposición al régimen se ubicaban
el yrigoyenismo, el Partido Socialista (PS), el Partido Comunista (PC), los
movimientos anarquistas y los sectores más combativos de la clase obrera
(ferroviarios, construcción, estibadores, gráficos), muchos de los cuáles
formarían luego los primeros frentes anti-fascistas.
El dictador Uriburu,
que en su primer discurso dijo que “venía a limpiar el país de gallegos y
gringos anarquistas”, vio en este crimen la posibilidad de golpear a los
movimientos políticos opositores, acusándolos del hecho. Por este motivo la
investigación policial y judicial se orientó de inmediato a la persecución de
anarquistas, yrigoyenistas y socialistas. En los días siguientes se produjeron
más de 30 detenciones en todo el país.
Por una denuncia
anónima en la Comisaría de Bragado el 16 de agosto fueron detenidos: el obrero
ferroviario Pascual Vuotto, argentino, en la Estación Blas Durañona (Partido de
25 de Mayo); y los ladrilleros Reclus De Diago, español, y Juan Rossini,
italiano, en el Partido de Castelar, y su compañero Santiago Mainini, italiano,
en Lomas del Mirador (Partido de La Matanza). Hay que destacar que la mayoría
de los detenidos eran militantes anarquistas, miembros de dos sectores
combativos del movimiento obrero (ferroviarios y ladrilleros) y –excepto
Vuotto- eran extranjeros indeseables para el régimen: gallegos (españoles) y
gringos (italianos). También resultó detenido el radical yrigoyenista Juan
Perutti, que se suicidó en su celda cortándose el cuello con una botella.
Nunca se investigó, en
cambio, la posible responsabilidad de Rafael Chullivert en el atentado. Este
dirigente conservador había sido separado del PDN tras un enfrentamiento con
Blanch, además de ser rechazado sentimentalmente por su hijastra o su cuñada
(según los diferentes testimonios). En 1985, el periodista Carlos
Jordán recogió el testimonio de Miguel Lorda, quien identificó como
autor del crimen a Chullivert: “Era jefe de Encomiendas en el Ferrocarril de
la estación de Bragado (…) Tiempo después de la bomba, Chullivert asesina a su
compañera y a dos hijos de ésta y luego se suicida. Antes de suicidarse deja
unas notas: al juez, a la policía y a su familia, donde pide perdón y se hace
cargo del atentado a Blanch. (...) Estas cartas fueron tomadas por la policía y
nunca se presentaron para redimir la pena de los inculpados. Los pobres
detenidos siguieron cargando con algo que no habían hecho”[1].
Pascual Vuotto denuncia en su libro que el Comisario de Bragado Enrique Williman
destruyó las cartas que había dejado el suicida confesando la autoría de ambos
crímenes[2].
De los cinco
detenidos, tres de ellos fueron llevados a juicio: Vuotto, Mainini y De Diago.
La defensa de los mismos estuvo a cargo de los abogados Carlos Sánchez
Viamonte, Enrique Corona Martínez y Gabriel Bajardi. Lo que pasó a conocerse
como “el Proceso de Bragado” o “el caso de los Presos de Bragado” generó mucha
solidaridad obrera e internacionalista, llegando a ser comparado con los
“Mártires de Chicago” (1886), el “affaire Dreyfus” en Francia (fines del siglo
XIX) o el “Caso de Sacco y Vanzetti” (1927). Vuotto llegó a decir que él y sus
compañeros fueron la versión criolla de los juicios de Boston contra los
militantes anarquistas. Incluso Chullivert puede ser comparado con Celestino
Madeiros, quien confesó los crímenes por los que se condenó a Sacco y Vanzetti,
y que no fue tenido en cuenta por los tribunales.
Las pruebas
presentadas por la acusación, a cargo del fiscal Juan Carlos Augé, se basaron
en testimonios contradictorios e incoherentes de supuestos testigos y en
declaraciones tomadas de los acusados luego de estar 10 días incomunicados en
la Comisaría de La Plata y de sufrir “23 días de inenarrables tormentos”[3].
La policía también torturó al niño de 12 años Héctor Woollands, que vivía en
casa de Vuotto, para que lo acusara[4].
Las torturas sufridas
por los detenidos fueron constatadas por el médico policial Francisco Melitón
Macaya, quién en el juicio declaró que Vuotto y otros detenidos padecían
hematomas y lesiones varias resultado de torturas diversas sufridas en la
Comisaría de La Plata. Uno de los reconocimientos fue realizado en colaboración
con el médico municipal Cosme Argerich, quien también pudo ver el estado
lamentable de los detenidos.
Vuotto reconoce al
doctor Macaya como “un hombre de talla moral”: “decir la verdad, para
él, era firmar su separación del cargo y provocar la ira de sus convecinos,
predispuestos por la prensa general –véase cualquier diario después del 6 de
agosto-. Pero había en él un acervo de virtudes que hicieron de Pericles un
ciudadano eminente. Socrates se autoinmoló en aras de sus principios de respeto
a la ley. El doctor Macaya rindió tributo a la verdad y la Justicia y marchó al
ostracismo serenamente, con una olímpica indiferencia a sus detractores”[5]. Por esto fue separado del cargo, se le abrió
un sumario por “falso testimonio” y debió mudarse a Trenque Lauquen por la
seguridad de su familia[6].
No encontramos la
misma opinión acerca del juez Juan Carlos Díaz Cisneros: “El mismo juez que
constató la pared ensangrentada donde me «visitó» y ante mi queja me manifestó
que «no me molestarían más» y ordenó la instrucción de un sumario por mi
acusación a la Policía que fue una farsa”[7].
Durante la dictadura
de Uriburu se creó la Sección Especial de la Policía Federal Argentina, a cargo
de Polito Lugones, que fue la primera que comenzó a torturar con picana
eléctrica, algo que copiarían las fuerzas de todo el país.
La versión oficial de
los hechos menciona que los acusados se encontraron en una quinta de Bragado el
día 16 de julio para participar de una reunión clandestina, como no podía ser
de otra manera dado que la dictadura restringía la actividad política y
gremial. La reunión sucedió realmente, pero el objetivo era realizar una
colecta de fondos. Cuatro días después –el 20 de julio- se produjo el fallido
levantamiento del teniente coronel Gregorio Pomar contra el gobierno de
Uriburu. Ante el fracaso de éste, se habría planificado el atentado: la bomba
se construyó el 30 de julio y se despachó al día siguiente en la Oficina de
Correos de Olascoaga. En la indagatoria De Diago y Mainini coinciden en que ese
día tomaron el tren desde Blas Durañona –donde vivía Vuotto- las 4 AM y luego de trasbordar en 9 de Julio,
llegaron a Olascoaga a las 11,30 AM. Sin embargo, ese día no hubo servicio de
las 4 AM entre Blas Durañona-Olascoaga, lo que prueba que el testimonio de los
acusados fue obtenido bajo coacción. También hay contradicciones en torno al
envío del sobre: mientras en algunas declaraciones se dice que llegaron al
correo y estaba cerrado por lo que decidieron llevar el paquete en camión, otros
testigos aseguran que se lo rechazaron por estar roto el sobre, que lo
escondieron en una alcantarilla a la espera de la apertura del correo o que lo
enviaron desde Mechita. El ingeniero Juan Coretti, torpedista de la Marina que
actuó como perito, declaró además que las “confesiones” de los acusados
demostraban un desconocimiento total en materia de explosivos, por lo que no
podrían haber sido ellos los creadores de la bomba[8].
En cuanto a la
elección de Blanch y su familia como víctimas, se intentó justificar con el
hecho de que era un senador electo. Sin embargo, para el 31 de julio todavía no
se habían convocado a las elecciones del 8 de noviembre, por lo que Blanch ni
siquiera era candidato, y en las elecciones pasadas del 5 de abril –anuladas
por el régimen tras el triunfo del radical Honorio Pueyrredón- no había
resultado electo. Además de esto, los acusados no conocían ni tenían
enfrentamientos con Blanch, y el movimiento anarquista lo consideraba menos
corrupto y más accesible que el resto de los dirigentes conservadores. Incluso
había ayudado a muchos de ellos perseguidos, como el caso del obrero Bartolomé
Lorda, que gracias a sus gestiones pudo regresar a su España natal en lugar de
quedar detenido en el penal de Villa Devoto[9].
Pese a todo esto, los
acusados Vuotto, De Diago y Manini fueron condenados a Reclusión Perpetua el 31
de diciembre de 1934. Los otros acusados resultaron absueltos. La Cámara de
Apelaciones de Mercedes, en votación dividida, ratificó la sentencia y rechazó
la apertura de la causa a prueba. Lo mismo sucedería a nivel de la Suprema
Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires y la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en 1941.
Inmediatamente se
crearon en todo el país Comités de Solidaridad con los Presos de Bragado que
confluían en un Comité Nacional. Vuotto recuerda que para 1937 existían “80
comités formados por sindicatos obreros y hombres conscientes que se han
rebelado contra esa enorme injusticia cometida para reprimir las libertades
proletarias y cercenar los derechos ciudadanos que aseguran la libertad de
pensamiento. No hay en los centenares de hombres que conforman esos comités un
fin político o partidista, pues se ha excluido de esos comités toda
representación política e ideológica. No se ha perseguido otra finalidad que
luchar por la verdad y la justicia encarnecida por un juez y poner un vallado a
la prepotencia policial que todo lo avasalla”[10].
Las palabras de Vuotto
para referirse al Comisario Williman, al fiscal Augé, al juez Cisneros y al
sistema de justicia corrupta al que servían parecen escritas el día de hoy.
Los comités llevaron
adelante más de 500 acciones que incluyeron movilizaciones, pintadas de
murales, colecta de alimentos y ropa para los presos y sus familias, notas en
la prensa, telegramas a la Corte Suprema de Justicia y publicaciones
periódicas. Entre estas últimas se destacan los folletos: Los Presos de
Bragado (48 páginas, 2000 ejemplares) editado por el Comité Pro Presos y
Deportados de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), Las Torturas
de Bragado (95 páginas, 30.000 ejemplares), editado por el Comité Pro
Presos de Bragado de La Plata, y el periódico ¡Justicia!, que comenzó a
salir en 1940 y debió aumentar su impresión por la cantidad de ejemplares que
eran solicitados por organizaciones políticas y sindicales, así como por el
público general.
En 1935 el gobernador
y la Policía de la provincia de Buenos Aires iniciaron una causa contra los
Comités de La Plata y Mercedes, acusándolos de proponer en sus discursos “medidas
extremas” para lograr la libertad de los presos “a cualquier precio”.
Aunque el accionar de
los Comité se centró principalmente en la provincia de Buenos Aires, no fueron
menores las campañas de agitación que se realizaron en Córdoba, San Luis, el
norte argentino y Neuquén.
También se crearon
Comisiones de Mujeres solidarias con la causa, que creían que el reclamo de
justicia por Paula y María Enriqueta no debía ser una excusa para que se
cometiera otra injusticia. Vuotto destaca el papel de estas compañeras y las
pone al mismo nivel de las que participaron en la Revolución Francesa, la
Comuna de París y la lucha antifascista en España: “a estas mujeres quiero
hacerles justicia para que el olvido no las margine nunca”[11].
En 1935 el diputado
nacional socialista Guillermo Korn pidió ante el Congreso Nacional la
intervención de la provincia de Buenos Aires por irregularidades en el Poder
Ejecutivo, la Policía y el Poder Judicial, citando el Proceso de Bragado como
uno de los ejemplos más infamantes.
El “primer diputado
socialista de América” Alfredo Palacios también se acercó a llevar su
solidaridad con los prisioneros del régimen.
Cartas solidarias con
los presos comenzaron a llegar de todo el mundo, incluso de países tan lejanos
como Canadá, Francia o Suecia. El intelectual anarquista Diego Abad de
Santillán, que más tarde escribiría –entre decenas de obras- las monumentales Gran
Enciclopedia Argentina (11 tomos, 1964) e Historia Argentina (5
tomos, 1965), envió su solidaridad desde Barcelona, donde participaba de la
lucha anti-fascista.
En 1936 Vuotto publicó
el libro que-con dificultad- escribió en prisión: Vida de un proletario,
que tuvo numerosas reediciones. En 1938 la escritora chilena Gabriela Mistral
–que en 1945 ganaría el Premio Nobel de Literatura- le escribió al autor: “Estimado
Vuotto: Le agradezco mucho el regalo de sus dos libros y me he leído casi
entera su vida. Una de las pocas cosas que más me ha importado en este mundo es
la suerte del preso. No es un interés literario sino muy íntimo. Su caso me ha
conmovido en profundidad. Defienda su alma para conservar la esperanza y un
poco de alegría. Esta es indispensable para trabajar y sencillamente para
vivir. Yo sé que eso cuesta mucho, pero es heroicamente posible. Cuando usted
salga de allí, la vida le parecerá más ancha y más hermosa que nunca. Y yo no
dudo de que usted saldrá porque tiene amigos que velan porque se haga justicia”[12].
El presagio de la
poeta de los pobres y los perseguidos se cumplió a medias. Los presos
recuperaron su libertad, pero no se hizo justicia.
El 8 de julio de 1942
el gobernador de Buenos Aires Rodolfo Moreno, a instancias de su ministro
Vicente Solano Lima, firmó un decreto que conmutaba la pena de prisión perpetua
a 17 años, por lo que el 24 de julio quedaron en libertad condicional tras
cumplir 11 años de la sentencia. Ellos siempre se habían opuesto al indulto y
la conmutación de penas, porque eso significaba que se reconocía su
culpabilidad pero se les otorgaba un perdón. Vuotto, Mainini y De Diago querían
que se reconociera su inocencia y no el perdón del mismo Estado que los condenó
injustamente.
Pero más allá de esto,
su liberación fue el resultado de la movilización y la lucha popular. Aunque el gobernador Moreno era un
hombre del derecho y cómo legislador había propuesto reformas a la justicia en
defensa de las garantías constitucionales, no hubiera podido actuar de esa
manera sin el clamor popular de justicia.
Como lo justificó el
abogado defensor Enrique Corona Martínez: “La defensa agotó todos los
recursos legales sin éxito ante la magistratura, pero llevando al ánimo del
pueblo la convicción de que la condena importaba una tremenda injusticia. El
Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires, al conmutar la pena de
perpetuidad por la de 17 años de prisión, se ha mostrado más sensible y
ecuánime que los tribunales de justicia. La reparación es solo parcial, pero es
cuánto podía hacer quién la decretó… (…) Lo que no ha podido ni podrá salvarse
ya, es el prestigio de la administración de Justicia provincial”[13].
Tampoco podrán
salvarse los 11 años de vida cercenadas a los condenados o a sus familias a las
que privaron de su presencia cotidiana en ese tiempo.
Luego de la
liberación, los “presos de Bragado” continuaron con su militancia política y
social. Es más conocida la vida y trayectoria de Pascual Vuotto, porque la dejó
plasmada en dos libros: al escrito en prisión, se suma El Proceso de Bragado
¡Yo Acuso! (1991), publicado en su vejez. Según su hija Themis (nombre que
curiosamente significa “justicia”): “salió enfermo del sistema nervioso, y
ciego de un ojo, habiendo sido inocente y vivido once años en un submundo de
gente degradada”[14].
Posteriormente a su liberación fue Control de la Línea 19 de Colectivos de la
Capital Federal y el oeste del Gran Buenos Aires, gerente de la Cooperativa de
Seguros de La Plata y reorganizador de las filiales de la Capital Federal, Mar
del Plata, Necochea y Bahía Blanca, así como impulsor de las de Neuquén y
Cutral-Có. En Mar del Plata también apoyó a la Cooperadora de la Escuela Nº 53
(1968), fue miembro del Instituto Municipal de Crédito y Vivienda, presidente
de la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular “Juventud Moderna” (1969) y
respaldó la terminación del edificio del Teatro Diagonal con financiamiento del
Fondo Nacional de las Artes. Todas estas acciones culturales y cooperativas
fueron impulsadas por un hombre al que el fiscal del régimen Augé calificó como
“residuo, miasma de la alta cultura”.
Vuotto siguió
reclamando la reapertura de la causa, aún después de la muerte de Mainini y De
Diago. Sin embargo esto no fue posible porque una resolución de la Suprema
Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires, con fecha 2 de octubre de
1981 –cuando el país vivía otra dictadura-, ordenó la incineración de todos los
antecedentes contenidos en los legajos del periodo 1890-1940. En consecuencia,
los dos cuerpos del proceso, que se componían de 2800 folios, fueron alimento
de las llamas. Un país que desaparecía personas, también desaparecía las
vergüenzas de su justicia. Del caso solo quedaron las sentencias y documentos
reproducidos por los medios de entonces.
Agotada la vía
judicial, solo quedaba la legislativa para obtener algo de justicia. En 1991 el
diputado nacional socialista Guillermo Estévez Boero presentó un proyecto ante
ambas cámaras del Congreso Nacional que establecía lo siguiente: “Art. 1º:
Desagraviesé el nombre y la memoria de Santiago Mainini y Reclus De Diago por
la injusta sentencia que recayera sobre ellos condenándolos a la reclusión
perpetua por el homicidio de María Enriqueta Blanch y Paula Arruabarrena. Art.
2º: Desagraviesé el nombre de Pascual Vuotto por la injusta sentencia que
recayera sobre ellos condenándolos a la reclusión perpetua por el homicidio de
María Enriqueta Blanch y Paula Arruabarrena. Art. 3º: El Poder Ejecutivo
Nacional designará al funcionario que se constituirá en el domicilio de los
familiares de Santiago Mainini y de Reclus de Diago, y en el domicilio de
Pascual Vuotto para hacerles entrega de copia de la presente ley. Art. 4º:
Comuniquesé al Poder Ejecutivo Nacional”[15].
El proyecto, que presentaba
una extensa justificación de la inocencia de los acusados, contó con una
adhesión inesperada: Michael Dukakis, el gobernador del Estado Libre Asociado
de Massachusetts que en 1977 aprobó un decreto reivindicando póstumamente la
inocencia de Sacco y Vanzetti. Por los tiempos de la política, la Ley de
Desagravio Nº 24.233 no se aprobó hasta el 28 de julio de 1993. Vuotto había
fallecido el 16 de febrero, a los 89 años, sin llegar a ver concretado su
reclamo[16].
En 1995 la Ley Nº 666 de la provincia de Buenos Aires aprueba la creación de un
monumento a su memoria. En 2002 la provincia le hizo entrega a Themis Vuotto de
una pensión compensatorio equivalente a la de un veterano de la Guerra de
Malvinas[17].
Pobre y tardía compensación del Estado bonaerense ante tantos años de
injusticias.
Pasó casi un siglo y
las injusticias se siguen sucediendo: los crímenes impunes, los inocentes
víctimas de causas armadas, las confesiones obtenidas por torturas policiales
con la complicidad de la Justicia y los gobiernos, la manipulación de los
medios de prensa, el “manodurismo” y punitivismo de una parte importante de la
sociedad, las políticas represivas… Hasta que esto no cambie no existirán los
derechos humanos, la libertad, la justicia y la igualdad en el mundo.
Bibliografía:
[1] “Los Presos de Bragado”, Contextos de la Historia Nacional, http://contexthistorizar.blogspot.com/2009/03/los-presos-de-bragado.html, 5 de marzo de 2009.
[2]Vuotto, Pascual; El Proceso de Bragado ¡Yo acuso!, Buenos Aires, Colección Testimonios, Editorial Reconstruir, 1991, pp. 28- 32.
[3]Vuotto, Pascual; El Proceso de Bragado…, op. cit., pp. 48 y 92.
[4]Pigna, Felipe; “El poder, contra los presos de Bragado”, Clarín, Buenos Aires, 2 de diciembre de 2007.
[5]Vuotto, Pascual; El Proceso de Bragado…, op. cit., p. 43.
[6]Pigna, Felipe; “El poder, contra los presos de Bragado”, op. cit.
[7]Vuotto, Pascual; El Proceso de Bragado…, op. cit., p. 97.
[8] “1931-1943: el Proceso de Bragado”, Revista Retruco, marzo de 1982.
[9] “1931-1943: el Proceso de Bragado”, Revista Retruco, marzo de 1982.
[10]Vuotto, Pascual; El Proceso de Bragado…, op. cit., p. 157.
[11]Vuotto, Pascual; El Proceso de Bragado…, op. cit., p. 138.
[12]Vuotto, Pascual; El Proceso de Bragado…, op. cit., pp. 128-129.
[13]Vuotto, Pascual; El Proceso de Bragado…, op. cit., p. 161.
[14] “Los Presos de Bragado”, Contextos de la Historia Nacional, op. cit.
[15]Vuotto, Pascual; El Proceso de Bragado…, op. cit., p. 139.
[16] En el proyecto finalmente aprobado se unificaron los artículos 1º y 2º, y se modificó el 3º (que pasó al segundo lugar) debido a la muerte de Vuotto. Se puede leer completo en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/631/norma.htm.
[17]Clarín, Buenos Aires, 15 de octubre de 2002.
Publicado en el periódico La Quinta Pata, www.la5pata.net, del 6 de septiembre de 2020.
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