José de Saramago y los aportes culturales de las personas mayores (artículo)

 

  En el imaginario social se suele pensar a la vejez como una etapa tardía para comenzar a estudiar o aprender nuevos conocimientos. Esto es parte de los prejuicios viejistas o edadistas que asocian la edad madura con la decadencia y el déficit. Pero lo cierto es que el desarrollo de nuestras capacidades intelectuales y cognitivas no se detiene en ningún momento de la vida, aunque pueda tener diferencias cualitativas y cuantitativas entre una y otra etapa.

   Otras personas suelen asociar la vejez con la llegada de la sabiduría, aunque hay investigaciones que demuestran que esto no se tiene que dar necesariamente. Esta idea es la otra cara de la misma moneda: al ver a las personas mayores como sabias se dejan de percibir como capaces de aprender nuevos conocimientos. La doctora Roxana Kreimer publicó en su canal de YouTube un video en donde explicaba porqué a los 60 años decidió comenzar a estudiar Derecho, pese a tener una larga trayectoria como filósofa y científica social.

   La misma disciplina que se ocupa de estudiar las técnicas y metodologías del aprendizaje y la educación lleva esta discriminación en su nombre: Pedagogía proviene de las palabras griegas paidos (niños) y gogía (llevar, conducir). Por eso en los últimos años se han popularizado los conceptos de andragogía (de andros: hombre) y geragogía (de geros: viejo) para referirse a la educación de las personas adultas en la primera y de personas mayores específicamente en la segunda.

   Artistas, empresarios, deportistas y científicos realizaron grandes aportes a edades adultas, aunque la mayoría llevaba trabajando en el rubro desde su juventud. Ahora vamos a mencionar brevemente el caso del escritor portugués José Saramago.

   José de Sousa Saramago nació en la aldea de Azinhaga (ayuntamiento de Golega) el 16 de noviembre de 1922. Provenía de una familia rural de bajos recursos. Aunque su madre era analfabeta, le inculcó amor por el saber y el estudio. A los 12 años comenzó a estudiar en Lisboa –donde su familia se había trasladado en 1925-, pero debió abandonar a los 15 años por problemas económicos. Sus estudios autodidactas le permitieron entrar como administrativo en el Servicio de Seguridad Social. Fue editor, traductor y periodista de medios como Seara Nova y Diario de Noticias. Miembro del Partido Comunista Portugués, participó en la Revolución de los Claveles, que en 1974 derrocó a la dictadura fascista de Antonio de Oliveira Salazar.

   Aunque desde joven estuvo ligado al mundo literario y había publicado algunos libros como Tierra de Pecado (1947) Poemas posibles (1966) o Manual de Pintura y Caligrafía (1977), su carrera como novelista empieza a tomar trascendencia cerca de los 60 años. En 1980, a poco de cumplir  58 años, publicó la novela Alzado del suelo. Ese fue el comienzo de una exitosa carrera literaria que va a florecer habiendo ingresado a la vejez: Viaje a Portugal (1981) Memorial del Convento (1982), El año de la muerte de Ricardo Reis (1984), La Balsa de Piedra (1986), La Segunda muerte de San Francisco de Asis (1987), El cerco de Lisboa (1989), El evangelio según Jesucristo (1991) –obra polémica que retrasó la entrega del Premio Nobel-, Ensayo sobre la Ceguera (1995), Cuadernos de Lanzarote I y II (1997), Todos los nombres (1997) y Cuento de la isla desconocida (1998), entre otras. Las temáticas sociales y las motivaciones humanas fueron el tema central de su obra, así como la crítica al conservadurismo de la política y la Iglesia.

   Tenía 76 años cuando en 1998 la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura a “quien con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía continuamente nos permite una vez más aprehender una realidad elusiva”. Fue el primer escritor en lengua portuguesa en recibirlo.

   Sin embargo, obtener el máximo galardón literario no fue el fin de su carrera sino el comienzo de lo que –desde mi apreciación personal- es lo mejor de su obra. La Caverna (2000) es una alegoría al mito platónico adaptado a los tiempos actuales: un centro comercial que crece hasta devorar la ciudad, las mentalidades alienadas por el consumismo y un horrible secreto que se esconde bajo los pies de los clientes que circulan el lugar. El Hombre duplicado (2002), Ensayo sobre la lucidez (2004) –una continuación de su obra de 1995 con la misma pregunta: ¿cuál es la responsabilidad de quién es capaz de ver cuando la mayoría mantiene los ojos cerrados?-, Intermitencias de la muerte (2005), Poesía completa (2005), Las pequeñas memorias (2007), El viaje del elefante (2008) y Caín (2009) completan su obra posterior al Nobel.

   José Saramago falleció el 18 de junio de 2010 en Lanzarote, Islas Canarias, a donde se había mudado en 1991 con su esposa, la periodista española Pilar del Río (se habían casado en 1988). Tenía 87 años y los últimos 30 los dedicó profundamente a la literatura. Póstumamente se publicaría: José Saramago en sus palabras (2010), El autor se explica (2010), El ultimo cuaderno (2011) y Claraboya (2012).

   Aunque Saramago no empezó a escribir en su vejez, fue a comienzos de esta cuando llegó a su máxima producción, calidad y creatividad. La creatividad y la capacidad para aprender no es patrimonio exclusivo de la juventud. Mientras estamos de este lado de la línea de la vida siempre podemos seguir estudiando y creando.

   Y quién sabe: quizá ganar un Premio Nobel como la figura cuya biografía reseñamos.


Nota

Trabajo realizado para el Curso AKOMPANI: Buenas prácticas en intervención hacia personas mayores, organizado por la Dirección General de Inclusión y Promoción Social, Secretaría de Integración Social para Personas Mayores, Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires. 1° cuatrimestre de 2022.

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