El CIE-11 y los intentos de patologización de la vejez
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La CIE -o ICD (International
StatisticalClassification of Diseases) por sus siglas en inglés- es un sistema
diseñado para promover la comparación internacional de la recolección,
procesamiento, clasificación y presentación estadística de signos, síntomas,
circunstancias sociales y causas externas de morbilidad y mortalidad. El
Instituto Internacional de Estadísticas comenzó a publicarla en 1893, pero la
OMS se hizo cargo de la mismaa partir de
la sexta edición en 1948. La vigente en la actualidad es la CIE-10,
publicada en 1990. Aunque es una clasificación internacional de uso en todos
los países adheridos a la OMS, algunos como Canadá, Estados Unidos, Alemania y
Australia incorporaron extensiones propias al código de la CIE. La primera
versión de la CIE-11
se publicó el 18 de junio de 2018 para ser aprobada por la Asamblea Mundial de
la Salud (AMS) en 2019, y entrará en vigencia en enero de 2022 (1).
Sin embargo, esta nueva edición viene con
polémicas. Una de ellas es que considera a la Vejez(Old Age) como una
patología bajo el código MG2A e incluye: 1) vejez sin mención de psicosis; 2)
senescencia sin mención de psicosis; y 3) falta de fuerza senil (2).
En su sitio web la OMS dice que “Desde un punto de vista biológico, el
envejecimiento es la consecuencia de la acumulación de una gran variedad de
daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo, lo que lleva a un descenso
gradual de las capacidades físicas y mentales, un aumento del riesgo de
enfermedad, y finalmente a la muerte”. Sin embargo, en el párrafo siguiente
aclara que “esos cambios no son lineales
ni uniformes, y su vinculación con la edad de una persona en años es más bien
relativa. Si bien algunos septuagenarios disfrutan de una excelente salud y se
desenvuelven perfectamente, otros son frágiles y necesitan ayuda considerable”
(3).
Esta decisión de la OMS es peligrosa ya que
refuerza estereotipos negativos y actos de violencia simbólicas contra las
personas mayores. La vejez es una etapa de la vida que puede llevarse adelante
de manera saludable, con independencia, autonomía y buena calidad de vida. Por
ello su inclusión en la CIE no solo contradice tratados internacionales como la
Convención
Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas
Mayores
(2015), sino también las mismas resoluciones del organismo internacional que en
diciembre de 2020 declaró el Decenio del
Envejecimiento Saludable (2021-2031) a fin de promover acciones tendientes
a construir una sociedad justa, igualitaria y sin discriminación para todas las
edades.
Por este motivo es que se han multiplicados
los rechazos a esta medida. El Área de Adultos y Adultas Mayores del Instituto
Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) expresó
que: “Desde el INADI se entiende la vejez como una etapa natural más, y no
patológica, del curso de la vida. El envejecimiento está dentro del proceso
evolutivo de la vida, es un ciclo vital que en ningún caso constituye en
sí mismo un proceso patológico, un estado de enfermedad o de disminución de
capacidad. Por esa razón, instamos
a promover cambios en la mirada social hacia nuestros adultos y adultas
mayores, con el fin de desterrar los prejuicios, estereotipos, las imágenes y
creencias negativas construidas alrededor de la vejez, de modo de fomentar el
sostenimiento de su autonomía, la capacidad de decisión y la vida
independiente de las personas adultas mayores”(4).
La Asociación Latinoamericana de
Gerontología Comunitaria (ALGEC) y el Centro de Estudios de Políticas para
Personas Mayores (CEPPEMA) repudiaron con “fuerza
y convicción” esta medida señalando que priva a las personas mayores de ser
consideradas como “sujetos de derecho”. En su comunicado destacan “las valiosas contribuciones actuales y
potenciales de la persona mayor al bienestar común, a la identidad
cultural, a la diversidad de sus comunidades, al desarrollo humano, social y
económico y a la erradicación de la pobreza” y señalan que “la vejez debe ser comprendida como
una construcción social y como la última etapa del curso de vida, y
el envejecimiento como un proceso gradual que se desarrolla durante
todo el curso de vida” (5).
La Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos (APDH) y legisladores en el Congreso de la Nación también se
pronunciaron en rechazo a esta medida.
Una de las declaraciones más contundentes
por la cantidad de firmantes (más de 60 organizaciones gerontológicas y
sociales de Argentina y el extranjero) es la titulada “¡La Vejez no es una Enfermedad!”. Comienzan señalando la clara
contradicción que existe entre esta decisión de la OMS y los numerosos tratados
internacionales que protegen los derechos de las personas mayores, tales como
los Principios de las Naciones Unidas en
favor de las personas de edad (1991), la Proclamación sobre el Envejecimiento (1992), la Declaración Política y el Plan de Acción
Mundial sobre el Envejecimiento de Madrid (2002) y la citada Convención Interamericana (2015).
A continuación declaran que incluir a la
vejez como una enfermedad: “1) Es un
error conceptual. Durante la vejez, al igual que en las demás etapas del ciclo
vital, se producen modificaciones bio-psico-social sin que per se constituyan
lesiones o trastornos que la OMS define como enfermedad; 2) Su inclusión no
cuenta con bases científicas cuantitativas y cualitativas sólidas; 2) Consolida
un concepto falso en torno a esta etapa de la vida; 3) Promueve estereotipos y
prejuicios negativos, sumamente difíciles de revertir una vez que se
naturalizan; 4) Fomenta el desarrollo de creencias, conductas, prácticas
sociales y discursivas, políticas económico-sanitarias y legislaciones
viejistas, es decir, discriminatorias de las personas solo a causa de ser
mayores”.
Por este motivo: “Rechazamos enfáticamente la inclusión de la vejez como enfermedad
dentro del International Code of Diseases (ICD); Instamos a las entidades
internacionales, a los Estados y a la comunidad a realizar las acciones
pertinentes para prevenir, erradicar y sancionar todo viejismo cultural, ya que
las personas mayores tienen la misma dignidad, derechos y libertades
fundamentales que todas las demás” (6).
Entre las organizaciones firmantes de la Declaración
se encuentran: la Universidad de Buenos Aires (UBA), CONICET, International
Longevity Center Argentina, Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires,
Asociación de Defensores del Pueblo de la República Argentina, Sociedad
Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), Asociación Gerontológica
Argentina (AGA), AMIA, Gobierno de la Provincia y Municipalidad de Corrientes,
Universidad Nacional de Rosario (UNR), Sociedad Mexicana de Geronto-Geriatría
(SMGG), Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), Universidad Autónoma de
Entre Ríos (UAdER), Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos
Aires (UNNOPBA), Colegio de Abogados de la Provincia de Córdoba y Defensoría de
los Adultos Mayores de la Provincia de Buenos Aires, para mencionar algunas de
las más destacadas.
La
doctora Mónica Gelsi, ginecóloga, sexóloga, educadora sexual y docente con 40
años de experiencia, al ser consultada para esta nota, expresó que “como mujer, madre y médica de 65 años
considero que estoy transitando una hermosa etapa fisiológica de la vida.
Palpitando la futura vejez sin medicamentos que será el resultado
de mi estilo de vida saludable. Pienso que la OMS, está equivocada. Ahora, si
consideran a la vejez una enfermedad para que las obras sociales o el Estado
cubran el 100% de los medicamentos, no me opondría. A los jubilados no les
alcanza para comprarlos”.
Esta es la realidad de muchas personas
mayores en diferentes países del mundo, en donde a la precariedad de la vida,
se le suman la falta de asistencia sanitaria. Se calcula que para 2050 las
personas mayores de 60 años serán el 22% de la población mundial, ya que la
pauta de envejecimiento actual es mayor que en cualquier otra época de la
historia. El 80% de esta población vivirá en países de ingresos medianos o
bajos (7).
Por este motivo es
necesario comenzar desde ahora a implementar políticas sociales y sanitarias
para toda la población, pero en especial para este sector etario que es quién
más crecimiento va a experimentar. Es importante, al mismo tiempo, que esto se
haga sin caer en prácticas discriminatorias y patologizadoras.
El Ageismo,
Viejismo, Edadismo o Gerontofobia
es la estereotipacióny discriminación de una persona por motivos de su edad. El
término fue utilizado por primera vez en 1968 por el psiquiatra gerontólogo
Robert Butler basándose en conceptos similares como sexismo, racismo o
clasismo, y definió los tres elementos que lo componen: a) actitudes
perjudiciales hacia la vejez, las personas mayores y el proceso de envejecimiento;
b) prácticas discriminatorias hacia las personas mayores; y c) prácticas
institucionales y políticas que perjudican a este sector etario (8).
En base a esto, podemos decir que el intento
patologizador de la OMS se enmarca dentro de las prácticas ageistaso viejistas ya
que supone un perjuicio hacia las personas mayores y la vejez que refuerza las
discriminaciones y los estereotipos. Al considerar que una persona es enferma
solo por su edad, se le priva –total o parcialmente- de su condición de “sujeto
de derechos”. Pasa a ser alguien que debe ser curado o cuidado, permitiendo
prácticas que muchas veces atentan contra su voluntad y autonomía. Esto será un
regalo para las farmacéuticas y corporaciones médicas que utilizarán los
cuerpos de las personas mayores para depositar fármacos y artefactosmédicos
que, en muchos casos, no serán necesarios, porque el “paciente” no tendrá otra
“enfermedad” que su propio envejecimiento.
Así
mismose priva a la sociedad de los aportes que puede realizar un sector de la población
que –de acuerdo a las tendencias mundiales- viene haciéndose cada vez más
numeroso.
¿Qué pasará con una persona de 65 que quiera
sacar una licencia de conducir? ¿Se le harán las mismas pruebas que al resto de
la población o solo por su edad se considerará que es enferma y, por ende, se
le negará el derecho a conducir? ¿Y con aquellas que quieran seguir ejerciendo
una profesión? A las que quieran seguir viviendo solas o en su hogar,¿se les
obligará a tener un cuidador o vivir en una residencia contra su voluntad por
“estar enfermas”? Son preguntas que no tenemos respuesta, pero que es necesario
pensar en base a esta decisión de la OMS.
La vejez no es una enfermedad, sino una
etapa de la vida con sus características particulares, su riqueza y su
diversidad. Permitir esta inclusión en la CIE supondrá un retroceso en los
derechos humanos de las personas que la transitan y de toda la sociedad en
general. Porque cuando se atenta contra un derecho, todos los demás están
amenazados.
¡No al edadismo! ¡No a la inclusión de la
vejez como enfermedad en la CIE-11! ¡Por el derecho al envejecimiento saludable
con autonomía y libertad de decisión!
Agradecimientos:
A la doctora Isolina Dabove y a la doctora
Mónica Gelsi que realizaron aportes y testimonios para esta nota.
Notas:
(1)
Wikipedia, www.wikipedia.es, artículos: “Clasificación
Internacional de Enfermedades” y “CIE-11”.
(2)
Sitio web de la CIE-11 en español: https://icd.who.int/browse11/l-m/es#/http%3a%2f%2fid.who.int%2ficd%2fentity%2f835503193.
(3)
OMS; “Envejecimiento y Salud”, https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/envejecimiento-y-salud, 5 de febrero de 2018.
(4)
https://www.argentina.gob.ar/noticias/la-vejez-no-es-una-enfermedad.
(5)
https://www.algec.org/la-vejez-no-es-una-enfermedad/.
(6)
El Documento completo se puede leer en: https://www.fcedu.uner.edu.ar/wp-content/uploads/2021/06/Comunicado-Vejez-no-es-enfermedad.pdf
(7)
OMS; “Envejecimiento y Salud”, op.
cit.
(8)
Wikipedia, www.wikipedia.es, artículos: “Discriminación por
edad”.
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