La despedida a través de un sueño (cuento)

 

Poder decir adios, es crecer

Gustavo Ceratti (Adios“, del disco Ahí vamos, 2006)


   No recordaba cómo había llegado a ese lugar, pero parecía una Residencia de Larga Estadía ubicada en las montañas. En la mesa de entrada, una joven de aspecto amable atendía desde un mostrador. Me acerqué a ella y le pregunté:

   - ¿Se encuentra mi tía?

   - Sí, reside en este lugar desde hace unos años -me respondió-. Lo llevaré a su habitación.

   Me condujo hasta un monoambiente pequeño, pero cómodo. Los muebles de madera y el orden del lugar daban un aspecto hogareño y familiar. Mi tía se acercó a saludarme con un abrazo.

    - Pasaron muchos años -me dijo.

E inmediatamente quiso saber:

   - ¿Cómo está tu abuela?

   - Te espera para jugar a las cartas.

   Mientras preparaba unos mates con hierbas aromáticas y cáscaras de limón, me preguntó por mi vida. Le conté de las múltiples mudanzas, de los cambios de empleo, de los vaivenes económicos, del tráfico en la gran ciudad...

   El ambiente era familiar, pero algo me inquietaba. Comencé a mirar alrededor. Las mesas, las sillas, la cocina: todo era como en su casa. Sobre una repisa se apilaban adornos, imágenes religiosas y fotografías familiares. Nada fuera de lo común.

   Hasta que lo vi: en una pared había un calendario con una pintura de Quinquela Martín que indicaba la fecha “Agosto 2025”. 

   - Esto no es posible – le dije.

   - ¿Por qué?

   - Porque falleciste durante la Pandemia de 2020. Viajaste a ver a tu hija antes de que se declarara la Cuarentena y ya no pudiste regresar. Unos meses después nos daban la noticia de tu muerte, sin poder despedirnos.

   En ese momento una neblina inundó todo el lugar. Cuando se disipó, me encontraba de pie en la puerta mirando una habitación vacía.

   Salí de la Residencia. Frente a mí se alzaba un pequeño bosque de Araucarias y de fondo la majestuosa Cordillera de los Andes. La joven que me atendió en la entrada se encontraba trabajando en el jardín. Le pregunté en qué dirección quedaba el sur y no supo responderme.

   - No te preocupes, encontraré mi camino- me despedí.

Sabía que el sueño estaba llegando a su fin, pero quería caminar una última vez por ese paisaje patagónico que extraño cada día de mi vida. Si para Freud los sueños son una manifestación de cumplimiento de deseos, yo agradezco a mi inconciente que me regaló, en una misma escena, la posibilidad de esta doble despedida.


Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 20 de agosto de 2025.




Publicado en El Narratorio Digital, Buenos Aires, N° 115, septiembre 2025.

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