Reseña: Historia de la Vejez en Argentina (1850-1950)
Otero, Hernán; Historia de la vejez en la Argentina (1850-1950), Rosario, Ediciones Prohistoria, 2020, 240 pp.
Si bien en Argentina
la temática del envejecimiento y la situación de las personas mayores estuvo
presente desde finales del siglo XIX, no fue hasta mediados del siglo XX que
comenzaron a realizarse estudios más específicos sobre este sector de la
población. Esto tiene que ver con una serie de factores: el aumento de la
esperanza de vida a los 60 años en las décadas de 1940-1950, las políticas
sociales que comenzaron a implementarse
y una coyuntura internacional de aumento demográfico de la población
mayor (Pirámides demográficas “envejecidas”). Por ello es que el investigador o
investigadora que se proponga realizar una historia de la vejez en los siglos
anteriores se va a encontrar con la dificultad de la carencia de fuentes.
Este problema es el
que pretende zanjar Hernán Otero con el presente libro. Históricamente las
personas mayores han sido consideradas como una clase “ahistórica” (que no
variaba en el tiempo), pasiva (no sirve para la guerra y la producción),
inofensiva (sin la radicalidad de la juventud) y sin participación en los
procesos sociales de su época. Por eso ha sido ignorada por la historiografía y
la demografía tradicional. El doctor Otero, gracias a su doble formación de
historiador y demógrafo, nos adentra en la historia de la vejez en Argentina
entre 1850 y 1950, utilizando una variedad de fuentes cuantitativas y
cualitativas: Censos (1869, 1895, 1914 y 1947), Registros Vitales, expedientes
hospitalarios, obras literarias y estudios pioneros sobre el tema –como el de
Simone de Beauvoir (La Vejez, 1970)-.
Desde un marco
teórico, Otero utiliza críticamente el concepto de Clase de edad porque permite estudiar los problemas específicos de
las personas mayores por fuera de otras categorías como clase social, etnia o
género, pero reconoce su debilidad para poder ver la heterogeneidad social que
hay al interior de esta población. Dado que la vejez es una categoría de
análisis más reciente que las de clase o género, todavía está en construcción
un marco conceptual para poder trabajarla.
El libro se divide en
tres partes y ocho capítulos.
La Primera Parte
(“Parámetros de base”) se compone de los capítulos I al III. El primer capítulo
(“Geografías plurales, envejecimiento y vejez”) comienza señalando la falta de
estadísticas sobre las personas mayores en los años anteriores a la expansión
del sistema jubilatorio. De hecho los primeros censos nacionales no tenían a la
edad como una variable privilegiada. Señala aquí dos aspectos interesantes para
el estudio de la temática: una mayor feminización del envejecimiento y que la
proporción de envejecimiento en nuestro país es inferior a la que estaba dando
en Europa por la misma época. El artículo continúa analizando las diferencias
existentes entre las distintas jurisdicciones nacionales (Ciudad de Buenos
Aires, provincias y Territorios), así como en las zonas urbanas y rurales, y
cómo influyó el proceso de migración en los índices de envejecimiento, teniendo
en cuenta que la mayoría de los migrantes eran varones cuya esperanza de vida
es inferior a la de las mujeres.
El capítulo II
(“Mortalidad y percepción de la vejez”) parte de los problemas que supone el
concepto de Clase de edad ya que en
el interactúan dimensiones cronológicas, sociales y biológicas. En el siglo XIX
el bajo promedio de vida y la alta tasa de natalidad hicieron que las personas
mayores fueran un grupo minoritario. Para el censo de 1947 el promedio de vida
se sitúa cerca de los 60 años, casi el doble que un siglo antes. Esto generó
una serie de debates entre los contemporáneos -que son analizados por el autor-
en torno a sus problemáticas específicas (salud, discapacidad, viudez,
jubilación).
El mundo laboral es
abordado en el capítulo III (“El trabajo en la vejez”). Aquí se plantean dos
cuestiones: 1) hasta qué edad se trabajaba en épocas anteriores a los sistemas
jubilatorios; y 2) los efectos del trabajo en las personas mayores. Para la
primera utiliza fuentes cuantitativas (censos, estadísticas), concluyendo que
en los ámbitos rurales es más común encontrar personas mayores de 60 años
desempeñando tareas que en las ciudades. Al mismo tiempo señala los prejuicios
de los censistas y encuestadores de la época que muchas veces marcaban como
“Inactivo” a todo ciudadano mayor sin indagar sobre su situación. Respecto a la
segunda se basa en fuentes cualitativas para observar cómo las distintas
ocupaciones influyen de manera diferente en la calidad de vida y de
envejecimiento de los trabajadores.
La Segunda Parte
(“Políticas de la vejez”) se compone de los capítulos IV y V. El cuarto (“A
puertas cerradas: la vejez en instituciones”) comienza analizando como en la
segunda mitad del siglo XIX se crearon Hospitales y Asilos, administrados por
el Estado, la Iglesia o sociedades de beneficencia, con el objeto de recluir e
institucionalizar a niños huérfanos, mendigos o personas con sufrimiento
mental. En tiempos anteriores a la jubilación las personas mayores no escaparon
a esta política represiva que asociaba vejez con pobreza y enfermedad. Los
Hogares de Ancianos que comenzaron a aparecer durante el peronismo (1946-1955) conservaron
algunos elementos de la lógica asilar, pero su diferencia fundamental radicaba
en que orientaban su labor hacia el reconocimiento de los Derechos de la
Ancianidad sancionados en 1948.
Este tema se retoma en
el capítulo siguiente (“De la vejez a la jubilación: la construcción social de
la inactividad”). Los estudios sobre la historia del sistema jubilatorio hacen
hincapié en los debates en torno a su aplicación, la forma en que se llevó a
cabo y las consecuencias económicas o en el mercado laboral, pero no se centran
en lo que representó para la construcción social de la ancianidad. El uso de la
jubilación por parte de muchos gobiernos como medida para combatir la
desocupación llevó a que esta fuera vista como una “desocupación socialmente
aceptada” y se asociara la vejez con la inactividad y la obsolencia para el
trabajo. Viejo y jubilado empiezan a convertirse lentamente en sinónimos para
el imaginario social.
La Tercera Parte
(“Representaciones y saberes”) incluye los últimos capítulos del libro. El
capítulo VI se titula “Ambivalencia y
prejuicios en las representaciones literarias de la vejez”. A las personas
mayores se les ha atribuido en la literatura características negativas y
positivas. Por un lado han generado temor y rechazo por su asociación con la
muerte y la enfermedad, y en tiempos revolucionarios, se los ha juzgado como
partidarios del antiguo régimen, retrógrados y conservadores. Por otro se les
atribuye la función de transmisores de conocimientos y valores. El autor
analiza estas representaciones en autores como José Hernández, Eugenio
Cambaceres, Gregorio de Laferrere, Ricardo Guiraldes, Victoria Ocampo, Domingo
Faustino Sarmiento y Adolfo Bioy Casares, entre otros, así como letras de tango
en donde los viejos son actores secundarios ya que el protagonismo por
excelencia lo tiene la juventud.
El capítulo VII
(“Clases de edad y clases estadísticas”) reconstruye las clasificaciones de la
población nacional según la edad, de acuerdo a criterios laborales y de
servicio militar, que se realizaron en los censos de 1869-1947, para poder
analizar la construcción social de la vejez y el envejecimiento en ese periodo.
El último capítulo
(“El nacimiento de la vejez”) se refiere al surgimiento, durante el siglo XX,
del concepto actual de vejez, de la
mano del aumento del envejecimiento de la población mundial. En Argentina esto
viene acompañado de la popularización de las jubilaciones, la Ley de Derechos
de la Ancianidad (1948) y la creación de la Sociedad Argentina de Geriatría
(1951), para mencionar algunos de los principales hitos. La preocupación por la
caída de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida hizo que la vejez se
convirtiera en un tema destacado en la agenda política y social, ya que
amenazaba con hacer colapsar el sistema jubilatorio y saturar las residencias
de ancianos. También llevó al recrudecimiento de ideas racistas que venían en
esto una decadencia de la “raza blanca” frente a los otros grupos étnicos que
mantenían una alta tasa de natalidad. A modo de cierre tenemos un estudio sobre
cómo el discurso médico hegemónico se apropió del envejecimiento, asociándolo a
las patologías y la discapacidad.
A lo largo de la obra
encontramos gran cantidad de mapas, gráficos y cuadros estadísticos que
presentan la información de manera ordenada y facilitan la comprensión. Una
extensa bibliografía –de alrededor de 40 páginas- cierre la obra.
Acerca del autor:
Nació en Tandil
(Provincia de Buenos Aires) el 30 de junio de 1962. Es Profesor y Licenciado en
Historia por la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
(UNCPBA), y Doctor en Demografía y Ciencias Sociales por la École des Hautes
Études en Sciences Sociales (Paris, Francia). Investigador principal del CONICET,
y docente de Universidades de Argentina, Francia y Canadá. Fue presidente de la
Asociación de Estudios de la Población de la Argentina (2003-2005), Director
del Instituto de Estudios Histórico Social (IEHS) de la UNCPB (2005-2008) y del
Anuario del IEHS (2008-2011), y
Académico de Número –sitial 7- de la Academia Nacional de la Historia. Es autor de numerosos artículos en revistas
especializadas. Entre sus libros se encuentran: Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna (con María
Bjerg, 1995), Poblaciones argentinas:
estudios de demografía diferencial (con Guillermo Velázquez, 1997), Representación
social y sistemas de herencia en una perspectiva comparada (con Blanca
Zeberio y María Bjerg, 1998), El mosaico
argentino: modelos y representaciones del espacio y la población (2004), Estadística y nación: una historia
conceptual del pensamiento censal de la Argentina moderna, 1869-1914 (2006),
La guerra en la sangre: los
franco-argentinos ante la Primera Guerra Mundial (2009), Población, ambiente y territorio (tomo I
de la Historia de la Provincia de Buenos
Aires, director, 2012) e Historia de
los franceses en Argentina (2012). Obtuvo el Premio “Enrique Fernández
Latour” a la amistad argentino-francesa (Institución FERLABO, 2015) y el
Primer Premio Academia Nacional de la Historia para obras editas 2007-2009
(2011).
Publicado en: http://la5tapata.net/historia-de-la-vejez-en-la-argentina-1850-1950-de-otero-hernan/
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