Capitalismo y Cambio Climático (artículo de opinión de 2015)
Artículo publicado originalmente en: https://rebelion.org/capitalismo-y-cambio-climatico/, que reproduzco porque las consecuencias del cambio climático que vemos todos los días requieren de una acción colectiva y coordinada de toda la sociedad. Espero que este artículo contribuya al debate.
“La salvación del medio ambiente está siendo el más brillante negocio de las mismas empresas que lo aniquilan”. Eduardo Galeano.
Si bien
es cierto que nuestro planeta ha sufrido ciclos de calentamiento y enfriamiento
a lo largo de su historia geológica producidos por causas naturales, los
actuales procesos de Cambio Climático y Calentamiento Global (1) tienen su origen en el
siglo XVIII como consecuencia de la Primera Revolución Industrial, que no solo
incrementó la cantidad de gases de invernadero (dióxido de carbono, metano,
oxido nitroso) en la atmósfera, sino que también aceleró la destrucción de
ecosistemas a fin de contar con materias primas y tierras para la conquista
colonial. Es decir, que el Cambio Climático comenzó junto con la expansión del
capitalismo industrial en todo el planeta.
Durante los primeros modos de producción
(esclavista, feudal) el ser humano no tenía los instrumentos para causar daño
irreparable al ambiente. Las clases dominantes
podían tener a miles de personas trabajando esclavizadas en actividades
mineras, cortando árboles o desviando ríos, pero lo tenían que hacer con
instrumentos manuales y su acción no impedía la regeneración del medio natural.
Fue a partir de la Revolución Industrial y la consolidación del sistema
capitalista que las clases dominantes pudieron dominar a la naturaleza y a
otros seres humanos superando los límites de los siglos anteriores. El
desarrollo tecnológico permitió llegar a todos los rincones del planeta,
explotar recursos antes inaccesibles y causar destrucción inimaginable
(recordemos las bombas atómicas estrenadas a fines de la Segunda Guerra Mundial).
Se ha llevado al punto en que la actividad humana es capaz de causar el
derretimiento de los hielos polares o el adelgazamiento de la Capa de Ozono con
consecuencias imprevisibles para la vida de millones de personas.
Frente a
la crisis mundial que suponen el Cambio Climático y el Calentamiento Global el
capitalismo oscila entre dos estrategias: por un lado una campaña de negación
tendiente a presentarlos como una teoría más que como un hecho, y por otra lado
presentarse como la solución al problema a través de políticas verdes que no
cuestionan el modelo de acumulación y explotación generador del problema.
En un
artículo anterior abordé la “industria de la negación” (2) que tiene como principales
impulsores a corporaciones petroleras, automotrices, metalúrgicas y empresas de
servicios públicos, que son las principales responsables del aumento de la temperatura
que estamos padeciendo. Estas organizaciones crearon grupos de presión como la Global Climate Coalition y el Consejo
de Información del Ambiente, que rápidamente contrataron científicos y
especialistas en relaciones públicas para convencer a periodistas, gobernantes
y al público en general de que los riesgos del cambio climático son muy
inexactos como para justificar políticas de regulación sobre los gases de
invernadero.
Anualmente
estas empresas gastan miles de millones de dólares en campañas negacionistas
del Cambio Climático. Un informe publicado por The Guardian, señala que
“estas organizaciones tienen una línea coherente en materia de cambio
climático: que la ciencia es contradictoria, las científicos están dividido,
los ambientalistas son charlatanes, mentirosos o locos, y si los gobiernos
tomaran medidas para evitar el calentamiento global estarían poniendo en
peligro la economía mundial sin una buena razón” (3). Las estrategias que
utilizan estos grupos varían desde utilizar una selección de datos verídicos (como
el enfriamiento de la tropósfera) para generalizarlos a todo el fenómeno, hasta
la difusión de datos falsos o desactualizados.
En 2005
una investigación reveló que la petrolera británica Exxon Mobil financiaba a
investigadores para que elaboraran informes que tendientes a minimizar los
efectos del Cambio Climático. Otros grandes donantes son los hermanos Charles y
David Koch, propietarios de Koch Industries,
dedicadas al negocio del petróleo, papel y productos químicos en más de
60 países. Esta empresa tiene varias denuncias en los Estados Unidos por
derrames de petróleo y vertido de productos químicos cancerígenos en los ríos.
En 2010 Greenpeace publicó un informe en donde probaba que esta empresa había
donado $24.888.282 a organizaciones como American for Prosperity, Fraser
Instituto, Independence Institute, American for Tax Reform o Federalist Society
for Law and Public Policy Studies, que se oponen al reconocimiento del cambio
climático, a las reformas de impuestos progresivas o a la universalización de
la salud pública (4).
En 2013 el
profesor Robert Brulle, de la Universidad de Drexel, publicó un informe que
identificaba un muy buen organizado movimiento de negación apoyado por 118
entidades y que contaba con un presupuesto de 1000 millones de dólares. Entre
los donantes encontramos la Exxon, junto con corporaciones y entidades “sin
fines de lucro” ligadas a causas conservadoras como las fundaciones del Partido
Republicano y el Tea Party de los Estados Unidos (5).
Además del sector energético, hay otras industrias interesadas en negar el cambio
climático debido a los beneficios económicos que le traería. Las aseguradoras
podrían incrementar sus ganancias con el aumento de los desastres
socio-naturales que se van a incrementar en los próximos años. Las empresas
constructoras se beneficiarían construyendo casas adaptadas a los desastres y
con sistemas de ahorro de energía. Las sequías cada vez más frecuentes en
inmensas áreas del planeta serían una bendición para las compañías de agua que
obtengan la concesión para trasladar un recurso cada vez más escaso, mientras
que las grandes compañías agrícolas (Monsanto, Cargill, DuPont, Syngenta) podrían vender cultivos transgénicos
resistentes a los cambios de temperatura y a las nuevas plagas. También hay
grupos empresarios que especulan con la desaparición de especies, como los
acaparadores de marfil que esperan la extinción de los elefantes para subir el
precio del producto.
Estas
empresas llegan incluso a utilizar argumentos de la izquierda o el pensamiento
popular, tales como que se quiere evitar que los países pobres utilicen
combustibles fósiles compitiendo con los desarrollados, que se quiere obtener
ganancias ilícitas a través de los impuestos al carbono, o que es otra forma de
disparar una “histeria colectiva” para justificar políticas represivas o de
control social (6). Sin embargo no debemos
caer en la trampa, ya que quienes difunden estos argumentos no están
interesados en defender los derechos humanos, las libertades individuales o la
justicia social, sino las ganancias de las empresas capitalistas explotadoras y
contaminantes.
Pareciera
ser que la campaña negadora viene cosechando buenos resultados. En 2010 se
publicaron numerosos estudios sociológicos que muestran que el porcentaje de
personas que niegan el Cambio Climático en los países occidentales se han
incrementado en los últimos años. Según una encuesta realizada por la
Universidad de Yale, el número de negacionistas en los Estados Unidos se
duplicó en dos años llegando al 20%. En Gran Bretaña, ese mismo año, un 78% de
los encuestados respondió afirmativamente a la pregunta “¿Cree usted que el clima está cambiando?” frente a un 15% que
respondió negativamente, mientras que en el 2005 las cifras habían sido de 91 y
4% respectivamente. Ante una pregunta similar en Alemania, país de un
importante movimiento ambientalista, solo el 66% respondió afirmativamente
frente a un 33% que lo negaba (7).
Otro estudio realizado por la revista Nature Climate Change en 2015 muestra que
el 40% de la población nunca escuchó hablar del Cambio Climático, cifra que
llega al 60% en países como India, Egipto o Bangladesh (8).
Pero también en las últimas décadas se ha
observado el surgimiento de otras posturas que bajo distintas denominaciones (Economía
Verde, Desarrollo sustentable, Agroecología, Revolución Verde) se oponen a las
ideas negacionistas y en lugar de ello pretenden posicionarse como la solución
al cambio climático, la destrucción de los ecosistemas, el estancamiento
económico y el desempleo, y que son promovidas por gobiernos, organismos
internacionales y corporaciones.
Este
“Capitalismo Verde”, que se presenta en corrientes que tienen diferencias en
otros aspectos como el liberalismo, el keynesianismo o el neoliberalismo, parte
de la idea que se debe ampliar el concepto de Capital para englobar a la
naturaleza. Existe una prolífica discusión de si esta equiparación es válida o
no, ya que no es lo mismo el capital de origen humano (como una maquinaria) con
otro de origen natural (como las especies animales o vegetales). En definitiva
esta postura plantea que la naturaleza se podría contabilizar como dinero por lo
que su protección sería una forma de inversión.
Para que
esto sea posible el capitalismo verde reclama una “propiedad extensa sobre la
naturaleza”. Tradicionalmente una persona o una empresa podían ser propietarias
de un pedazo de tierra, pero nunca se entendió que fueran dueñas de todo un
ecosistema o de una especie. En esta nueva visión la propiedad privada puede
existir sobre todo un ecosistema (privatización de bosques, cursos de agua,
montañas), sobre una especie completa (patentes sobre microorganismos y
cultivos) o sobre solo una parte de un organismo vivo (patentes sobre genes o
atributos genéticos) (9).
Esta
tendencia privatizadora se convirtió en una realidad en países de
Latinoamérica, Asia o África, donde las corporaciones se apropiaron de tierras
comunitarias o propiedad de pueblos originarios para llevar adelante sus
proyectos “ecológicamente sustentables”. Esto trajo como consecuencia un
aumento de la pobreza y las desigualdades en estos países, una mayor
explotación de la clase trabajadora y el incremento de la trata de personas, el
narcotráfico y la venta de armas. Al mismo tiempo que no rindió los resultados
prometidos en materia ambiental sino que se expandió la explotación de los
ecosistemas mediante técnicas cada vez más contaminantes (fracking, minería a
cielo abierto, uso de cianuro, explotación de hidrocarburos en el fondo marino,
agricultura altamente dependiente de agrotóxicos y semillas modificadas
genéticamente, utilización de millones de litros de agua en sus megaemprendimientos,
ganadería intensiva). Tampoco se cuestiona el consumismo desenfrenado tan
necesario para el mantenimiento de su tasa de ganancia, lo que está llevando al
agotamiento de los recursos y a la generación de residuos que la Tierra no
puede asimilar.
Según
escribe Florent Marcelleci “para evitar
un aumento de temperatura de más de 2º (acordado en la cumbre de Copenhague de
2009), el PIB mundial tendría que disminuir más de un 3% anual; 77% entre hoy y
2050”. El economista francés Michel Husson, plantea un dilema: crecimiento
y consecuencias climáticas desastrosas o reducir el PIB y recesión con
consecuencias sociales. Los analistas estadounidenses Fred Magdoff y John
Bellamy Foster sostienen que el dilema se da en el capitalismo ya que este
necesita crecimiento y el crecimiento lleva al desastre climático (10).
Por ello es que no es posible pensar un
“capitalismo verde” como sostienen algunos grupos ecologistas, ambientalistas o
seguidores de Al Gore. La solución al Cambio Climático no va a venir de las
entrañas del mismo sistema que lo produjo.
Mientras los capitalistas continúan
oscilando entre posturas negacionistas o de gestión de la crisis ambiental, el
resto del mundo seguimos sufriendo los efectos del cambio climático. En 2003 el
Banco Mundial, a quién nadie puede acusar de simpatías ecologistas o de
izquierda, reconoció que anualmente morían 150 mil personas como consecuencia
de la crisis climática. Desde entonces ese número se ha incrementado como
consecuencia de la multiplicación de los desastres climáticos: el huracán
Katrina que asoló New Orleans en 2005, los incendios forestales en Australia y
Bolivia en 2010, la inundación en Birmania ese mismo año, la sequía que en
Somalia mató a 100 mil personas en 2011, las diversas inundaciones que se
registraron en Argentina entre 2007 y 2015, el tifón Haiyan en Filipinas que en
diciembre de 2013 causó la muerte de 10 mil personas, son un ejemplo de las
consecuencias que estamos viviendo. Las víctimas de este crimen brutal del
capitalismo contra el planeta son en su mayoría pobres, y los sobrevivientes
quedan en una situación de carencia y desamparo que los convierte rápidamente
en marginados o en mano de obra desesperada que es fácilmente explotada.
Pero al mismo tiempo también se han incrementado
las luchas sociales en contra de la megaminería y los emprendimientos
petroleros contaminantes, por la erradicación de los basureros tóxicos, por el
libre acceso a las fuentes de agua, contra la privatización de los bienes
comunes y los servicios públicos, contra los agrotóxicos y los organismos
genéticamente modificados, por el derecho a la autodeterminación de los pueblos
originarios, por la defensa de la biodiversidad y la protección de las especies
en peligro de extinción, y contra la energía nuclear, entre otras.
La solución a la actual crisis climática no vendrá de una sociedad basada en el lucro y consumismo desmedido. Nuestro trabajo debe abocarse de manera urgente a la construcción colectiva de una nueva sociedad basada en la igualdad de oportunidades y en la solidaridad, que respete los ciclos naturales sin agotar los recursos, y considere a la pobreza un crimen de lesa humanidad.
Notas:
(1) El Cambio Climático es un cambio significativo
y duradero de los patrones locales o globales del clima ya sea por causas
naturales (variaciones en la energía que se recibe del Sol, erupciones
volcánicas, circulación oceánica, procesos biológicos) o por influencia de las
actividades humanas (a través de la emisión de CO2 y otros gases que atrapan calor,
alteración del uso de los suelos,
deforestación). El Calentamiento Global por su parte es un aumento de la
temperatura de la atmósfera terrestre que se ha estado observando desde finales
del siglo XIX. Se ha observado un aumento de aproximadamente 0.8º C desde que
se realizan mediciones confiables, dos tercios de este aumento desde 1980. Hoy
existe la certeza de que este aumento de la temperatura es por causa de las
actividades humanas. http://cambioclimaticoglobal.com/.
Para este artículo utilizaremos de modo similar a ambos conceptos.
(2) Valencia, Luciano Andrés; “Cambio climático: 200 años
de negación”, en: Rebelión, www.rebelion.org,
25 de febrero de 2014.
(3) Monbiot. George; “The denial industry”, en:
The Guardian, 19 de septiembre de 2006.
(4) Se puede consultar el informe de Greenpeace;
Koch Industries: la oscura financiación del negacionismo climático, en:
http://www.greenpeace.org/espana/Global/espana/report/cambio_climatico/100421-2.pdf.
(5) Valencia Restrepo, Darío; “Cambio
Climático: evidencia y negación”, en: El Mundo, www.elmundo.com, 27 de diciembre de 2013.
(6) Basta con colocar en el buscador “el fraude del
cambio climático” para encontrar cientos de estos argumentos.
(7) Heras Hernández, Francisco;
“Negacionistas, refractarios e inconsecuentes. El difícil reto de reconocer el
Cambio Climático”, en: EcoPortal, http://www.ecoportal.net, 21 de marzo de
2012.
(8) EcoPortal,
12 de septiembre de 2015.
(9) Gudynas,
Eduardo; “Concepciones de la naturaleza y desarrollo en América Latina”, Persona y Sociedad, N° 13, Santiago de
Chile, 1999.
(10) Citados por Caño Tamayo, Xavier; “Cambio Climático y Capitalismo”, Red EcoPortal, 30 de septiembre de 2014.
Muchos de los que hablan sobre el cambio climático y la necesidad de hacer cambios en el consumo y todo lo demás también aplauden cada vez que Elon Musk alguno de esos lanzan sus naves espaciales o sus aviones privados de aquí para allá demostrando lo inteligentes y capaces que son. Somos seres incoherentes por demás.
ResponderEliminarLa nota es interesante, eso es innegable.
Saludos,
J.