La Grande Jacquerie: la rebelión del campo francés de 1358 (artículo histórico)


   Desde fines del siglo XIII el Reino de Francia se venía consolidando debido a las reformas de Phillipe IV que avanzó contra los demás poderes feudales (Iglesia, nobleza) y el creciente nacionalismo francés. Pero a mediados del siglo XIV el país había entrado en crisis. Las consecuencias de la pandemia de Peste Negra (1347-1349) y las malas campañas en los primeros años de la Guerra de los Cien Años (1337-1453) en contra de Inglaterra habían dejado al país a punto de caer en manos de sus enemigos.

   En septiembre de 1356 el rey Jean II y su hijo Phillipe fueron hechos prisioneros de los ingleses en la Batalla de Poitiers. El delfín Charles, de solo 18 años, huyó con el resto de sus hermanos para evitar que toda la familia real cayera en manos de sus enemigos. Era una medida de preservación de la Corona, pero entre el pueblo francés le valió la fama de cobarde y desertor.

   Para evitar el estallido social, el delfín Charles –ahora Regente de Francia- aceptó compartir el poder con el líder la burguesía comercial Ettiene Marcel y con los Estados Generales (parlamento de la época) que ahora se veían en una relación de fuerza para imponer las medidas que en años anteriores no habían conseguido. Marcel ordenó fortificar la ciudad para resistir a un asedio y presionó al delfín Charles para que despidiera a muchos de sus funcionarios –de la odiada nobleza- acusados de ser responsables de la crisis, diese nuevos poderes a la burguesía y reformara el sistema de impuestos.

   El rey Jean ofreció para su liberación el pago de 4 millones de escudos y la cesión a Inglaterra de los territorios del sudoeste –históricamente ligados a la monarquía inglesa de los Plantagenet-, algo que no fue aprobado por los Estados Generales. Aunque el rey, desde su presidio, declaró nula la resolución del parlamento francés y prohibió a su hijo aceptarla, el joven delfín tuvo que ceder a las presiones internas y externas. Ante la amenaza de invasión del rey Edward III, Marcel derrocó al delfín y nombró como nuevo Regente a Charles II de Navarra (“Charles le mauvais” para la historia francesa), quién estaba emparentado con el monarca por ser descendiente de Phillipe IV.

   Ante esto, el delfín Charles se alió con la odiada nobleza y puso sitio a París, por lo que el comerciante Marcel y su regente Charles de Navarra se vieron forzados a trasladar la corte a Compiégne.

   Para 1358 Francia estaba en guerra contra Inglaterra mientras en su capital dos bandos de las clases dominantes combatían por el poder. Solo faltaba el tan temido estallido social.

   Los campesinos se habían llevado la peor parte, tanto en la pandemia como en la guerra y los conflictos entre las clases poderosas. La nobleza los esquilmaba con impuestos usurarios, el Clero les cobraba el diezmo mientras les decía que “era voluntad de Dios su sufrimiento”, eran los responsables de defender los castillos y reparar las propiedades dañadas por la guerra, y eran las principales víctimas de saqueos y matanzas (tanto de los ingleses como de los propios caballeros franceses). A esto hay que sumarle la caída de los precios del cereal en la zona de la Isla de Francia, Champagne, Picardía, Artois y Normandía, las hambrunas debido a las malas condiciones climatológicas, y el aumento del costo de los alimentos como consecuencia del incremento de los salarios debido a la falta de mano de obra y la pérdida de las cosechas.

   La chispa estalló en Beauvais el 21 de mayo de 1358, cuando un grupo de campesinos degolló a cuatro caballeros y cinco escuderos, miembros de una compañía independiente, que estaban saqueando en la comarca. Cansados de la opresión y la pobreza, campesinos de diferentes regiones se levantaron sin líderes al grito de “¡Muerte a los caballeros!”.

   La nobleza y la burguesía solían llamar a los campesinos y siervos de manera despectiva: Jacques Bonhomme, por la Jacque (chaqueta, abrigo) que utilizaban. Mientras que Bonhomme (buen hombre) era una forma de dar a entender que soportaban cualquier ultraje sin reaccionar, algo que ahora estaba en discusión. Por este motivo la revuelta campesina de 1358 se conoció como “la Jacquerie”.

   Con la misma crueldad que ellos eran tratados, mataron a muchos miembros de las clases dominantes. Cualquiera que no tuviera callos en las manos por trabajar en el campo caía bajo la furia de sus instrumentos de labranza.

   La revuelta se centró en el Valle de Oise al norte de París y en la Baja Normandía, lo que no es de extrañar ya que se trata de zonas productoras de cereales. Las localidades de Ruan, Reims y Saint-Leu-D´Esserent fueron las que registraron los conflictos más violentos.

   El cronista de la época Jean Froissart escribió que: “Algunas gentes de las villas campesinas se reunieron sin jefes en Beauvais. Al principio no eran ni 100 hombres y dijeron que todos los nobles del Reino de Francia, caballeros y escuderos, traicionaban al Reino, y que sería un gran bien destruirlos a todos... Entonces, sin otro consejo y sin otra armadura más que bastones con puntas de hierro y cuchillos, se fueron a la casa de un caballero, realizando actos de brutalidad sin cuento (…) Así hicieron en muchos castillos y buenas casas, y fueron creciendo tanto que llegaron a 6.000... Estas gentes miserables incendiaron y destruyeron más de sesenta buenas casas y fuertes castillos del país de Beauvais y de los alrededores de Corbie, Amiens y Montdidier. Y si Dios no hubiera puesto remedio con su gracia, la desgracia habría crecido de modo que todas las comunidades habrían destruido a los gentiles hombres, después a la santa Iglesia, y a todas las gentes ricas de todo el país”.

   La ideología a favor de la nobleza del cronista es innegable. Así como condena los actos de los campesinos, se niega a ver los actos de crueldad que ellos sufrieron durante años a manos de los caballeros, la nobleza y la Monarquía. Pero lo interesante de este relato es que describe con detalle las armas que utilizaban, que no eran más que sus instrumentos de trabajo. Esto es una muestra de la espontaneidad, la ausencia de liderazgo y la falta de preparación de la rebelión.

   Charles (“el malo”) de Navarra organizó un ejército de mercenarios ingleses para poner fin a la rebelión. Los campesinos capturados eran brutalmente torturados y ejecutados sin juicio, ya que al no ser de la nobleza carecían de la posibilidad de defenderse. 

   De a poco, los estallidos espontáneos se fueron organizando hasta formar guerrillas de decenas, cientos o miles de ellos. La mayor llegó a tener 5 mil efectivos al mando del ganadero Guillaume Cale, que tenía contactos con Ettiene Marcel. Lo que había sido un movimiento popular espontáneo e independiente de los enfrentamientos entre las clases dominantes, comenzaba a inclinarse hacia uno de los bandos.

   La facción de Cale, apoyada por los gremios de artesanos y labriegos acomodados, marchó hacia Paris para romper el sitio que llevaba adelante el delfín Charles. Cuando ingresaron a la capital quemaron las residencias de miembros de la nobleza pero respetaron las propiedades de la Iglesia, lo que desmiente en parte a Froissart.

   El 9 de junio, Marcel movilizó a 800 campesinos a Meaux, para apoyar un levantamiento popular que mantenía a los caballeros y las damas encerrados en una fortaleza. La población los recibió de manera hospitalaria y les dio alimento. Hasta que la llegada de un contingente de lanceros bien armados, que regresaban de reprimir un culto pagano en Prusia, animó a los caballeros que se encontraban en la fortaleza a que salieran a enfrentar a los campesinos, provocándoles una derrota. Aunque su número era mayor, los sublevados no tenían entrenamiento militar y sus armas solo eran instrumentos de trabajo. Posteriormente los nobles quemaron la ciudadela atrapando entre las llamas a varios burgueses. Funcionarios de Meaux -entre ellos el alcalde- fueron ahorcados y la represión continuó en las granjas cercanas.

   Al día siguiente, Charles (“el malo”) de Navarra invitó a parlamentar al líder Cale. Este aceptó sin saber que era una trampa: al acercarse fue detenido, torturado y decapitado mientras sus hombres eran masacrados por los mercenarios ingleses.

   La alianza entre Charles (“el malo”) de Navarra y Ettiene Marcel se derrumbó debido al apoyo de este último a una facción de los sublevados. La nobleza se vio rápidamente fortalecida. Marcel hizo un último intento de crear un gobierno parlamentario –algo utópico para el siglo XIV-, pero fue asesinado en un disturbio el 31 de julio de 1358.

   En los meses de julio y agosto, la fortalecida nobleza francesa, con apoyo de sus pares de los reinos vecinos, se dedicó a ahogar en sangre los alzamientos campesinos en todas las regiones de Francia. Cualquier sospechoso de haber formado parte de la sublevación era detenido y ejecutado rápidamente. Se calcula que alrededor de 20 mil campesinos, participantes o no de la rebelión, fueron masacrados. El 10 de agosto de 1358, el delfín Charles –restaurado como regente- firmó una Amnistía general que no incluía a los partidarios de Marcel y que imponía una fuerte multa a las regiones que habían participado de la rebelión.

   Si bien la rebelión campesina francesa de 1358 fue espontánea en sus orígenes, esto ha sido matizado en algunas investigaciones, señalando el papel que tuvo la caída del precio de los cereales, el aumento del costo de vida, las reformas impositivas tendientes a gravar a la nobleza –que fueron inútiles para detener el pillaje al campesinado-, y la participación del campesinado acomodado y los gremios artesanales urbanos.

   De todas formas la Jacquerie forma parte de las luchas de clases que se estaban dando en Europa en el siglo XIV e inspiraría las revueltas en Florencia en 1378 y el gran levantamiento del campesinado inglés de 1381.


Bibliografía:



Una versión resumida de este artículo se publicó en: Boletín de la Revista de Historia, www.revistadehistoria.es, 8 de febrero de 2022.

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