Naturalicemos hablar del placer: entrevista sobre sexualidad y discapacidad motora

 
   La Sexualidad es fundante en el ser humano: está presente desde que nacemos hasta el momento de nuestra muerte. Por ese motivo Sigmund Freud consideró que Sexo y Muerte son las dos pulsiones que actúan en los procesos anímicos. Es estructuradora del psiquismo y contribuye a la salud general. Pero existen numerosos mitos y prejuicios en torno a la sexualidad, más aún cuando hablamos de personas con discapacidad: se dice que son asexuadas, que no tienen deseos, que no pueden concretar el acto sexual (limitándose a lo genital) o que éste se limita a algunas personas con discapacidad mientras que otras (quienes tienen discapacidades motoras o cognitivas) no pueden tener vida sexual.

    Sobre estos temas conversamos con Carla Dellarosa, Kinesióloga-Fisiatra egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA) con especializaciones en Neurorehabilitación y Discapacidad, y Sexología Clínica. Es creadora y directora del Programa Reinventarse: Rehabilitación Sexual.

   Luciano Andrés Valencia: Hola Licenciada Dellarosa y muchas gracias por participar en esta entrevista. Usted dirige un Programa de Rehabilitación Sexual para personas con discapacidad, ¿puede contarnos qué es la Rehabilitación Sexual y cómo comenzó a trabajar en el tema?

   Carla Dellarosa: La Rehabilitación Sexual es una terapia que busca inhibir conductas que alejen a la persona del placer, del disfrute y del encuentro con su cuerpo y consigo mismo. Una vez que estas conductas se reconocen, lo que se intenta es modificarlas mediante diferentes tareas y herramientas que se brindan a las personas sobre su función sexual y su sexualidad propiamente dicha. A su vez, generar conductas estimuladoras que acerquen a la persona al reencuentro, al autoconocimiento, la autoestima, la confianza y el amor al propio cuerpo.

   Empecé a interiorizarme y a especializarme en el área mientras -hace un par de años- trabajaba como Kinesióloga en el Centro de Neurorehabilitación donde me desempeño y veía que mis pacientes se iban de alta sin esta información. Tiempo después me enteraba de sus disfunciones en la esfera sexual. Entonces empecé a estudiar. Si bien había poca información, traté de congeniar lo que es por un lado la sexualidad y lo que es por el otro la discapacidad en mi área: la motora. Empecé a generar estos vínculos entre ambas temáticas y fue así que se fue generando esta especialidad y disciplina.

   LAV: ¿Cuáles son los principales prejuicios, mitos o desconocimientos sobre la sexualidad de las personas con discapacidad que ha escuchado en su práctica profesional?

   CD: Creo que los principales prejuicios que tenemos todas las personas tienen que ver con los estereotipos con los que crecimos: la idea de lo que es el cuerpo, y lo que es o debería ser el deseo y el placer. Muchas veces esta idea errónea que se puede tener es la que después genera un mito sobre si ese cuerpo no es el prototipo, si esa persona tiene deseo o es deseada, y si puede vivir su sexualidad.

   Entonces ese conocimiento sobre la sexualidad y extragenitalidad, sobre lo que es poder conocer el cuerpo desde otro lugar, es lo que he escuchado en mi profesión. Todo aporte sensorial arranca principalmente en el cerebro. Saber que ese es nuestro principal órgano erógeno y sin el mismo no puede ocurrir la sexualidad, es a partir de ahí que podemos empezar a derribar esos mitos y prejuicios.

   LAV: Podemos resumir esto en dos grandes mitos. Uno referido a la sexualidad en general, que la limita a la genitalidad, y el otro referido específicamente a quienes no forman parte del paradigma dominante que impone lo que es “la normalidad” (personas con discapacidad, mayores o que tengan alguna condición patológica), que se los piensa como no deseantes y carentes de sexualidad. La educación es importante para derribar estos mitos, sin embargo la sexualidad de estos colectivos no suele abordarse en las carreras de grado o en las Clases de Educación Sexual Integral de las escuelas. ¿Qué podemos hacer para empezar a visualizar estos temas? ¿Qué responsabilizar le corresponde a cada sector de la sociedad (Estado, empresas, organizaciones sociales, profesionales, ciudadanía)?

   CD: Inicialmente creo que para visibilizar hay que conocer, y para conocer hay que educarse. Por lo tanto me parece de gran importancia que la temática comience a involucrarse en las carreras de grado de las otras especialidades, lo cual no existe.

   Cuando uno toma la sexualidad dentro de lo que es la normalidad de las formas cotidianas, después normaliza y naturaliza el tema. Al no estar en nuestro día a día de profesionales o educadores no lo vemos como algo que deberíamos abordar o tratar sino que es algo extra o ajeno a nuestra práctica. Por lo tanto, creo que ese es el puntapié: la educación y la formación para llevar a la visibilización y naturalización de la temática.

   En mi caso, como profesional rehabilitadora, mi responsabilidad es seguir formándome en brindar herramientas desde el “Día 1” a mis pacientes, abrir el campo desde la empatía para poder escuchar e intervenir lo mejor posible. En cuanto a lo que es visibilizar, seguir lo que se viene haciendo en redes, dictar formaciones, y que los centros e instituciones hospitalarias empiecen a ver la sexualidad como una disciplina o especialidad en lugar de cómo algo ajeno a la persona. Si uno habla de sexualidad parece que deja de ser profesional, y eso es contra lo que luchamos quienes decidimos abordar este camino.

   LAV: ¿Le gustaría decir unas palabras como cierre de la entrevista?

   CD: La mayoría de las personas tenemos necesidad de contacto corporal placentero. Es una necesidad primaria e inherente, por lo tanto la sexualidad tiene que ser tratada como tal y abordarse dentro de los procesos de adaptación e inserción de las personas.

   LAV: Muchas gracias por la entrevista y por compartir sus conocimientos.



Publicado en Equidad, revista ecuatoriana de discapacidad, N° 3, marzo de 2023.

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