Luchas sociales en la Inglaterra del siglo XIV (artículo histórico)

   La Guerra de los Cien Años –desatada en 1339- y la pandemia de peste negra –que asoló Europa entre 1348-1350- desencadenaron graves consecuencias en el mundo laboral. Ante la carencia de mano de obra, los trabajadores manuales y los campesinos comenzaron a reclamar salarios más elevados, conscientes de su importancia para la economía. En el campo, los terratenientes hacían explotar una parte de sus tierras por campesinos sujetos a cargas feudales, y otra era arrendada a trabajadores libres. Con la crisis del siglo XIV ambos sectores subordinados del campo se levantaron en reclamo de más libertad y mejores condiciones de arrendamiento.

   En 1351 el Parlamento inglés aprobó el Statute of Labourers, en virtud del cual todo trabajador menor de 60 años debía contentarse con el salario vigente en 1346 –antes de la peste-, condenando a prisión a quién reclamase salarios mayores y multando duramente a los patrones que pagaran salarios elevados. Además imponía “precios razonables” a los bienes de primera necesidad. El efecto de esa ley no fue el deseado, ya que provocó levantamientos populares y migraciones masivas a lugares donde hubiera mejores salarios.

   Un informe del Parlamento de 1376 nos dice: “Procuran evadirse de las leyes, con gran daño para todo el país. En cuanto sus Señores les hacen el menor reproche e intentan pagarles según la ley, abandonan bruscamente talleres y casas, errando de una ciudad a otra, sin que sus dueños sepan siquiera donde se encuentran. La mayoría de los trabajadores se han pervertido así y han acabado convirtiéndose en salteadores de caminos; por doquier se desarrolla la criminalidad, con gran detrimento para el reino1.

   Ante la imposibilidad de contar con mano de obra para la agricultura, muchos terratenientes convirtieron sus tierras de cultivo en pastizales para la cría de ovejas. Otros transgredieron la ley y pagaron salarios más elevados. Informes de 1360-1370 muestran que aumentó entre las clases trabajadoras el consumo de pan de trigo –en lugar de avena y habas-, leche, queso y vestimenta.

   Muchos autores sostienen que los levantamientos que se dieron tanto en Inglaterra como en Francia –el otro país en pugna en la Guerra de los Cien Años- no eran resultado de la miseria exacerbada, sino de la reacción de los campesinos que habían comenzado a mejorar y no querían perder esas conquistas. La situación de fondo –crisis del Estado y las finanzas nacionales- no era tema de preocupación del sector más bajo, aunque sí del campesinado medio. La crisis del siglo XIV es el reflejo de las transformaciones que se estaban dando en la estructura social2.

   Este periodo fue una breve muestra de poder de las clases laboriosas en contra de sus explotadores. En 1377 los Señores feudales se presentaron ante el Parlamento para quejarse de la fuerte organización del movimiento campesino, ya que cuando un sector reclamaba mejores condiciones laborales, todo el campesinado se movilizaba en solidaridad.

   Entre 1377 y 1381 el Parlamento votó tres nuevos impuestos para costear la guerra contra Francia, que ya era bastante impopular. En Essex hubo motines, en donde sectores populares tomaron de rehenes a recaudadores de impuestos y ejecutaron a Magistrados reales. En Kent hubo levantamientos comandados por Walter Tyler, soldado veterano que participó en las batallas de Crécy y Poitiers. El 10 de junio los amotinados interrumpieron una misa en la Catedral de Canterbury y exigieron la destitución del Arzobispo Simon Sudbury, canciller del rey, por ser un traidor al pueblo. Luego incendiaron los castillos de varios nobles, que debieron huir al bosque para no ser linchados como sucedió en Francia.

   Los campesinos rebeldes marcharon a Londres para entregar sus reclamos al joven rey Richard II: completa libertad individual, derecho de caza –reservado a la nobleza-, y abolición de los trabajos forzados y las cargas feudales. El reclamo campesino era progresista y expresaba el espíritu de la época, en donde se estaban dando en la economía inglesa las condiciones que favorecerían una transición hacia el capitalismo. También estaba influenciado por el sermón de miembros del Bajo Clero, que postulaban que “todos los hombres fueron creados iguales ante Dios”, por lo que no había justificación para la monarquía, la nobleza y los privilegios eclesiásticos.

   Por consejo de algunos magistrados se bajó el puente plegadizo y se dejó ingresar a Londres a los campesinos movilizados para escuchar sus reclamos. Rápidamente se dirigieron al Palacio de Savoy, residencia del duque de Aquitania y Lancaster John of Gaunt, odiado por ser uno de los promotores del aumento de impuestos, y lo incendiaron. Algo a destacar es que no lo saquearon, porque se consideraban revolucionarios y no ladrones. Acaso también tenga que ver con que no era un movimiento formado por gente en situación de pobreza extrema, sino que defendían las mejoras obtenidas.

   En la Torre de Londres, el monarca –de solo 14 años- decidió con sus asesores que lo mejor era negociar con los movilizados, ya que no poseían fuerzas para aplastar la rebelión. Las negociaciones se iban a llevar a cabo el 13 de junio, pero el rey no pudo cruzar el rio Támesis por la cantidad de personas que se agrupaban en la rivera, por lo que debió posponerse para el día siguiente en Mile´s End (nordeste de Londres).

   El encuentro fue pacífico y el monarca aceptó firmar un acta en donde concedía la libertad individual y la reducción de los costos de arrendamiento. Treinta escribanos firmaron nuevos contratos y los campesinos acordaron regresar a sus tierras.

   Pero esto no solucionó el conflicto, ya que mientras negociaban otro sector del campesinado tomo la Torre dando muerte al odiado Arzobispo Sudbury y el tesorero real Robert Hale. El rey optó por reunirse nuevamente con los rebeldes para negociar, pero antes se confesó en la Abadía de Westminster, temiendo sufrir el mismo destino que los miembros de su corte.

   La nueva reunión se realizó el 15 en Smithfield. El líder Walter Tyler se acercó a parlamentar con el rey sin saber que se dirigía a una trampa. Al llegar, el alcalde de Londres William Walworth lo bajó de su caballo y apuñaló en el cuello. Inmediatamente los campesinos apuntaron sus arcos contra el rey y su séquito. Las crónicas señalan que el joven monarca montó en su caballo y se aproximó a los rebeldes al grito de “I am your captain, follow me!3. Sin saber qué hacer y a punto de ser rodeados por las tropas de Walworth, bajaron las armas y aceptaron que el rey se ocupara de sus reclamos. El mismo monarca dirigió el cortejo campesino hacia las afueras de la capital.

   Esto fue un error por parte de un movimiento que había demostrado su fuerza para imponer reclamos a las clases dominantes. Ni el rey ni los Señores feudales cumplieron los acuerdos alcanzados. Al contrario, reprimieron duramente el movimiento hasta ahogar en sangre toda rebelión. Los campos volvieron a ser dirigidos por la férrea autoridad de los terratenientes y la monarquía pudo continuar su guerra de conquista en Francia.

   Pero las luchas populares de la segunda mitad del siglo XIV no fueron en vano. Para evitar futuros conflictos, se modificaron algunos artículos del Statute de 1351, y el temor de los terratenientes a nuevos levantamientos sería un arma que utilizarían las clases populares para negociar en los próximos años.


Bibliografía:

1Grimberg, Carl; Historia Universal, tomo 20: La Guerra de los Cien Años, Lord Cochrane, Sociedad Comercial y Editora Santiago Ltda (para la Colección Biblioteca de Oro del Estudiante), 1995, pp. 37-38.

2Bianchi, Susana; Historia social del mundo occidental: del feudalismo a la sociedad contemporánea, Bernal, Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, 2009, p. 60.

3Enciclopaedia Britannica, https://www.britannica.com/, artículo: “Peasent´s revolt (1381)”.


Una versión resumida fue publicada en: Boletín de la Revista de Historia, www.revistadehistoria.es, 9 de julio de 2021.

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