Serie de la Consciencia (2): Que descanse en paz
“la muerte que teme nuestra carne es esa muerte de cada noche, que se llama sueño”
Jorge Luis Borges, “Arte Poética” (El Hacedor, 1960).
“To die: to sleep; No more (…)To die, to sleep; To sleep: perchance to dream: ay, there's the rub”
William Shakespeare, Hamlet: prince of Denmark, acto III, escena 3º.
Hay una idea que me anda rondando en la cabeza desde hace varios días. Bueno, en realidad, en mí esa idea anda rondando solo desde hace unas horas, pero estuvo en la cabeza de mi antecesor por varios días. Es complicado de entender, yo todavía me confundo doctora. Deje que se lo explique.
Hace unos días mi antecesor en este cuerpo tuvo una revelación que le quitó el sueño. Nunca más acertada esta expresión. Comprendió que nuestro cerebro es capaz de llevar adelante todas las funciones fisiológicas para mantener vivo al organismo, pero no es capaz por sí mismo de generar identidad y consciencia. Para eso se necesita de un alma. Nada nuevo dirá, los filósofos y los curas siempre hablaron de eso. Pero lo que descubrió es que el alma tiene serias dificultades para adherirse a la parte física, o sea, al cerebro. Mientras estamos despiertos y en interacción con el ambiente, el alma permanece en el cerebro. Pero al dormir y perder esa conexión, ambos se separan de una vez y para siempre.
Dicho de otra manera: dormir es morir. El alma sale del cuerpo y no podemos volver a conectarla. Al despertar una nueva alma ha ocupado su lugar. Un alma que llega en blanco y comienza a cargarse con los recuerdos almacenados en el cerebro. Al despertar, en realidad, estamos naciendo y recordamos una vida que no vivimos. La vivieron las almas que ocuparon antes el mismo cuerpo.
Es como la reencarnación, pero al revés: en vez de volver a nacer en otro cuerpo, una nueva alma nace en el mismo cuerpo.
¿Le parece raro, doctora? Por su cara, digo. Pero pienselo bien, tiene sentido. No ha notado que cuando despierta, al principio se siente confundida y le cuesta adaptarse. Es que es su primera vez en este mundo. Lo que está sintiendo es nuevo, y los recuerdos anteriores recién comienzan a cargarse.
Mi antecesor, cuando tuvo esta revelación, comenzó a estudiar sobre el tema y, aunque le sorprenda, encontró evidencia científica en la que apoyarse. Hay una fase del sueño que se llama REM, en donde el cuerpo está entumecido y las lecturas son irregulares. Creo que así es la cosa. Eso es porque el alma ha muerto y la nueva todavía no ocupa su lugar.
¿Y los sueños qué son? Usted debe conocer a Freud, pero no es como él dice, doctora. Los sueños se producen porque la nueva alma ha nacido y está asimilando los recuerdos de ese cuerpo.
¿Leyó a Bertrand Russel? Ese ganó el Premio Nobel. Es decir, las almas que habitaron ese cuerpo hicieron un trabajo que mereció el Premio Nobel. Tiene un libro que se llama Análisis de la Mente, en donde plantea la “Teoría de los cinco minutos”. Dice que a lo mejor el mundo fue creado hace cinco minutos con una humanidad dotada de memoria de hechos que nunca sucedieron. Creo que Borges dice lo mismo. Esto es algo así, pero no es el mundo el que acaba de ser creado. Es un alma que acaba de nacer al mundo, pero con la memoria de las que la precedieron.
¿Y los casos de coma con electroencefalograma plano? ¿Se dice así? Me refiero a cuando el cuerpo todavía tiene signos vitales, pero el escaneo cerebral no da lecturas. Es un cuerpo sin alma. El cerebro está tan dañado que no puede albergar una nueva. Muy cartesiana la cosa: falta el “Ghost in the machine”.
¿Qué cómo terminé en este lugar? ¿Quiere que le cuente? Cuando mi antecesor en este cuerpo tuvo la revelación decidió no volver a dormir, porque quería prolongar su vida el mayor tiempo posible. Pensó que si lograba soportar unos días finalmente se acostumbraría y no volvería a dormir. Empezó con consumo de café, bebidas estimulantes, azúcar… también haciendo ejercicios físicos para aumentar la circulación sanguínea en el cerebro. Se pasaba la noche mirando videos. Prefería las películas de acción porque no eran aburridas y lo estimulaban. Pero al tercer o cuarto día temía dormirse en cualquier momento, así que probó algo más extremo. Comenzó a ingerir cocaína y metanfetaminas. Se volvió demasiado irritable y sufrió alucinaciones de todo tipo.
Finalmente alguien hizo la denuncia y vinieron con la fuerza pública para internarlo. Aunque se resistió clamando por su vida (“si me duermo me muero”, gritaba) lograron someterlo y lo sedaron. Así fue como murió.
Yo
nací esta mañana, cuando los sedantes dejaron de hacer efecto.
Recuerdo todo lo que vivió este cuerpo, aunque hace apenas unas
horas que estoy en el. El personal de enfermería no entendía cómo
podía estar tan tranquilo después de lo de anoche. Yo trataba de
explicarles que el de la noche anterior no era el mismo que el de
esta mañana, pero ellos no escuchan. No son cómo usted que me
presta atención y anota todo lo que digo.
Sé que moriré esta noche, cuando me seden para dormirme. Me estarán asesinando, pero no guardaré rencor hacia los enfermeros porque no saben lo que hacen. Además ellos mismos morirán cuando vayan a dormir más tarde, con o sin sedantes, y no debo culpar a las nuevas almas que ocuparán sus cuerpos.
¿Ya terminó la sesión, doctora? ¿Cuál es su diagnóstico? Seguramente piensa que estoy loco y a lo mejor es así. ¿Mañana a la misma hora? Eso es imposible, doctora. Ambos moriremos esta noche al irnos a dormir: usted en su casa, yo en este loquero. Quienes se encuentren mañana serán dos personas que nunca se vieron anteriormente, pero se reconocerán de inmediato. Es como el río del griego ese: estamos fluyendo todo el tiempo. No somos dos veces los mismos, nunca volvemos a ser los mismos.
Buenas tardes doctora, y que descanse en paz esta noche.
Cipolletti, 12 de junio de 2019.
Publicado originalmente en la antología: Aurora de Autor, compilada por Mercedes Baigorri, Buenos Aires, Dunken, 2020. Luego reproducido en El Narratorio y otros medios.
Maravillosa y motivanta . me a sorprendido mucho
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