Tebaldo Ricaldoni: el inventor olvidado


   En 1998, mientras se llevaban a cabo las obras tendientes a poner en funcionamiento el Museo de Física de la Universidad Nacional de La Plata, un grupo de investigadores comenzó a indagar la historia de la institución. Allí fue cuándo se rescató la figura de Tebaldo Jorge Ricaldoni, ingeniero e inventor cuyos aportes al desarrollo científico en el Río de La Plata fueron injustamente ignorados en los estudios clásicos sobre la historia de la ciencia en Argentina (1).

   Ricaldoni nació el 24 de mayo de 1865 en Montevideo (Uruguay). Era hijo del “educacionista” italiano Pedro Ricaldoni y de Filomena Saroldi. Terminó sus estudios secundarios a los 15 años y se radicó en la ciudad de Buenos Aires (Argentina). Allí residió en la casa del ex presidente Bartolomé Mitre mientras cursaba Ingeniería Civil en la Universidad de Buenos Aires, carrera de la que se recibió a los 19 años. De regreso a su país su desempeñó como Vocal Primero y Subdirector de Obras Públicas, pero renunció dos años después para continuar su carrera en Argentina (“mi patria” como se refirió siempre). Trabajó brevemente en la construcción de la línea del Ferrocarril Pacífico, y fue durante 30 años docente del Colegio Nacional de Buenos Aires. Fue el primer Doctor en Ingeniería del país, y también obtuvo doctorados en Física y Matemática.

   Su primera esposa fue Clara Ramos Mejía y con ella tuvo dos hijos: Hugo y Alberto. El matrimonio residía en Montevideo pero viajaban frecuentemente a Buenos Aires. Más tarde se divorció y contrajo matrimonio con Teresa di Jorgi con quién tuvo dos hijos: Marta y Jorge (2).

   El prestigio ganado por Ricaldoni, así como sus contactos con la alta sociedad, llevaron a que fuera convocado por Joaquín V. González, para crear y dirigir el Instituto de Física de la recién creada Universidad Nacional de La Plata.

   Luego de la federalización de la ciudad de Buenos Aires en 1880, la provincia de Buenos Aires no solo había perdido su capital sino también sus instituciones culturales y científicas, entre las que se encontraba la Universidad de Buenos Aires. De ahí que surgiera el propósito de crear una nueva universidad en la ciudad de La Plata, nueva capital de la provincia, propósito que se concretó por una ley provincial de 1889. Pero los tiempos no eran propicios y la ley no se ejecutó hasta 1897. La ley proveía cuatro facultades, las tres clásicas: Derecho, Medicina e Ingeniería, y una cuarta de Química y Farmacia. En 1903 la falta de presupuesto puso en peligro su funcionamiento, lo que llevó a la nacionalización de la Universidad en 1905. Así la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) se convirtió en la tercera universidad nacional, después de la Córdoba y la de Buenos Aires. Previamente la provincia había hecho sesión de varias instituciones culturales y científicas a la Universidad, entre las que se encontraba el Observatorio Astronómico (3).

   Desde 1906 el nombre de Tebaldo Ricaldoni aparece en documentos oficiales de la Universidad Nacional de La Plata ocupando el cargo de Decano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (diciembre de 1906- enero de 1908), Consejero Académico (1906-1908) y delegado al Consejo Superior (1906-1908), así como en la nómina de docente de varias asignaturas (4).

   
   El trabajo en el Instituto no fue fácil ya que los planes de estudio no estaban aprobados por el Consejo Superior, y las diferencias políticas llevaron a que no fuera puesto bajo jurisdicción del Observatorio Astronómico, por lo que carecía de un lugar amplio para desempeñar su tarea (5). Sin embargo el entusiasmo con el que encaró la nueva tarea lo llevaron a adquirir 2761 instrumentos para la demostración de fenómenos físicos y la enseñanza de las ciencias a la firma alemana Max Kohl. De este periodo son también muchos de sus principales inventos.

   En una entrevista, Ricaldoni expresó que su “primer y más querido invento” fue el “Submarino Ricaldoni” (6). Desde la época de Alejandro Magno se había intentado desarrollar vehículos submarinos. En el Renacimiento tenemos planos realizados por Leonardo da Vinci. En 1620 el holandés Cornelis Drebedel cubrió un bote impulsado por 12 remeros con un trozo de cuero y se sumergió en el Támesis. En 1775 David Bushenell diseñó el Turttle, capaz de sumergirse y fijar bombas en los cascos enemigos. En 1867 el español Narciso Monturiol diseñó el Ictíneo II, capaz de permanecer ocho horas a 50 metros de profundidad, y en 1888 otro español, Isaac Peral, desarrolló un torpedero (7). Sin embargo estos vehículos presentaban numerosas dificultades en su funcionamiento, por lo que en 1889 la Marina de los Estados Unidos llamó a un concurso para la construcción de un submarino que cumpliera con 17 requisitos y se daba al ganador 500 mil dólares.

   En 1892 Ricaldoni ofreció en donación al Ministerio de Marina argentino el proyecto de su submarino y le pidieron que se ajustara a las 17 condiciones de la Marina estadounidense. Convencido de que “nunca se tendrá dominio sobre el aire sino imitando a las aves, y nunca se tendrá dominio sobre el mar sino imitando a los peces” (8), inició sus investigaciones y meses después presentó un escrito que cumplía los 17 requisitos y agregaba 11 más. Además incluía 27 inventos para cuidar la seguridad de los tripulantes. Su tamaño era de 40 metros de eslora y 4,8 de manga.

   El “Submarino Ricaldoni” incorporaba las siguientes novedades: 1) un mecanismo de control de profundidad, que consistía en una modificación del empuje provocado por un cambio de volumen utilizando cuatro cilindros que sobresalían del casco activados por aire comprimido; 2) capacidad de mantener la horizontalidad en estado de reposo mediante timones de profundidad; 3) la posibilidad de cambiar de rumbo mediante hélices horizontales a los costados; 4) evitaba la brusquedad de los movimientos con aletas a los costados que se abrían y cerraban con palancas; 5) un motor eléctrico de cromo-cloro; 6) además de un sistema de contención de oxígeno, tenía la posibilidad de reciclar el aire mediante procesos químicos; y 7) mientras que otros submarinos tardaban decenas de minutos en sumergirse, este podía hacerlo en cuestión de segundos lo que le daba una ventaja táctica (9).


Plano y maqueta del submarino. En revista Caras y Caretas, 1891.


   Autodefinido como pacifista, Ricaldoni aseguraba que el objetivo de su submarino era la protección de los estuarios. Dos veces estuvo a punto de ser construido, pero desde la Marina le dijeron que “no sabemos qué rol asignarle” (10). Durante el gobierno de Roque Sáenz Peña la Cámara de Diputados asignó un presupuesto, pero el proyecto quedó estancado en el Senado. El diseño quedó plasmado en dos trabajos del autor: “Mi Submarino” (1900) y “El Submarino Ricaldoni”. Finalmente fue adquirido por el gobierno de Francia.

   Otro de sus inventos a destacar fue el telégrafo sin hilos, que habría adelantado al de Marconi. En 1899 se instaló en Buenos Aires una pequeña estación experimental diseñada por Ricaldoni basándose en las experiencias de Branly, Popoli, Hertz y Marconi. Aunque era muy rudimentaria, la estación consiguió comunicarse con el vaporcito Vigilante a 50 kilómetros.

   El número del 29 de abril de 1899 de la revista Caras y Caretas expresaba que “los resultados obtenidos no dejaron nada que desear comprobándose que indudablemente, el ingeniero (Ricaldoni) ha logrado la solución de varios problemas que aún tienen en estudio al inventor Marconi” (11).

   En sus ensayos al referirse a este invento señala que “mi radioconductor es fabricado con limaduras de bismuto, fundándome en que tiene un punto de fusión muy bajo  y que tiene un agspecto cristalino que facilita la producción de contactos imperfectos”. Más adelante comenta que “en los ensayos practicados por mí en Buenos Aires he hecho uso de un tubo receptor de ebonita con li­maduras de bismuto. Las varillas del tubo eran de plata y penetraban en el tubo, á tornillo, de manera que se podía acercar o alejar los extremos de las varillas, lo cual permite regular su sensibilidad. El vibrador usado que ha sido patentado en las Repúblicas Americanas, consta de una serie de esferas de plata, cuya distancia puede variar a voluntad” (12).


Página de la revista Caras y Caretas, Nº 140 del 8 de junio de 1901, contando la experiencia de Ricaldoni.


   Refiere que su antena tenía 9 metros de altura y la distancia a la que ha recibido señales es de 7.000 metros una vez que “mediante una aparato especial” pudo salvar el problema de la mala conductividad del agua dulce del río, ya que en principio sólo lograban una transmisión de 1000 metros de distancia.

   En una entrevista, su nieto Jorge Ricaldoni cuenta que “Guillermo Marconi, en 1906 vivió una año en la casa de mi abuelo en 5 y 59 porque Tebaldo había inventado un nuevo sistema para el transmisor inalámbrico de radio, suplantando al desventajoso sistema de calderas y filamentos de oro, por un modelo de filamentos de tungsteno que resultó un cuatro mil por ciento más económico y de mucha mayor fidelidad. Marconi, para comprarle la patente, le ofreció el 30 por ciento del paquete accionario de su ya multimillonaria empresa, pero como Tebaldo quería seguir con lo suyo acá en La Plata, finalmente le regaló su invento” (13). Marconi ganó el Premio Nobel de Física en 1909.


Imagen de Caras y Caretas, Nº 43, 29 de abril de 1899.


   Otro de sus inventos fue el “Pincel de Fuego”, que probó en el Estadio del Colegio Nacional. Colocó el aparato en un arco y, luego de minuciosos cálculos, disparó con él a un blanco de madera de cedro colocado en el arco opuesto provocando en el objeto un enorme agujero. Asustado por los resultados y fiel a su vocación pacifista, redactó un informe del experimento y destruyó su invento por tratarse de una “terrible arma”. Se desconoce el mecanismo de funcionamiento del “Pincel de Fuego”.

   Ricaldoni es autor además de numerosos inventos utilizados para la experimentación y la enseñanza de las ciencias, entre los que podemos mencionar los siguientes:

* El troley de ruedas capaz de captar energía de cables colgantes para vehículos en movimiento.

* Una falsa quilla de lastre para submarinos.

* El Panoramascopia, un periscopio de 360 grados de proyección.

* El Salvator, una boya de salvataje con poder de flotación capaz de contener a 25 personas.

* Un intelectómetro.

* Ensayó un elevador de agua.

* Bolsas de oxígeno.

* Investigó como producir energía gratuita al igual que Nikola Tesla.

* El “Interruptor Ricaldoni” (1899). Mientras que el Interruptor Whenett requería de 6 a 10 amperes para su funcionamiento y solo podía aplicarse a grandes bobinas, el interruptor desarrollado por Ricaldoni funcionaba con menos de 2 amperes y era más constante y económico. Fue utilizado en sus experimentos de telegrafía sin hilos. Constaba de una varilla de vidrio con agua acidulada, y en una de las paredes se la recubría con una lámina de plomo en el polo negativo y en el positivo una de plomo introducida en una probeta que tenía un agujero pequeño en la pared. La probeta podía alejarse o acercarse a la pared de la vasija y por consiguiente regular el funcionamiento según la necesidad, sin tener que utilizar un condensador (14).

Interruptor Ricaldoni. Imagen extraída de Apuntes de Física, de Tebaldo Ricaldoni.

* El Ornitóptero, una máquina para volar moviendo las alas accionada por un motor eléctrico de ½ HP y con un peso de 74 kg. Durante un vuelo de prueba logró remontar pero no mantenerse suspendido en el aire. Puede considerarse un antecesor del helicóptero.

* El “Reductor Ricaldoni”. En uno de sus libros escribió que “sabido es cuán difícil es tener en los gabinetes de física de los Colegios Nacionales y escuelas normales, listas las pilas o acumuladores destinados a reproducir los experimentos clásicos”. Mientras que otros aparatos tenían una tensión de 120 voltios y un amperaje de 10 a 30, el invento de Ricaldoni podía trabajar con 0 a 220 voltios, y de 0 a 30 amperes, lo que lo volvía más seguro y rápido. Consistía en un disco de cartón o platino en el fondo de un frasco con agua pura, que se unía a una varilla de cobre que terminaba en un tope al cual se unía uno de los hilos que va al aparato que debe funcionar. El otro tope se ponía en unión con la línea y el circuito se cerraba uniendo el otro hilo de línea con un tope colocado en la parte superior del tubo que podía subir o bajar introduciendo agua. Ricaldoni aclaraba que “finalmente es necesario poner el reductor en una sala ventilada y prohibir fumar en dicha sala, pues los gases desprendidos forman una mezcla detonante” (15)La prohibición de fumar en su laboratorio, en una época en donde no había leyes en contra del tabaco, era considerado una extravagancia propia de un “científico loco”.

Reductor de Ricaldoni. Imagen extraída de Apuntes de Física, de Tebaldo Ricaldoni.

* Paracaídas para aviadores.

* Un propulsor sin hélices.

* Un cañón magnético.

* Marcas numeradas.

* Un abridor de latas.

* Diversos tipos de envases.

* El “Desvía Torpedos”, del que no se tienen fotografías ni descripciones, pero que Ricaldoni asegura haber probado con éxito en un tanque de su casa.

La “Fórmula Ricaldoni”, que tenía como objetivo calcular la resistencia de un conductor cuándo la temperatura varía.

“Fórmula Ricaldoni”. Imagen extraída de Apuntes de Física, de Tebaldo Ricaldoni.


   El funcionamiento de la mayoría de sus inventos se ha perdido, ya que Ricaldoni no dejaba constancia de los mismos en “papers” o artículos científicos, sino que solo hacía mención de algunos de ellos en sus manuales y libros escolares.

   También predijo la existencia de Plutón y de una luna magmática en Mercurio, creencia que se mantuvo hasta 1974 cuándo la sonda norteamericana Mariner 10 sobrevoló el planeta demostrando la inexistencia de un satélite natural.

   Es autor de Problemas y Ejercicios aritméticos para graduados (1894), Tratado Elemental de Aritmética Práctica (1896), Elementos de Aritmética Razonada (con Idelfonso Ramos Mejía, 1898), Elementos de Álgebra (1905), Apuntes de Física (1908), Elementos de Geometría (1910), Elementos de Geometría Plana (1910), Primer Curso de Álgebra para Colegios Nacionales (1912), Segundo Curso de Álgebra (1912), Segundo Curso de Aritmética (1912), Elementos de Física (1913), Elementos de Química (1914), Elementos de Cosmografía (1914), Elementos de Trigonometría rectilínea y esférica (1916) y Ciencias Físico Naturales (1916), entre otros (16).

   Por sus inventos el Gobierno Francés le otorgó en una oportunidad la Palma de Oro, y en dos oportunidades la Palma de Bronce, distinciones que entonces tenían el mismo prestigio que el Premio Nobel. Cuando regaló al Estado francés una boya de flotación fue distinguido con las Palmas Académicas de Oficial de Instrucción Pública.

   En 1909 se reorganizó la facultad donde trabajaba con el nombre de Facultad de Ciencias Físicas, Matemáticas y Astronómicas. El Instituto creado por Ricaldoni pasó a ser ahora la Escuela de Ciencias Físicas y su dirección quedó a cargo del reconocido científico alemán Emil Bose.

   Después de esto Ricaldoni continuó desempeñándose como docente y desarrollando sus inventos en su taller particular, gracias al mecenazgo de personas que aportaron capital para sus investigaciones. Caras y Caretas lo visitó en 1918 y el cronista señala que “tiene un rostro plácido, la mano lentamente tendida, la voz convincente y reposada. Su casa es su templo verdadero de trabajo, es el retiro de un hombre de ciencia, cuya inteligencia lucha incesantemente con los problemas arduos de sus inventos” (17).

   Sumido en la pobreza, falleció el 22 de septiembre de 1923, en el Hotel Comercio de La Plata donde se alojaba tras sufrir un síncope cardíaco. Poco antes se había presentado un proyecto en la Cámara de Diputados para que se le otorgara un subsidio o una jubilación que aliviara su situación económica.

   Respecto a cómo catalogar su trabajo, von Reichenbach, Hara y López D´urso lo definen como “inventor”, es decir “un investigador cuyo objetivo es la producción de objetos innovadores destinados a solucionar problemas concretos”. Más adelante agregan que “nunca intentó hacer ciencia pura, ni se ocupó de escribir los resultados de sus investigaciones para ponerlos a consideración de la comunidad científica. La ocupación de Ricaldoni podría llamarse de ‘inventor’ aunque en su época se usara para describirlo la palabra ‘científico’”(18).

   Tebaldo Ricaldoni es una figura que merece ser destacada en el desarrollo científico y tecnológico argentino y latinoamericano. Dejó como legado sus decenas de inventos, sus obras científicas y educativas, y los miles de instrumentos utilizados para la enseñanza que forman parte del Museo de Física de la Universidad Nacional de La Plata.


Bibliografía:

(1) Hay una breve biografía de Ricaldoni en: Abad de Santillán, Diego; Gran Enciclopedia Argentina, tomo VII, Buenos Aires, EDIAR, 1961, p. 138. Es curioso que Babini en su famosa obra no mencione a Ricaldoni. Incluso cuándo se refiere a la fundación del Instituto de Física de la Universidad Nacional de La Plata, creado por Ricaldoni, solo señala que “en esa Universidad aparecen por primera vez los diplomas de doctor en astronomía, doctor en física y doctor en matemáticas, con lo que se inician los estudios astronómicos y físicos en la Argentina, especialmente estos últimos. Para ello contó desde 1906 con un Instituto de Física bien provisto (se habían invertido en esa época unos 100,000 pesos) y montado científicamente, destinado a `fomentar el estudio de las ciencias físicas y crear un personal competente para que pueda utilizar todas las materias primas y todas las energías naturales del país’ y que desde 1909 estuvo bajo la excelente dirección de un físico eminente: Emil Hermann Bose”. Babini, José; Historia de la Ciencia Argentina, México, Fondo de Cultura Económica, 1949, pp. 80- 81.

(2) Genealogía Familiar, https://genealogiafamiliar.net/old/surnames-oneletter.php?firstchar=R.

(3) Babini, José; Historia de la Ciencia Argentina…, pp. 78- 79.

(4) Universidad Nacional de La Plata, “Tebaldo Ricaldoni”, http://www.unlp.edu.ar/articulo/2012/9/17/vidas_y_retratos_tebaldo_ricaldoni, publicado el 17/09/2012.

(5) Von Reichenbach, María Cecilia; Hara, Myriam y López D´urso, Mónica; “Tebaldo Jorge Ricaldoni, ¿inventor o científico?”, Saber y Tiempo. Revista de Historia de la Ciencia, vol. 4, N° 13, 2002.

(6) Caras y Caretas, Buenos Aires, N° 1023, 11 de mayo de 1918.

(7) “Breve Historia del Submarino”, Revista Quowww.quo.es, 22 de junio de 2015.

(8) Citado por Von Reichenbach, María Cecilia; Hara, Myriam y López D´urso, Mónica; “Tebaldo Jorge Ricaldoni…”, op. cit.

(9) Von Reichenbach, Maria Cecilia; Hara, Myriam y López D´urso, Mónica; “Tebaldo Jorge Ricaldoni…”, op. cit.; y artículo “El primer submarino de un uruguayo”, http://viajes.elpais.com.uy/2015/08/11/el-primer-submarino-de-un-uruguayo/.

(10) Caras y Caretas, Buenos Aires, N° 1023, 11 de mayo de 1918.

(11) Caras y Caretas, Buenos Aires, N° 43, 29 de abril de 1899.

(12) Ricaldoni, Tebaldo; Apuntes de Física, Buenos Aires, Casa Editora Argos, 1908, pp. 286- 287.

(13) El Álbum de la Platahttp://personalidadesplatenses.blogspot.com.ar/2006/11/.

(14) Ricaldoni, Tebaldo; Apuntes de Física…, op. cit., pp. 221- 223.

(15) Ricaldoni, Tebaldo; Apuntes de Física…, op. cit., pp. 291- 292. 

(16) Las obras de Ricaldoni han sido cuestionadas por presentar gran cantidad de contradicciones y ambigüedades, ya que ignoraba los últimos avances que se estaban dando en otros países y su tarea centrada más en la invención que en la realización de investigaciones. Ver Von Reichenbach, María Cecilia y Capannini, Osvaldo; “Similitudes y diferencias entre dos propuestas dominantes de la enseñanza de las ciencias en la argentina en las primeras décadas del siglo XX: Adolphe Ganot y Tebaldo Ricaldoni”, Revista Brasileira de História da Ciência, Sao Pablo, vol. 9, 2016.

(17) Caras y Caretas, Buenos Aires, N° 1023, 11 de mayo de 1918.

(18) Von Reichenbach, María Cecilia; Hara, Myriam y López D´urso, Mónica; “Tebaldo Jorge Ricaldoni…”, op. cit.


Una versión resumida de este artículo fue publicada en Boletín de la Revista de Historia, https://revistadehistoria.es/tebaldo-ricaldoni-el-inventor-olvidado/, 7 de noviembre de 2017. Una versión completa se publicó en La Quinta Pata, http://la5tapata.net/tebaldo-ricaldoni-el-inventor-olvidado/, 21 de junio de 2020. 

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