Letras migrantes y monopolios editoriales: entrevista a Enrique Zattara de Editorial Equidistancias

   Migrar a un país con lengua y cultura diferente supone, en algún punto, quedar marginado de la producción artística y cultural del país de origen. Esto es algo que afecta tanto a escritores (por no poder dar a conocer sus obras en su tierra nativa) como a lectores (que dejan de consumir la producción nacional).

   Por este motivo se creó la Editorial Equidistancias. Con sede en  Londres, se propone ser “un sello editorial que refleja una realidad importante en un mundo cada vez más dinámico: la gran cantidad de escritores de habla castellana que han elegido vivir en culturas diferentes a la propia”, y que permite “expresarse a aquellos autores que han permanecido excéntricos a los circuitos literarios tradicionales para que sean visualizados tanto en su lugar de origen como en aquellos lugares por los que han circulado”.

   Para esta nota conversamos con Enrique Zattara, responsable editorial de Equidistancias, quién desde Londres respondió a nuestras preguntas.

 

   Luciano Andrés Valencia: ¿Cómo empezó este emprendimiento editorial y que fue lo que les motivó su creación?

   Enrique Zattara: Salí de la Argentina en 1992, después de haber editado  allí dos revistas literarias y algunos libros, y viví durante más de dos décadas en España y actualmente en Londres, donde también he tenido siempre una intensa actividad, tanto como escritor como gestor cultural. De hecho, además de dirigir un proyecto cultural multimedia en red en toda Europa (El Ojo de la Cultura Hispanoamericana), ya llevo más de 20 libros publicados, casi todos en Europa. Sin embargo, lo que se publica en Europa casi no puede ser leído en Latinoamérica por las características parcelarias (y monopólicas) de la industria editorial actual, lo que significa una gran frustración cuando sabés que tus libros no son accesibles a tus compatriotas, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de los temas que uno desarrolla están muy relacionados con tu país de origen.

   Esta “carrera” excéntrica no es de mi exclusividad: los países europeos, empezando por España, pero también los demás, están plagados de historias como la mía. Digamos: autores que hemos salido demasiado pronto del campo cultural originario (sin mantener el contacto con el mismo), y hemos llegado demasiado tarde al presente. El resultado: lo que hacemos, sea bueno o malo (que es otro asunto, claro), navega en una suerte de “tierra de nadie”: somos invisibles en todas partes. Y los creadores en esa situación son muchos más de lo que pueda pensarse.  Incluyendo en este perfil, naturalmente, también a escritores de origen latinoamericano que han emigrado a otros países latinoamericanos. 

   Constatando esta realidad, en 2020 tomamos la decisión, junto con el escritor argentino Andrés Tacsir, que había regresado a Buenos Aires después de más de 10 años en el Reino Unido, de crear un sello editorial que fuera capaz de cubrir ese espacio, lo que significaba adaptar a la realidad sudamericana (y en particular argentina) los recursos tecnológicos y logísticos que en Europa o los Estados Unidos son muy habituales, pero no así en nuestros países de origen. Después de mucha investigación (y con la considerable restricción que nos imponía la pandemia), optamos por establecer un sistema mixto en cuanto a edición, distribución y venta, que combina las formas tradicionales de circulación y lectura con  los sistemas digitales y on-demand, que hiciera posible la aventura. Y logramos finalmente, lanzar nuestros primeros títulos simultáneamente en Europa y Latinoamérica a partir de diciembre del año 2021. Actualmente, ya tenemos en catálogo 13 títulos en tres colecciones: Narrativa, Poesía y Ensayo; e incluso tenemos casi cerrada la programación para el año 2023.

 

   LAV: Menciona que el mercado editorial tiene un carácter parcelario y monopólico, ¿quiere profundizar un poco esta idea? ¿Cómo ayudan proyectos como el suyo a luchar por un mercado editorial más abierto y democrático?

    EZ: El actual mercado editorial presenta dos problemas graves que surgen del predominio casi absoluto de la rentabilidad sobre otros valores. El primero de ellos es la monopolización casi absoluta: hoy en día no son más de tres grandes grupos los dueños del grueso de las editoriales. Incluso editoriales muy prestigiosas por sus catálogos especializados, han sido compradas o absorbidas por los grupos monopólicos, quienes también están interesados en captar ese mercado minoritario pero influyente. Esta “pseudo globalización” en realidad es solo financiera, porque en la práctica, esas mismas editoriales han fragmentado sus catálogos por mercados regionales. Si hasta hace unos 30 años un libro editado por una editorial española se podía comprar igualmente en Buenos Aires o Lima, hoy ya no es así: las editoriales tienen sus filiales en cada país, que publican sólo a los autores que les parecen convenientes.

   Así, la circulación de libros se ha fragmentado, mientras que las ganancias se han concentrado. El surgimiento de pequeñas editoriales independientes es un fenómeno que ha reaccionado ante este monopolio, pero hay que reconocer que nuestras posibilidades de competir con los grupos hegemónicos son escasas, salvo que generemos nichos de mercado que en principio no le interesen a las multinacionales. Las nuevas tecnologías están permitiendo, en esta etapa que yo llamaría de transición entre formas de circulación y consumo de libros tradicionales y las innovadoras, algunos espacios novedosos para intentar romper esa dinámica. Pero no existen, al menos todavía en América latina, nuevos hábitos de lectura suficientemente afianzados entre la audiencia de literatura. Mientras tanto, hay quienes pensamos que esa apertura es la única posibilidad de que la lectura no sea exclusivamente diseñada por las editoriales monopólicas.


   LAV: ¿Cuáles son los criterios para seleccionar a los autores latinoamericanos que publican en su editorial? ¿Quienes han publicado hasta ahora?

   EZ: Nuestro criterio es clarísimo, y lo explicamos  en nuestra página web (www.equidistancias.com/publicar)  para que todo el mundo tenga acceso a él. Nuestros autores son escritores que están “escribiendo afuera”, o para los que el “escribir afuera” haya sido un elemento importante en su creación literaria. O sea, quienes escriben (escribimos) fuera del ámbito de nuestros países de origen. Eso no sólo significa, como muchos discriminan, argentinos o chilenos que viven en Europa; sino también venezolanos o peruanos que vivan en la Argentina, por ejemplo. Y claro, también españoles que estén en esas condiciones. La lengua es una.

   En este año habremos publicado ocho libros de narrativa (cuatro argentinos, dos españoles, un peruano y una cubana); tres de poesía (una venezolana, un colombiano y una antología de latinoamericanos que viven en Reino Unido): y dos ensayos (una chilena y un español). 

 



   LAV: ¿Que nuevos proyectos piensan encarar a futuro?

    EZ: Seguiremos en nuestra línea, y ya tenemos casi resuelta la programación para el próximo año en las tres colecciones. Seguramente lo completaremos con alguna convocatoria o concurso para descubrir nuevas voces. Pero además de las obras de autor, vamos a editar algunos trabajos colectivos y conversaciones con escritores que están en esa situación (aunque no sean autores de nuestra editorial), para poner en escena y debatir la experiencia de quienes “escribimos afuera”. Y en el mediano plazo, aspiramos a que este proyecto no sea solo un sello editor, sino se vaya transformando en una red que conecte a los creadores de cultura de habla castellana que están en el mundo de la migración.


   LAV: Hace poco conversé con la
escritora, editora y encuadernadora Laura Miranda acerca de cómo el libro en papel y el digital van a convivir a partir de ahora. Ustedes han incorporado ambas modalidades de edición y comercialización. ¿Como ve el futuro del libro y de la edición en este sentido? 

    EZ: Como te decía en una pregunta anterior, el proceso de transformación de la circulación de libros y de los hábitos de lectura se está produciendo aceleradamente. Como se ha producido en otros momentos de la historia: de los pergaminos egipcios a la imprenta de Gutemberg ha ocurrido mucho, y de la imprenta de Gutenberg a la impresión digital por unidad, ni te cuento. Ya no conozco a nadie que escriba con una máquina de escribir como hice yo durante más de la mitad de mi vida. Los libros de papel tienen (al menos para mí) un encanto difícil de reemplazar; sin embargo, hoy en día la mayor parte de mi colección de libros está en mi tablet y la llevo encima conmigo a donde voy. Las transformaciones tienen siempre su costo: hay cosas que se pierden por el camino. Pero esos cambios, al final, siempre terminan siendo positivos, terminan abriendo nuevas posibilidades que antes no existían. En nuestro caso, intentamos combinar los métodos tradicionales con las nuevas tecnologías, pero tenemos claro que hay que esperar al futuro con las armas tecnológicas que el futuro nos requiere.

 

   LAV: Me gusta esa frase de "esperar el futuro con las armas tecnológicas que el futuro nos requiere". ¿Le gustaría agregar algo más para terminar la entrevista?

    EZ: Me gustaría intentar un toque de optimismo sobre el futuro de la literatura, aunque en las circunstancias actuales no resulta fácil. En la Argentina (y en Sudamérica en general) los libros son muy caros y esa es una dificultad primaria para expandir la lectura, sin contar con que -como en todo el mundo- la educación se hace más a través de los medios de comunicación que de la escuela misma, y no hace falta decir cuáles son los “valores” que proponen los medios de comunicación. Pero la necesidad de los seres humanos de expresarse y sentirse expresados, de sumergirse en otras historias que nos muestran mundos y vidas diferentes, de intentar alcanzar ese espacio que trasciende la cotidianeidad, y -finalmente- de disfrutar  el sabor y el sonido de un buen texto, no van a morir nunca. La literatura -y el arte en general- serán siempre el último refugio.

 

   LAV: Muchas gracias por tomarse un tiempo de su trabajo para participar de esta entrevista y por la buena predisposición. Éxitos en sus futuros proyectos.

  

 

 


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