La Hoguera (cuento)
La vi entrar a la Estación de Ferrocarriles
y buscarme con la mirada. Cuando me vio dejó escapar una sonrisa que
contrastaba con el miedo y tristeza de su rostro. Detrás de ella entró a ese
infame hacendado que nos miraba con odio. A su lado estaban los matones
fuertemente armados.
Sabrina había estado con ese hombre siniestro
desde que prácticamente la raptó de su hogar familiar siendo una adolescente y
la llevó a su hacienda. Permaneció bajo su yugo varios años hasta que consiguió
escapar y comenzar una nueva vida.
Yo la conocí porque trabajaba de moza y
limpieza en el bar a donde iba a almorzar en mi descanso del trabajo, en una
fábrica cercana. Primero nos hicimos amigos, y luego tuvimos una hermosa
historia de amor. Fueron solo unos meses, pero tuvieron la intensidad de una vida.
Hasta que el siniestro hacendado dio con
ella. A mí me golpearon sus matones en la calle dejándome maltrecho. No supe de
ella por varios días, hasta que recibí una carta indicándome el día y la hora
en que podíamos encontrarnos en la Estación.
- Debo regresar con él –me dijo-. Mi madre
está muy enferma y amenaza con quitarle el seguro si no lo hago. Tiene el poder
para hacerlo. Sin los medicamentos morirá. Mis hermanos trabajan en una
acopiadora de granos de la que es socio. El mayor tiene una familia que
mantener, el menor paga sus estudios con ese trabajo. No puedo dejar que los
eche a la calle. Solo me concedió 5 minutos para que me despidiera. Me lleva a
sus campos en el otro extremo del país para alejarme de tu presencia.
La acaricié dulcemente en el rostro mientras
a ambos se nos abrillantaban los ojos:
Yo la abracé tiernamente.
- Tu no eres la culpable aquí – le dije
mientras miraba con odio a ese hombre que parecía regodearse de arruinarnos la
vida.
Antes
de despedirse acercó mi mano a su cintura:
- Le haré creer que es suyo –dijo-, pero es
nuestro el hijo que llevo en mi vientre. Cuando crezca le diré que su padre no
es un malvado señor feudal, sino el amor de mi vida. Esa será mi venganza.
No solo sería una venganza, sino también era
una esperanza de reencuentro. Las injusticias no pueden durar por siempre. Supe
inmediatamente que volveríamos a estar juntos. Ya se acerca el día en que los
obrajes arderán, y los explotadores serán quemados en las hogueras que crearon.
Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, 21 de febrero de 2022.
Publicado en El Narratorio Digital, N° 75, mayo de 2022.
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