Orificios en el cerebro: el curioso caso de Phineas Gage (artículo)
¿Quién fue Phineas Gage?
Ese día, como era habitual en su
trabajo, debía volar unas rocas con explosivo para permitir el paso de las vías
del tren. Primero realizó un agujero estrecho con una barra de hierro y luego
lo rellenó con pólvora, un detonador y arena. Finalmente, apretó y compactó la
carga con la barra de hierro. Quizá por un descuido en el relleno o porque se
olvidó de colocar la arena, la carga explotó de improviso y la barra de hierro
salió disparada alcanzado a Gage en el pómulo izquierdo, por debajo del ojo, y
saliendo por el centro del cráneo, al inicio de la cabellera. La barra medía
1,10 metros, tenía 3,2 centímetros de diámetro y pesaba casi 6 kilos. La fuerza
de la explosión la impulsó a más de 30 metros de donde había quedado tirado el
cuerpo del joven obrero, manchado de sangre y líquidos cerebrales. Pero,
curiosamente, Phineas había sobrevivido.
A los pocos minutos del accidente,
recuperó la consciencia. Fue capaz de ponerse de pie y montar a caballo hasta
la ciudad, donde se presentó en un consultorio médico diciendo: “Doctor, creo que voy a darle bastante que
hacer”[1].
El doctor John Martyn Harlow, quién se
ocupó del caso, escribió que “Se afeitó
el cuero cabelludo, se retiró un coágulo con tres pequeñas piezas triangulares
del hueso frontal, y en la búsqueda para determinar si había cuerpos extraños
en el cerebro, pasé el dedo índice de la mano derecha por toda la extensión de
la abertura, en la dirección de la herida en la mejilla, que recibió el dedo
índice izquierdo de la misma manera, apenas se sentía la introducción del dedo
en el cerebro. Aparte de las piezas triangulares ya mencionadas como
eliminadas, había otras dos piezas separadas del hueso frontal, la anterior de
dos y media por dos pulgadas, y la posterior de una y media por dos pulgadas,
dejando el diámetro antero-posterior de la abertura en el cráneo completamente
tres pulgadas y media”. Más adelante
nos relata que: “a las 7 de la mañana, el
día 14, ha dormido un poco durante la noche; parece estar dolorido; habla con
dificultad; presenta tumefacción de la cara considerable y creciente. Reconoce
a su madre y tío. Sangrado en la boca continúa. Pregunta quién es el capataz en
su pozo. No ha vomitado desde la medianoche. Al día siguiente, el día 15, la
hemorragia cesó por completo. Durmió bien la mitad de la noche y pudo ver
objetos indistintamente con el ojo izquierdo”[2].
Unas semanas después tuvo un absceso
(acumulación de pus) en el lóbulo frontal y mucha fiebre, pero se le curó al
poco tiempo. También perdió el ojo izquierdo. Aunque una parte de sus lóbulos frontales había desaparecido, fue capaz
de recobrar la mayoría de sus habilidades mentales y en 1849 fue declarado “completamente recuperado”.
Gracias a los escritos de Harlow
profesionales de la psicología, la neuroanatomía, la neurofisiología y las
neurociencias han podido estudiarlo a la luz de las nuevas teorías y
descubrimientos.
Tras escasas 10 semanas las funciones del cerebro de Gage parecían haberse
recuperado, como si los tejidos celulares del cerebro hubiesen sabido
reorganizarse para compensar la ausencia de varios centímetros cúbicos de
lóbulo frontal. Sin embargo, al doctor Harlow le llamó la atención una cosa:
aunque el capataz no parecía tener déficits intelectuales, su personalidad había
cambiado a raíz del accidente y no volvería a ser el mismo durante el resto de
su vida. Al respecto escribió: “el 15 de
septiembre, dos días después del accidente, el paciente perdió el control de su
mente, y se volvió decididamente delirante, con intervalos ocasionales de
lucidez. Ese día se introdujo una sonda metálica en la abertura en la parte
superior de la cabeza y hacia abajo hasta que alcanzó la base del cráneo, sin
resistencia ni dolor, y el cerebro no era sensible”[3].
Cuando Gage retomó al trabajo, sus compañeros comenzaron a notar
que ya no se trataba de la persona amable, cordial y eficiente que siempre
había sido, sino que ahora tenía mal carácter, se irritaba con facilidad, era
grosero, derrochador, con una visión muy cortoplacista de la vida, caprichoso,
violento y egoísta, comenzó a beber en exceso y provocaba peleas en los bares.
El doctor Harlow escribió sobre estos cambios en la conducta de Gage: “Sus contratistas, que lo consideraron el capataz más eficiente y capaz en su trabajo antes de su lesión, consideraron el cambio en su mente tan marcado que no podían darle su puesto de nuevo. El equilibrio o equilibrio, por así decirlo, entre sus facultades intelectuales y las propensiones animales, parece haber sido destruido. Es irregular, irreverente, complaciéndose a veces con la más grosera blasfemia (que antes no era su costumbre), manifestando poca deferencia por sus semejantes, impaciente de contención o consejo cuando entra en conflicto con sus deseos, a veces pertinazmente obstinado, pero caprichoso y vacilante, diseñando muchos planes de operación futura, que tan pronto como estén abandonados, a su vez se vuelven más factibles. Un niño en su capacidad y manifestaciones intelectuales, tiene las pasiones animales de un hombre fuerte. Antes de su lesión, aunque no estaba entrenado en las escuelas, poseía una mente bien equilibrada, y era considerado por aquellos que lo conocían como un hombre de negocios astuto e inteligente, muy enérgico y persistente en la ejecución de todos sus planes de operación. En este sentido, su mente cambió radicalmente, tan decididamente que sus amigos y conocidos dijeron que «ya no era Gage»”[4].
Pronto dejó su
puesto en el ferrocarril y comenzó a trabajar en el Barnum´s American Museum (Manhattan, New York) y en diversos
espectáculos circenses, exhibiéndose junto a la barra de metal que le había
atravesado la cabeza. En los años posteriores estuvo viviendo en Valparaíso (Chile),
donde trabajó como conductor de carruajes de caballos. También pasó un tiempo
en Inglaterra. Finalmente regresó a los Estados Unidos, donde vivió con su
madre y su hermana en California.Su salud ya estaba deteriorada y comenzó a
sufrir fuertes ataques
epilépticos, que lo llevarían a la muerte el 21 de mayo de 1860, a la edad de
37 años.
Años más tarde, el doctor
Harlow pidió permiso a la hermana para exhumar el cadáver y recuperar el
cráneo. Este, junto con la barra de hierro del accidente, terminó expuesto en
el Museo de la Facultad de Medicina de la Universidadde Harvard, institución en
donde el doctor Harlow dictó varias conferencias y publicó artículos sobre el
caso.
Una consecuencia nefasta
Lamentablemente, el caso
Gage ayudó a desarrollar una técnica brutal que se aplicó durante décadas a
personas con enfermedades psíquicas y neurológicas: la lobotomía. Esta técnica
consiste en la destrucción total o parcial de las fibrasnerviosas de los lóbulos
frontales sinablación, en caso contrario hablaríamos de lobectomía. Si bien se
utiliza el concepto de Lobotomía en un sentido amplio, debe llamarse
propiamente lobotomía a ladestrucción de las vías nerviosas sinextirpación
ylobectomía cuando sí hay extirpación.
En 1879 el médico David
Ferrier presentó, en sus famosas Conferencias
Gulstonianas, un tipo diferente desíndrome que observó cuando extirpó los
lóbulos frontales a unos monos: “A pesar
de la aparente ausencia de síntomas psicológicos, pude percibir una muy
resuelta alteración del carácter y comportamiento de los animales (…) En lugar
de estar, como antes, activamente interesados en su entorno, y fisgonear en
todo lo que aparecía en su campo de observación, permanecían apáticos, o
apagados, o adormilados, y respondían sólo a las sensaciones o impresiones del
momento, o transformaban su apatía en un vagar sin propósito de un lado a otro.
No estaban privados realmente de inteligencia, pero habían perdido, según todos
los indicios, la facultad de observar atenta e inteligentemente”[5].
Para la década de 1880
quedó de demostrado que los tumores en los lóbulosfrontales producían síntomas
de apatía, indolencia, lentituden la actividad mental, pérdida del autocontrol
y, en algunos casos, cambios en la personalidad y “locura crónica” (según la
expresión del neurólogo británico William Gowers). En 1884 se realizó la
primera operación para extirpar un tumor del Lóbulo Frontal, y en 1888 se hizo
otra con la única intención de aliviar los síntomas positivos de la
esquizofrenia.
Tales destrozos no se
repitieron hasta la década de 1930, cuándo el médico y político portugués
Antonio Egaz Moniz patentó la técnica de la Lobotomía. En 1935 realizó su
primera operación en la Universidad de Lisboa con ayuda del cirujano Almeida
Lima. En 1949 Moniz ganó el Premio Nobel de Medicina, pese a la protesta de
familiares de personas lobotomizadas que comenzaban a cuestionar los efectos de
esta práctica. Entre 1935 y 1967, cuando se realizó la última lobotomía legal,
se calcula que entre 45 y 50 mil personas fueron lobotomizadas (la mayoría en
los Estados Unidos). Si bien tras la operación las personas disminuían su
conducta violenta y antisocial, también perdían muchas funciones cerebrales y
se evidenciaba una clara desconexión con el ambiente.
La lobotomía representa
una violación a los derechos y libertades de las personas con sufrimientos
mentales y fue utilizada por los gobiernos como una estrategia de control social.
¿Qué nos enseñó el accidente de Phineas Gage?
La importancia del caso de Phineas Gage para la psicología y las
neurociencias radica en que fue el primero en demostrar la relación entre los
lóbulos frontales y la personalidad, y la capacidad del cerebro para compensar
las lesiones al realizar las partes sanas del cerebro parte de aquellas
funciones que antes realizaban las que ahora están dañadas, lo que hoy se
conoce como neuroplasticidad. La
frenólogía del siglo XIX consideraba que cada parte de la corteza cerebral era la
sede de una facultad intelectual omoral concreta, pero en las décadas de 1830 y
1840 surgió una reacción en contra,hasta tal punto que el cerebro se veía a
veces como algo tan indiferenciado comoel hígado. De hecho, el gran fisiólogo Pierre
Flourens había dicho que “el cerebro
secreta pensamiento igual que el hígado secreta bilis”[6]. La aparente
ausencia de cambio en la personalidad de Gage en los días posteriores al
accidente parecía sustentar esa idea. El desarrollo posterior mostró lo erróneo
de ambas ideas extremas.
El accidente de la barra
de metal también sirvió para señalar las bases biológicas en las que se
sustentan procesos psicológicos como la memoria,el control de las emociones, la
toma de decisiones y la conducta social.
El caso de Phineas Gage
fue recuperado en 1994 por otro neurólogo portugués, Antonio Damasio. En su“Teoría del marcador somático” sostiene
que existe una relación entre los lóbulos frontales, la emoción y la
toma de decisiones. Así mismo considera, en su libro El error de Descartes (1999), que este caso es histórico por creer
que fue el comienzo del estudio de la base biológica del comportamiento. Tras estudiar el cráneo conservado en Harvard y realizar
simulaciones computarizadas junto con la investigadora Hanna Damasio, llegó a
la conclusión de que:
“Gage tuvo daños graves en la zona ventromedial prefrontal, porción de
un área que nuestras recientes investigaciones han definido como crucial para
la toma de decisiones (…) La reconstrucción de Gage reveló que ciertas zonas
que se consideran vitales para otros aspectos de la función neuropsicológica no
habían sido dañadas. Las capas corticales de la zona externa lateral del lóbulo
frontal por ejemplo, cuyo deterioro disminuye la capacidad de atención, de
cálculo o de cambio apropiado de un estímulo a otro, estaban intactas.
Esta investigación moderna autoriza ciertas conclusiones: Hanna Damasio
y sus colegas podían afirmar con fundamento que la incapacidad de Gage para
planificar su futuro, para conducirse de acuerdo a las normas sociales de
comportamiento aprendidas previamente y para decidir un curso de acción que en
definitiva fuera beneficioso para su supervivencia, se debía a un daño
selectivo en las capas corticales prefrontales de su cerebro”[7].
Pero fueron John Darrell
Van Horn y su grupo de la Universidad de California (UCLA) quienesanalizaron el
caso con los más avanzados métodos de análisis de imagen para seguir la
trayectoria del daño que la barra de hierro causó en el cerebro de Phineas
Gage.Reconstruyeron su trayectoria y la compararon con escaneos cerebrales de
personas sanas de parecida edad y físico con Gage. Así pudieron localizar las
zonas dañadas: había destrucción en el hemisferio cerebral izquierdo pero no en
el derecho, aproximadamente el 4% de la corteza del lóbulo frontal izquierdo había
sido atravesado por la barra y en su paso por el cerebro y salida por la parte
superior de la cabeza se había afectadoel 10% de la sustancia blanca que contiene
fibras (no cuerpos neuronales) que conectan unas zonas del cerebro con otras.
Los investigadores sugieren que algunas zonas del cerebro, que no están
afectadas directamente por la barra, pueden fallar porque ha desaparecido su
conexión con el resto por esa destrucción de sustancia blanca[8].
Imagen
disponible en:
https://pl.m.wikipedia.org/wiki/Plik:Simulated_Connectivity_Damage_of_Phineas_Gage.png.
Algo similar sostiene
Alfred Adler con su concepto de “Inferioridad
de Órgano”, que presentó en un trabajo de 1907. Por entonces sostenía que
las personas que nacen o adquieren una parte del cuerpo más débil que las demás
buscarán responder a esa inferioridad con una compensación orgánica o
psicológica. Pero quienes no consiguen lidiar con esa dificultad vivirán su
vida con un malestar crónica que afectará su personalidad. Aunque más tarde la
abandonó, esta idea siguió teniendo influencia en la medicina psicosomática y
el tratamiento de algunos trastornos psicológicos[10].
Si bien el carácter
orgánico de la lesión de Gage no se puede negar, es importante no descartar las
influencias del ambiente social y los factores psicológicos en el posterior
comportamiento de una persona afectada por un terrible accidente.
Hoy se consideraría a
Phineas Gage como un caso de Síndrome
Prefrontal, que afecta las funciones cognitivas más complejas y
evolucionadas del ser humano tras una lesión en los lóbulos frontales. La
sintomatología es muy variada y se relaciona con la localización, el tamaño, la
profundidad y la lateralidad de la lesión. En este sentido, podemos hablar de
trastornos en el razonamiento, en la capacidad de generar estrategias que
permitan solucionar problemas, el lenguaje, el control motor, la motivación, la
afectividad, la personalidad, la atención, la memoria y la percepción[11].
A 170 años del trágico
accidente que sufrió el joven Phineas Gage, su caso sigue siendo objeto de
estudio y ha aportado al conocimiento del órgano más enigmático y complejo de
nuestro cuerpo: el cerebro.
Bibliografía:
[1]Sack, Oliver; Un antropólogo en Marte. Siete relatos paradójicos, Barcelona, Anagrama, 2005.
[2]Harlow, John Martyn; “Recovery from the Passage on a iron bar through the head” (1869), en: https://en.wikisource.org/wiki/Recovery_from_the_passage_of_an_iron_bar_through_the_head.
[3]Harlow, John Martyn; “Recovery from the Passage…”.
[4]Harlow, John Martyn; “Recovery from the Passage…”.
[5]Sack, Oliver; Un antropólogo…
[6]Sack, Oliver; Un antropólogo…
[7]Damasio, Antonio R.; El error de Descartes. La razón de las emociones, Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello, 1999, pp. 53- 54.
[8]Angulo, Eduardo; “El caso de Phineas Gage”, Cuadernos de Cultura Científica, https://culturacientifica.com/2014/05/19/el-caso-de-phineas-gage/, 19 de mayo de 2014.
[9]Kotowicz, Zbigniew; “The Strange case of Phineas Gage”, History of the Human Sciences, vol. 20, N° 1, febrero de 2007, pp 115- 131.
[10]Oberst, Ursula, Ibarz, Virgili y León, Ramón; “La Psicología Individual de Alfred Adler y la Psicosíntesis de Oliver Brachfeld”, Revista de Neuropsiquiatría, N° 67, 2004, pp. 31- 44.
[11]Bausela Herreras, Esperanza; “Síndrome Frontal: sintomatología y subtipos”, Revista de Psicología Científica, http://www.psicologiacientifica.com/sindrome-frontal-sintomatologia-subtipos/, 2008.
Una versión resumida de este artículo fue publicado en Boletin de la Revista de Historia, www.revistadehistoria.es, 20 de septiembre de 2018. La versión completa se publicó luego en Psicomemorias. https://www.psicomemorias.com/, 17 de septiembre de 2018.
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