Breve Historia de la lucha por la tierra en el Oeste Pampeano
El presente escrito es un fragmento de un artículo de mayor extensión publicado en el Boletín del Movimiento Campesino de Liberación (MCL), Rosario, septiembre de 2007. Dado que el mismo fue publicado hace casi 17 años, algunas de sus afirmaciones posiblemente se encuentren desactualizadas, pero quiero compartirlo igual como parte de mis producciones de esa época.
El área que denominamos “oeste” de la provincia de La Pampa (Argentina) está constituida por los departamentos de Puelén, Chalileo, Limay Mahuida, Curacó y Chicalco, que se insertan en la región fitogreográfica del monte. Con un clima marcadamente continental, es la actividad agropecuaria basada en la ganadería caprina y vacuna, la que garantiza los procesos productivos de los habitantes de la zona. Con una unidad económica mínima de 5000 hectáreas, la carga ganadera total no supera los 0,01 animales por hectárea1.
En las últimas décadas del siglo XIX, la división internacional del trabajo impuso a la Argentina el desarrollo de producciones de materias primas para abastecer a las industrias de los países centrales. Dicha imposición, en coincidencia con los intereses del grupo dominante, implicaba la ocupación de los espacios que estuvieran bajo control de los caudillos locales y las comunidades originarias para imponer el “orden” y “asegurar el progreso”2. El desarrollo de los ferrocarriles permitiría una mayor fluidez de los circuitos de comercialización, y la instalación de casas de comercialización, bancos y empresas de seguros, ayudarían a desarrollar una economía agroexportadora.
Finalizadas las campañas militares contra los pueblos originarios de la Pampa y Nordpatagonia (1878- 1885), las tierras que estos ocupaban fueron apropiadas por los sectores dominantes, los que -sirviéndose de su relación con agentes del Estado-acapararon la tenencia de la tierra por medio de tres caminos básicos: 1) por concesión, en donde se beneficiaron principalmente funcionarios y políticos con influencia, 2) por donación, dirigidas a políticos y militares que llevaron a cabo las campañas militares, y 3) por venta directa, a precios sumamente bajos subastadas en las bolsas de Londres, París y Buenos Aires.
Estos patrones político-jurídicos de organización de las tierras, unidos a las restricciones ambientales antes mencionadas, dieron como resultado la localización dispersa de los «puesteros» en los distintos departamentos. En el marco de la construcción del Estado Nacional, una serie de dispositivos y procesos concurrieron a restar visibilidad a la población originaria sobreviviente, incorporarla mediante la subalternización, y quitarle a través de diversas artimañas legales, las tierras que iban adjudicando con cuentagotas a los grupos que lograban rearticularse y evitar la «destribalización»3.
En el Territorio Nacional de La Pampa encontramos en las primeras décadas del siglo XX grupos indígenas asentados en las siguientes áreas: 1) Victorica, en el que participó de manera forzada el denominado “Escuadrón Ranquelino”, integrado por hombres de Linconao Cabral, Ramón Cabral y Juan Villarreal; 2) General Acha, mas heterogéneo, en el que además de ranqueles encontramos indígenas pertenecientes al “Escuadrón Alsina” y a las “tribus amigas” de Pichi Huinca y Tripailao, antes asentadas en Puan y Carhué; 3) Colonia Emilio Mitre, donde se otorgó a las familias fundadoras en el año 1900, lotes de 625 hectáreas, donde la unidad mínima era de 5000 hectáreas, con títulos precarios y dificultad para acceder a recursos como el agua, que se profundizaron cuando el dique Nihuil en Mendoza (1947) mermó el caudal del Río Chadileuvú; 4) Colonia Los Puelches, como desprendimiento de grupos asentados en General Acha, con asignaciones de lote también de 625 hectáreas; y 5) Departamento de Limay Mahuída, como parte de asentamientos de General Acha, Victorica, y en relación con pueblos originarios y criollos provenientes de los barrios que rodeaban Villa Mercedes (Provincia de San Luis), y grupos indígenas asentados en el paraje El Odre y, probablemente, en orillas del Río Chadileuvu; y 6) Departamentos de Catrilo, Capital y Toay, con asentamientos de distintos grupos de indígenas, en algunos casos pertenecientes al grupo de Pincen y otras descendientes del grupo de Raninqueo4.
Si tenemos en cuenta esos movimientos poblacionales y cotejamos los apellidos de quienes son identificados como pertenecientes a pueblos originarios en las fuentes históricas con los actuales puesteros del oeste de la provincia (y las historias que muchos de ellos relatan), la conclusión es que muchos de ellos son descendientes de los pueblos originarios que ocuparon estas tierras antes de las campañas militares de 1878/1879. El dato no debe ser considerado una cuestión menor: los traumáticos procesos que atravesaron (tanto en términos colectivos como individuales), y las circunstancias históricas particulares hicieron que estos actores desarrollaran hacia las instituciones que el Estado pretendía imponer en el Territorio, una actitud ambivalente y en la mayor parte de los casos, de distancia y desconfianza5.
La economía pastoril fue de subsistencia en las últimas décadas del siglo XIX, aún en aquellas áreas que, mediante el ferrocarril, empezaban a relacionarse con el puerto de Bahía Blanca. En esta primera etapa el ferrocarril, lejos de transformar una economía rural, reforzó la estructura productiva existente6. Pero en las primeras décadas del siglo XX se dieron una serie de factores que provocaron cambios en la estructura productiva, particularmente en la zona este de la actual provincia de La Pampa. Por un lado, el ingreso masivo de migrantes (internos e internacionales) y la subdivisión de las extensas propiedades (con el arriendo y la renta) que impulsó la producción cerealera, produjeron una serie de cambios tales como el abandono de una economía de autoconsumo y, por supuesto, el desplazamiento de los ovinos hacia el oeste de la isohieta de los 500 mm. El periodo que va de 1900 a 1930, se caracterizó por un impulso en la tasa de crecimiento de los factores de producción en el sector agrario, lo que llevó al desarrollo económico del país, al tiempo que consolidaba su dependencia de los mercados externos y las inversiones extranjeras7.
Pero este proceso se interrumpió cuando la crisis económica mundial de 1929/1933, golpeó severamente a la región pampeana. Las posibilidades de acumular no pudieron sostenerse en la década de 1930, donde la conjunción de la crisis del mercado internacional y la crisis agroclimática regional provocaron un intenso proceso de despoblamiento. El proceso de reacomodación de precios de distintos bienes y factores de producción no fue suficiente para amortiguar la magnitud de la crisis en la mayor parte del espacio pampeano8.
En la zona oeste en particular, en 1947 el corte del Río Atuel, debido a la puesta en funcionamiento del dique Nihuil en la provincia de Mendoza, provocó la perdida de pasturas y un cambio general negativo del ecosistema que llevó a expulsar población al menor las posibilidades agroganaderas9. A esto se le sumó la gran sequía de 1951 y la Provincialización de La Pampa, que provocó la aparición de auténticas estructuras urbanas con el consecuente despoblamiento de las áreas rurales y la alteración de la importancia relativa de los pueblos10. Mucha de la población oesteña, habitante de las áreas rurales y suburbanas afectadas por este proceso, migraron a los principales núcleos urbanos de la provincia donde se desempeñaron como jornaleros, peones, albañiles y empleados rurales.
Ahora bien, a partir de las ultimas décadas del siglo XX, en particular “de los ’70 a esta parte, (y) acelerándose en la ‘década neoliberal’, con ritmos diferentes fue concretándose con la aplicación de dispositivos desde el Estado (políticas públicas) la mutación de un paradigma social de ‘matriz estado-céntrica’(Estado de Bienestar, pleno empleo, industrialización, soberanía tecnológica, desarrollo del mercado interno, integración social en el Pueblo- Nación, etc) en otro: de `matriz mercado céntrica’, con fuerte endeudamiento internacional, apertura económica volcada al comercio internacional, reestructuración estatal, con desindustrialización, aumento de la desocupación y pobreza, privatización de los servicios públicos, de seguridad social, de educación, salud, con polarización social, y creciente control del capital trasnacional en casi todos los sectores económicos, etc. En el agro, esto se tradujo en un conjunto de cambios de cambios al interior del sector que podríamos resumir como la reedición del modelo agroexportador. Estos cambios son el resultado de la combinación de ‘revoluciones’ tecnológicas con reestructuraciones en el régimen político y económico”11.
La creciente concentración del capital en la industria alimenticia y de distribución de los alimentos, incidió negativamente en el sector agropecuario, incrementándose la integración vertical al interior de los diversos complejos. Así el pequeño productor perdió su autonomía de gestión y su capacidad para negociar créditos, precios o condiciones de oferta. Al mismo tiempo hicieron su aparición «mega productores» que se caracterizaban por la búsqueda de ganancia cortoplacista. En este marco se fueron acentuando los procesos de “arrinconamiento” de pequeños productores, en algunos casos, con desplazamientos forzados.
En este contexto se observan dificultades para la reproducción de las economías campesinas y su arrinconamiento como producto de la valorización de tierras antes consideradas marginales que se da en base a cinco procesos diferenciados: a) debido a la desregulación operada los productores se encuentran desprotegidos frente a los vaivenes del mercado; b) debido a la extensión de cultivos asociados a nuevos paquetes tecnológicos, básicamente la extendida soja transgénica se reduce la demanda de mano de obra para la obtención de ingresos extraprediales; c) debido a la expansión de la agricultura industrial y el uso intensivo de agroquímicos se está produciendo una grave contaminación que afecta a las áreas de la economía campesina: los cultivos, el ganado y la población; d) debido al cercamiento y desmonte por parte de los empresarios y terratenientes de las tierras en disputa, los campesinos se ven imposibilitados de seguir utilizando el monte nativo, y los “recursos naturales” en general; y e) debido a la interrupción y privatización de caminos y pasos (y de la tierra en general) los campesinos ven socavada la posibilidad de trashumar con sus animales hacia los pastos comunes, de mantener las prácticas de circulación espacial entre los ecosistemas12.
Para los campesinos o puesteros del oeste pampeano, el comienzo del siglo XXI vino marcado por una continuación de estas prácticas, a lo que se suma la crisis económica de 2001-2002 y los efectos del calentamiento global. Pero también vino marcado de una gran resistencia. A proyectos legislativos como el Programa de Ordenamiento y Titularización Rural del Oeste (POTRO), presentado en 2004 por los diputados de los bloques del ARI, el Partido Socialista y el Frente para la Victoria en la Legislatura de la Provincia de La Pampa, se suman numerosas movilizaciones realizadas entre 2006-2007 por el Movimiento de Apoyo en la Lucha por la Tierra (MALUT) -que quién escribe esta nota fue uno de los fundadores- y la creación de sus propias organizaciones.
La lucha por el derecho a la tierra y sus pobladores continúa. Para que la misma no sea un recurso para especulación sino un bien común al servicio de los pueblos y el ambiente sano.
Bibliografía:
1 INDEC; Datos definitivos, Dirección de Estadísticas y Censos de la Provincia de La Pampa, 2001.
2 Oszlak, Oscar; La formación del Estado argentino. Orden, progreso y organización nacional, Buenos Aires, Planeta, 1999, p. 27.
3 Mases, Enrique Hugo; Estado y cuestión indígena. El destino final de los indios sometidos en el sur del Territorio (1878- 1910), Buenos Aires, Prometeo, 2002, p. 50.
4 Para ampliar este tema vease: Depetris, José Carlos; Gente de la tierra. Los que sobrevivieron a la conquista con nombre y apellido. Censo de 1895. Pampa Central, Santa Rosa, Ediciones de la Travesía; y Depetris, José Carlos y Vigne, Pedro Eugenio; Los Rostros de la tierra. Iconografía indígena de La Pampa, 1870- 1950, Santa Rosa, Ediciones Amerindia, Universidad Nacional de Quilmes.
5 Salomón Tarquini, Celia Claudia; “De «indios bandoleros» y «paisanos fugitivos». Destribalización, subalternización y resistencia en el Territorio Nacional de La Pampa Central (1890- 1948)”, mimeo, 2004.
6 Maluendres, Sergio; “El proceso de conformación de la frontera productiva en La Pampa”, en: Lluch, Andrea y Lasalle, Ana (comp.); Arando en el desierto. Itinerario fotográfico de la colonización francesa de Telén. Pampa Central, 1900- 1914, Santa Rosa, Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam, 2001, p. 27.
7 Gelman, Jorge y Barsky, Osvaldo; Historia del agro argentino. Desde la conquista hasta fines del siglo XX, Buenos Aires, Mondadori, 2001, p. 221.
8 Maluendres, Sergio; “Los agricultores en las márgenes de la región pampeana. Mitos y «realidades». El caso del Territorio Nacional de La Pampa”, en: Bjerg, María Mónica y Reguera, Andrea (comp.); Problemas de historia agraria. Nuevos debates y perspectivas de investigación, Tandil, IESH, UNCPBA, 1995, p. 189.
9 Medus, Norma; Naturaleza y desarrollo en América Latina. Los instrumentos del poder político-económico aplicados a un estudio de caso (Atuel Inferior y Colonias Agrícolas Emilio Mitre y Butaló), Santa Rosa, Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam, 1995, p. 23.
10 Araoz, Fernando; La Pampa Total. Aspectos geográficos, Santa Rosa, Subsecretaría de Cultura y Educación, Gobierno de La Pampa, 1991, p. 51.
11 Domínguez, Diego; “¿Movimiento campesino en Argentina?”, en: http://www.clacso.org.ar/difusión/secciones/osal/descargables/web-anterior-articulos/diego-dominguez-movimiento-en-argentina.doc, 2005, p. 4.
12 Domínguez, Diego; “¿Movimiento campesino en Argentina?”…, p. 5.
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