UNA HISTORIA DE CARENCIAS Y LUCHAS EN EL OESTE PAMPEANO: LA ESCUELA HOGAR DE PASO DE LOS ALGARROBOS
En el Departamento de Limay Mahuida –provincia de La Pampa-, 30 kilómetros al sudoeste de la localidad de Algarrobo del Águila y a 250 kilómetros en línea recta de la capital pampeana, se halla el paraje de Paso de los Algarrobos. Inserta en el denominado Espacio Pastoril de Subsistencia, la zona forma parte de la “subregión de las acciones eólicas con formación de cordones medanosos y planicies arenosas”, como lo define el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Allí las limitaciones climáticas y edáficas solo permiten actividades tradicionales como lo ganadería ovina y caprina.
A pocos
kilómetros del paraje, en la bifurcación del camino hacia Árbol de la Esperanza
y la picada de la Ruta Provincial N° 14 se alzan los restos de lo que fue la
Escuela Hogar de El Paso.
Esa zona -en donde
las puesteras y los puesteros protagonizaron heroicas luchas por el derecho a la tierra en los primeros años de este siglo XXI- fue hogar de docentes
comprometidos con la tarea de educar a las infancias en el ejercicio de sus
derechos. Por este compromiso muchos docentes fueron catalogados de «subversivos» y sufrieron la persecución
de las autoridades provinciales desde la década de 1940, llegando incluso al
secuestro de una maestra y la destrucción la Escuela durante la última
Dictadura Cívico-Militar (1976-1983).
La Primera Maestra
La primer
docente de la Escuela fue la señorita Ana María Rojo, que llegó desde Buenos
Aires en 1937 por pedido de un grupo de familiares que reclamó una Maestra al
Consejo Nacional de Educación. Es poca la información que se tiene sobre ella.
Por testimonios de gente que la conoció, sabemos que provenía de una familia
acomodada porteña, era sobrina del Premio Nobel de la Paz Carlos Saavedra
Lamas, y poseía una enorme biblioteca con una colección de la revista Sur (dirigida por Victoria Ocampo) e
infinidad de tomos de las mas diversas especialidades.
No obstante,
esto no le impidió adaptarse al ambiente y los/as pobladores/as del oeste
pampeano. Al respecto escribió Juan Pablo Morisoli: “la señorita Rojo fue la impulsora tanto de la primera escuela de barro
y paja, como de la nueva de material; ella se ponía las bombachas de campo y
alpargatas, y salía a caballo a buscar a los niños para darles clase”.
Su primer
destino fue la Escuela del Paso de la Razón, ubicada a 2 kilómetros al sur de
Paso de los Algarrobos sobre el camino que conduce a Limay Mahuida. Allí tomo
noción de las enormes carencias de los pobladores de la zona y comenzó a escribir cartas con
reclamos a las autoridades, que fueron publicadas por el diario Gobierno Propio a partir del 3 de
septiembre de 1938 bajo el título «Desde
La Pampa llega un eco angustiado de una situación afligente».
Entre otras cosas,
denunciaba que “para llegar hasta la
escuela, catorce niños deben atravesar ese río –se refiere al Atuel- descalzándose, para volver a calzarse cuando
llegan a la otra orilla, y porque no hay puente y cada vez encuentran a quién
los pase a caballo. Y otros niños deben cruzar ese río y un arroyo, y saltar un
cerco de jarillas desnudas”.
“Cuando el río trae poca agua –continúa la carta-, los niños lo atraviesan y el camión que
trae los comestibles desde Telén lo «encara» pero cuando crece, los niños no
pueden concurrir a la clase y el camión deja su carga en el destacamento
policial –un ranchito- hasta que el caudal del agua disminuya y algún vecino
pueda cruzarlo con una jardinera y distribuir las mercancías entre los
pobladores”.
Mas adelante que: “El puente sobre este río, a la altura del
Paso La Razón está proyectado. Es urgente que se construya cuanto antes”. La
nota también destacaba el elevado número de personas afectadas por la
tuberculosis y otras enfermedades como consecuencia de la mala alimentación
(muchas veces ella y sus alumnos debieron sobrevivir únicamente con polenta y
mate) y la carencia de un centro de salud en la zona, además de la enorme
cantidad de niños que permanecían sin ser anotados por estar a quince leguas el
Juzgado Civil mas próximo.
Gracias a estas notas
pudo cobrar trascendencia la situación que se vivía y, de a poco, comenzaron a
llegar productos, insumos para la escuela y materiales para la construcción de
un nuevo establecimiento que permitiera albergar a los niños en mejores
condiciones.
«Maestros Subversivos»
A principio de la
década de 1940 las autoridades del entonces Territorio Nacional de La Pampa
Central comenzaron a expresar su preocupación por las supuestas actividades
«subversivas» de varios docentes. Ya en 1933 habían sido cesanteados los
maestros de Anguil Cesáreo Gómez, Modesto Aguilera y Juan Erausquin debido a su
militancia socialista.
Por los mismos años
que la señorita Rojo publicó sus cartas en la prensa, el maestro de la
localidad de Guatrache Pedro Barrancos fue acusado de «comunista», «anarquizar a los
colonos», «ser consejero de los
padres» (parece que eso también es delito para las autoridades) y «conocer demasiado las leyes agrarias del
país» (algo imperdonable para un gobierno que quiere a los trabajadores y
productores rurales en la ignorancia). Como consecuencia, el Consejo Nacional
de Educación comisionó al señor Horacio Ratier, Inspector Seccional del Río
Negro, para que investigara las «actividades subversivas» de los docentes
pampeanos.
Tras numerosas
inspecciones, el señor Ratier elaboró un informe que leyó en el V Congreso de
la Asociación de Maestros Pampeanos (1941) en donde expresaba:
“Cumplo con un dictado de franqueza al expresar aquí, que fui uno que
desde la distancia se dejó llevar por el funesto prejuicio del maestro
subversivo de La Pampa. Llevo un año en la tarea responsable que
inesperadamente me confiara el H. Consejo y aún no puedo localizar la
subversión apuntada. Sí he hallado maestros altivos (tal vez con el aire aquel
que tanto llamara la atención a Bolívar en los soldados del Ejército
Libertador), maestros de carácter, maestros trabajadores, y estudiosos,
maestros que soportan los inconvenientes de la verdad, maestros que defienden
al niño y saben que personalidad de este debe ser formada con miras al futuro
de un pueblo de individuos capaces, maestros cuyo delito mas grave ha sido
enseñar el espíritu amplio y generoso de nuestras leyes (sin menoscabo del
respecto que merece la disciplina social) asesorando al trabajador humilde y
cooperando en la orientación de su vida para alejarlo del vicio, del delito y
de los inconvenientes de la ignorancia”.
La
Nueva Escuela
La Escuela
Hogar de Paso de los Algarrobos fue fundada en 1946 en terrenos pertenecientes
al vecino Alejandro Dumas, que donó cien hectáreas para que pudiera construirse
el establecimiento. Era amplia y cómoda, con capacidad para ochenta alumnos con
dos habitaciones, un aula, sanitarios, lavadero y cocina. Fue apadrina por la
Fuerza Aérea Argentina, que periódicamente enviaba aviones con guardapolvos,
útiles y zapatillas para los/as estudiantes, y revistas y diarios porteños para
los/as docentes.
A la señorita
Rojo se le sumaron más tarde las maestras Fonte y Lidia Fiorucci, el señor
Mondino, Cacho Sorondo, Beatriz Lavand Lázaro y Aníbal Zamudio.
Por ese
entonces la zona donde se ubicaba la escuela era un vergel y los campos
cercanos estaban poblados por miles de cabezas de ganado que saciaban su sed en
los ríos Atuel y Salado. En 1947, el corte del primero de esos ríos comoconsecuencia de la construcción de los Diques Nihuil en Mendoza, transformó
radicalmente el ambiente. La escuela tenía entonces 150 alumnos y para 1948 se
había reducido, éxodo mediante, a apenas 35.
Fiel a su
estilo, la señorita Rojo continuó escribiendo cartas a las autoridades y llegó
a solicitarle a la Gobernación del Territorio, una camioneta para poder
trasladar a los/as estudiantes desde sus viviendas.
Pese a las
carencias y a la hostilidad del ambiente, quienes pasaron su niñez y juventud
en la Escuela del Paso y que debieron migrar posteriormente a las localidades
del oeste pampeano o a la ciudad de Santa Rosa, atesoraron por siempre los
buenos momentos vividos en sus aulas. Pero sobre todo, siempre está presente en
su memoria el recuerdo de la «señorita
Rojo».
En una nota aparecida
en el diario La Arena (21-07-2002), el agrimensor y escritor Juan Pablo Morisoli
relata que la docente Beatriz Lavand “recuerda
allá por el sesenta sus dos años en El Paso, como una etapa de plena actividad,
ya que era una Escuela de personal único, ella tenía que hacer todo sola en
semejante edificio. A veces escuchaba ruidos raros por la noche y la
sorprendían los fuegos fatuos o «luces malas». Pero sobre todo recuerda la
«hermosura» de la gente, su calidez, sinceridad, humildad, su amistad y el
nivel excelente de sus alumnos de antaño”. Todo esto iba a cambiar en las
décadas siguientes.
El Secuestro de la docente
La dictadura
genocida instalada en 1976 llevó adelante la militarización del sistema
educativo, que consistió no solo en la inclusión de militares en espacios
tradicionalmente ocupados por civiles, sino también en la introyección y
expansión de prácticas autoritarias en los ámbitos educativos. Desde entonces
comenzó un programa de vigilancia en las aulas con el objeto de detectar «actividades subversivas».
En 1977 se profundizó el Operativo Claridad
que tenía como objetivo la «depuración ideológica» en los establecimientos
educativos pampeanos y la censura en los ámbitos cultural y artístico.
Para entonces, la
señorita Rojo ya no cumplía funciones en la Escuela de El Paso pero el recuerdo
de los «maestros subversivos» llevó a que los oficiales Hugo Marenchino y Luís
Lucero –del Departamento de Información- y el comisario Roberto Fiorucci
realizaran diversas tareas de inteligencia en el oeste pampeano, que culminaron
con la detención de la docente María Zulema Arizo.
Según Juan Carlos
Pumilla y Norberto Asquini en su libro El
Informe 14: la represión ilegal en La Pampa, 1975-1983, la detención se
produjo luego de que la directora del establecimiento Lidia Fiorucci –hermana
del citado comisario- la denunciara por «actitudes
y movimientos que creía anormales». ¿Cuales eran estas actitudes y
movimientos anormales? Estos movimientos consistían simplemente en la visita de
su novio y haber realizado en voz alta acusaciones contra la Policía de
Rosario.
María Zulema Arizo
tenía treinta años, era cordobesa y había llegado desde Rosario en 1978 para
desempeñar el cargo de maestra de grado en la Escuela de El Paso. Según sus
propias declaraciones, la detención se produjo el 23 de mayo de 1978 a la una
de la madrugada, por tres hombres vestidos de civil que ingresaron en su
habitación y le ordenaron levantarse y vestirse en su presencia. Posteriormente
y dentro de su propio dormitorio, la encapucharon y le colocaron esposas con
las manos en la espalda. De inmediato fue subida a una camioneta rumbo a Santa
Rosa donde comenzó a ser agredida con golpes de puño en el torax.
La misma
docente relato el martirio sufrido: “Me
trajeron (a Santa Rosa) en un auto, en plena noche. Pasaron y uno quiso pegarme
en la panza y le dije «Estoy embarazada». Entonces uno de
ellos me contestó: «Si eso llega a ser mentira te vamos a matar»”. En los Juicios realizados
posteriormente afirmó que fue golpeada mientras era traslada en el automóvil.
El relato continúa con lo sucedido una vez llegada a la capital: “No pude ver casi nada, era como si me
bajaran a un lugar. Era un sitio como un albergue, con una pileta y azulejos y
un colchón en el suelo (...) Varias veces me sacaron de ahí con todo lo que
significaba. Con los ojos vendados me llevaban a declarar a cualquier hora
(...) Me ordenaron declarar, que declarara porque a mi pareja ya lo tenían y
que había hablado”. Entre otras cosas, se le acusaba de pertenecer al
Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP) y estar planeando un atentado contra
el Estadio Mundialista de Mendoza.
El primer lugar donde
estuvo detenida fue la Brigada de Investigaciones de Santa Rosa que funcionaba
como Centro Clandestino de Detención (CCD). Durante casi un mes que permaneció
allí fue sometida a crueles torturas que incluyeron sesiones de picana
eléctrica en todo el cuerpo. En el
documento Actuaciones administrativas
sobre violaciones a los Derechos Humanos en La Pampa - Cuerpo I-, realizado
en el año 1983, consta que: “estas
sesiones duraban varias horas y cuando salía, la detenida evidenciaba un estado
nervioso muy marcado y un gran temor. Durante esas sesiones, siempre se hacía
funcionar en el interior de la oficina, en que se realizaba esa tarea, una
radio a un muy alto volumen, totalmente exagerado para escuchar por las personas
que estuvieran en el interior del edificio”.
Permanentemente era
atendida por represores masculinos hasta para trasladarse al baño, en donde en
presencia de ellos debía cumplir sus necesidades fisiológicas y realizar otros
menesteres. El mismo informe consigna que “esta
mujer fue periódicamente atendida en forma directa por los médicos Cornachioni,
actualmente viviendo en Toay, y Aragon quienes siempre iban en horas de la
madrugada y la docente en numerosas oportunidades le abría la puerta del calabozo.
Estos médicos le indicaban el tratamiento y la dieta a dar a esa mujer, no
habiendo dispuesto nunca el envío a ninguna clínica ni hospital ya que no
querían que la vieran en el estado en el que se encontraba”.
Posteriormente fue
trasladada al CCD Seccional Primera, aunque existen contradicciones acerca de
la fecha exacta. Por un lado aparece ingresada a la misma el 16 de junio,
mientras que el represor Reta alude que fue el 17 de junio de 1978. Una vez
allí fue entregada en custodia a la cabo femenina Hermenegilda (Ermenegilda en
otras fojas del documento) Gándara, que comprobó que la secuestrada se hallaba en
estado desfalleciente, con un embarazo de seis meses, totalmente sucia de orina
y materia fecal. Cuando le preguntó por las razones de tal condición, la
docente le respondió que estuvo secuestrada en un sótano, sentada y atada en
una silla durante quince días, golpeada y torturada con picana eléctrica, y sin
comer y beber. La cabo Gándara se ocupó de bañarla y atenderla de las hematomas
y quemaduras de cigarrillos que presentaba en todo el cuerpo, sobre todo en los
senos.
Hermenegilda
Gándara declaró como testigo en las causas que se iniciaron años después por
violación a los derechos humanos, y confirmó que en las torturas a la docente
participaron los represores policiales Roberto Oscar Fiorucci, Néstor Bonifacio
Cenizo, Athos Reta, Carlos Roberto Reinhart, Rubén Esteban Constantino, Hugo
Roberto Merenchino, Roberto Escalada y Rubén René Gimenez, el médico oficial
principal de la policía Juan Héctor Savioli, y los médicos del Regimiento 101
de Toay Miguel Aragón y Cornachione. Otro testimonio de la cabo primero Nilda
Ester Stork incluye además a los policías Oscar Alberto López, Oscar Antonio
Yorio y Omar Aguilera, y los militares Capitán del Ejército Juan José Marante y
el Mayor Luís Enrique Baraldini.
María Zulema
Arizo fue liberada el 23 de agosto de 1978 con la condición de que abandonara
La Pampa. La policía la trasladó a la Terminal de Ómnibus de Santa Rosa y fue
abordada a un colectivo rumbo a Rosario. Su hijo nació el 27 de octubre de ese
año.
En cuanto a
la delatora Lidia Fiorucci, acaso movida por la culpa, abandonó su cargo de
directora y partió como misionera a Bolivia, donde permaneció veinte años
realizando tareas de alfabetización de niños y niñas pertenecientes a los
pueblos originarios. De regreso a la Argentina y ya instalada en Santa Rosa, un
investigador intentó entrevistarla acerca de su trabajo en la Escuela de El
Paso, a lo que respondió “no tener
memoria” de aquellos años.
El
Fin de la Escuela
Tras la
detención de la maestra, la Escuela fue cerrada argumentando problemas
edilicios, ya que en su construcción se había utilizado tierra de la zona y el
salitre había comenzado a brotar de los ladrillos. Los pocos alumnos que
quedaban en ella fueron trasladados a los parajes de Árbol Solo y Algarrobo del
Águila. Al cierre le siguió un saqueo de las instalaciones que incluyó hasta
los cables de teléfono, como recuerda un puestero de la zona entrevistado. En
1979 fue utilizada como parador durante la navegación que realizó un equipo de
la Dirección Provincial de Agua. Un tiempo después fue demolida por orden del entonces
Ministro de Educación de la Provincia.
Con estos
hechos se ponía fin a la historia de una Escuela que es recordada con mucho
cariño por sus antiguos estudiantes, y por la que pasaron docentes comprometidos/as
no solo en la enseñanza de nociones fundamentales de educación, sino también en
la defensa de los derechos de los pobladores.
Este artículo fue publicado originalmente en el Boletín del Movimiento de Apoyo en la Lucha por la Tierra (MALUT), organización de la que participé como fundador. Las fotos son de mi autoría y fueron tomadas en una de las actividades de la organización en Paso de los Algarrobos en 2006 .
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