El Tratado de Quilín: cuando el pueblo mapuche derrotó al imperio Español

 

   Después de conquistar el Perú, el Imperio Español continuó su expansión hacia el sur, ocupando el territorio que se extendía entre los Andes y el Océano Pacífico. Lo que hoy constituye la República de Chile estaba poblada por numerosos pueblos originarios. Los del norte no ofrecieron mayor resistencia por lo que los españoles pudieron avanzar hasta el centro del territorio, en donde el conquistador Pedro de Valdivia fundó la ciudad de Santiago de la Nueva Extremadura en 1541. Pero al sur del río Bío-Bío habitaba un pueblo de agricultores, cazadores y guerreros: los mapuches, cuyo territorio también se extendía hacia el este de la Cordillera, en la actual República Argentina.

   Los mapuches habían resistido durante siglos la expansión del Imperio Incaico y ahora estaban dispuestos a hacer lo mismo con este nuevo invasor que llegaba de tierras más lejanas. Durante diez años, Valdivia intentó someterlos sin éxito, logrando solo la reducción de algunas comunidades. Liderados por los toquis (jefes guerreros) Caupolicán y Lautaro hicieron frente a la expansión española y destruyeron muchas de sus fortalezas. El mismo Valdivia fue capturado y ajusticiado por las matanzas que había cometido contra el pueblo mapuche. Más tarde Caupolicán moriría empalado por los españoles.

   Las Guerras del Arauco se extendieron por casi un siglo llegando a extenuar las tropas imperiales. A diferencia de lo sucedido en México y en Perú, los mapuches no tenían un liderazgo unificado, sino que cada comunidad era autónoma. No había una capital que tomar (como Tenochtitlán y Cuzco) ni un emperador al que hacer prisionero (como Moctezuma y Atahualpa) para someter al pueblo. Frente a esta situación, decidieron realizar un tratado de paz con el pueblo mapuche.

   Ya en 1610 el rey Felipe III había enviado una carta a las autoridades de Chile pidiendo que pusieron fin a la guerra en la Araucanía. Las negociaciones comenzaron cuando el gobernador del Reyno de Chile, el Marqués de Baides Francisco López de Zúñiga, ofreció regalos a los lonkos (caciques) Chicaguala y Lincopichún, que se acercaron a Concepción en octubre de 1640. Los mismos regresaron a sus tierras con bastones de empuñadura de plata y la invitación a parlamentar. El 6 del mismo mes el gobernador envió a los encomenderos de la colonia una invitación a acercarse a Concepción para formar parte de la comitiva negociadora, quienes tomaron la noticia con gran escepticismo.

   El 6 de enero de 1641 españoles y mapuches se reunieron a parlamentar en las orillas del río Quilín (actual provincia de Cautín). En representación de la Corona española se encontraba el gobernador de Chile, encomenderos y religiosos de la orden de los jesuitas, además de una tropa de 1376 soldados españoles y 940 “indios amigos”. Por el pueblo mapuche se encontraban los longos Linkopichun, Butapichun y Tinaqueaü, y los toquis Chicaguala, Lientur y Cheuquenahuel, además de 3000 guerreros de lanza. Tras una ceremonia mapuche, comenzaron las negociaciones

   En vano trató Zúñiga de convencer a las autoridades mapuches de que “el poderoso rey de España no había buscado en esta guerra el dar mayor extensión a sus dominios, sino a la conversión y la felicidad espiritual y temporal de los mapuche1.

   Finalmente se acordó que el pueblo mapuche “no han de fer encomendados a los Efpañoles, fino que han de eftaren cabeza de su Mageftad, y debaxo de fu Real amparo, reconocer levafallage como a fu feñor; y que con efto fe bolveran a poblar fus tierras, y los Efpañoles podrán reedificar fus antiguas ciudades.

   Que eftaran obligados a falir fiempre que fueren apercibidos, con armas, y cavallos a qualquiera faccion, que fe ofrezca der fervicio de fu Mageftad, y le entregarian a refcate todos los cautivos Efpañoles que tuvieren en fuspueblos; y otras a efte modo2.

   No hubo firmas sino que, siguiendo sus tradiciones, los líderes mapuches ratificaron el acuerdo abrazando al gobernador y a los delegados españoles. Estos, a su vez, colmaron de regalos a los negociadores mapuches. A continuación marcharon juntos al fuerte de El Imperial, donde se produjo la liberación de 20 prisioneros españoles.

   Aunque el tratado establecía que los mapuches quedarían “bajo amparo real” (vasallos del rey pero con un estatuto especial), en la práctica se les reconocía su independencia de la Corona española. El río Bío-Bío quedó establecido como frontera entre el Reyno de Chile (colonia española) al norte y la Araucanía (dominio mapuche) al sur. Otros puntos que establecía el tratado eran: 1) que el pueblo mapuche conservaría su libertad, sin que nadie pudiera molestarlos en su territorio ni esclavizarlos o entregarlos a encomenderos; 2) que los españoles destruirían el fuerte de Angol, aunque mantendrían el de Arauco, que quedaba dentro del territorio mapuche; 3) que los mapuches se comprometían a liberar a los prisioneros españoles que todavía tuvieran; 4) que dejarían entrar a sus tierras a los misioneros que fueran en son de paz a predicarles el cristianismo; y 5) que se comprometían a considerar como enemigos a los enemigos de España y que no se aliarían con extranjeros que llegaran a la costa. Este último punto era importante para una Corona que temía invasiones inglesas, neerlandesas y francesas.

   El Marqués de Baides envió las cartas a Madrid ese mismo año y el pacto fue ratificado por la Real Cédula del rey Felipe IV el 29 de abril de 1643. El texto fue incluido en el Libro de Tratados de la Corona, siendo el primero concertado con un pueblo originario americano. La inclusión en el mismo también puede considerarse como un reconocimiento de facto de la Araucanía como un territorio soberano e independiente.

   Por primera vez desde que había comenzado la conquista, el Imperio Español se veía forzado a negociar con un pueblo originario al que no había podido someter. Se ha comparado la Paz de Quilín con el tratado concertado entre el pueblo tlascalteca y las fuerzas de Hernán Cortes. Pero en este caso, los tlascaltecas firmaron la paz para evitar ser sometidos y acordaron colaborar militarmente con los conquistadores. El pueblo mapuche en cambio, logró la paz tras una resistencia de un siglo que doblegó a las fuerzas españolas. Llegar a esta paz le costó al pueblo mapuche medio millón de muertos, población que recién comenzaría a recuperarse en el siglo siguiente3.

   Como expresó el lonko Butapichún en su discurso pronunciado en aquella jornada histórica: “No estimes en grande gobernador el triunfo de hoy (la paz) y el sujetarnos sin armas cuando muchas armas no han sido poderosas para sujetarnos. Ni pienses que el miedo o el temor nos obliga a rendirnos ante ti o tus soldados. Bien saben ellos como experimentados en la guerra que las veces que nos hemos encontrado, la fortuna nos ha dado tantas victorias que nos pudieran animar a conseguir otras muchas. Con la guerra vive el guerrero, con ella adquiere nombre y fama, y con el malón adquiere hacienda. Y a los que lo somos no nos viene mal la guerra, que como tus soldados la han apetecido, los nuestros la han deseado. Y si derramaste mucha sangre nuestra, no es poca la que vuestra vermegea por estos campos. Montones de huesos españoles están por estas quebradas blanqueando sin sepultura, calaveras tenemos en abundancia de gobernadores, capitanes y soldados valientes. Bien lo saben todos y bien lo pueden decir estas plantas mudas de Quilín, como se fertilizaron y corrieron por sus arroyos sangre que derramé en el campo español. Bocas se abren hasta ahora para publicar mi fama… cientos de españoles dejé muertos para triunfo de mis glorias y los demás dejé vivos para pregoneros de mi valor4.

   El Parlamento o Paz de Quilín (Paz del Marqués de Baides en España) articularía las relaciones entre mapuches e hispanos por casi 300 años e instauró la costumbre de parlamentar para resolver controversias entre las dos naciones5. Serían los Estados independientes de Chile y Argentina, quienes se lanzarían a la conquista de los territorios mapuches de uno y otro lado de la Cordillera a fines del siglo XIX.


Bibliografía:

1 “379 años del Tratado de Quilín: el día en que el pueblo mapuche puso de rodillas al Imperio Español”, Periódico Fewla, https://periodicofewla.home.blog/2020/01/06/379-anos-del-tratado-de-quilin-el-dia-que-el-pueblo-mapuche-puso-de-rodillas-al-imperio-espanol/, 6 de enero de 2020.

2 Contreras Painemal, Carlos; Koyang: parlamento y protocolo en la diplomacia mapuche-castellana de los siglos XVI-XIX, Berlín, Centro de Documentación Mapuche y FDCL, 2007, pp. 130-131.

3 Bengoa, José; Historia del pueblo mapuche, Santiago, Ediciones Sur, 1996, pp. 33-34.

4 Cayuqueo, Pedro; “El Pacto de Quilín”, Indymedia Argentina, https://argentina.indymedia.org/2020/01/08/el-pacto-de-quilin/, 8 de enero de 2020.

5 Los koyang, coyan  o parlamentos mapuches pasaron a ser los equivalentes a los Cabildos españoles. Durante la época colonial se realizaron alrededor de 30 para resolver disputas locales y regionales. Para ampliar este tema se puede consultar: Contreras Painemal, Carlos; “Los parlamentos”, en: Contreras Painemal, Carlos (ed.); Actas del Primer Congreso Internacional de Historia Mapuche, Ñuke Mapuforlaget, 2002


 Publicado en: Boletín de la Revista de Historia, www.revistadehistoria.es, 1º de febrero de 2021.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sobre la necesidad de denunciar prácticas que atentan contra el derecho a la educación

Construyendo puentes y tejiendo redes para la Inclusión Educativa

Experiencias, Modelos de Discapacidad y Diagnósticos en las Infancias